ASUNCIÓN.- La canciller venezolana, Delcy Rodríguez, murmuraba una y otra vez a los oídos de sus colaboradores, casi sin poder creerlo. El presidente Mauricio Macri, con tono serio y mirándola de frente mientras consultaba sus anotaciones, pedía “la pronta liberación de los presos políticos en Venezuela”, y agregaba: “No puede haber lugar para la persecución política por razones ideológicas y la privación ilegítima de la libertad por pensar distinto”.
Minutos después, era Macri el que sonreía, algo nervioso, mientras la funcionaria de Nicolás Maduro lo acusaba de “injerencismo en asuntos venezolanos” y de defender a “violentos”. La canciller fue más allá e incurrió en un dato falso cuando acusó a Macri de “liberar a los responsables de las torturas, desapariciones y asesinatos durante la dictadura” argentina.
El contrapunto entre el Presidente -en su debut en el exterior- y la encargada de defender al gobierno de Maduro por la situación de los derechos humanos en Venezuela fue la nota saliente de la Cumbre del Mercosur, que culminó ayer en esta ciudad con la reunión plenaria de jefes de Estado.
Se trató de una discusión inédita y largamente anticipada por Macri, que al concretarse dejó en claro todo un cambio de época para el bloque común, con una división tajante entre dos sectores antagónicos.
De un lado, lo que queda del eje bolivariano -representado por Maduro, que decidió a última hora de anteanoche no venir, y el presidente de Bolivia, Evo Morales-, y enfrente, una segunda opción encabezada por Macri y apoyada por el presidente anfitrión, Horacio Cartes. En una posición intermedia quedó la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, que en su intervención igualó en sus felicitaciones a Macri por su “excelente elección” y a Maduro por la “limpieza” de los comicios parlamentarios del 6 del actual, en los que triunfó la oposición a su gestión por amplio margen.
Las divisiones en torno a la crítica propuesta argentina sobre la revisión de la política de derechos humanos en el régimen de Maduro se habían manifestado anteayer en las reuniones entre cancilleres. Y siguieron hasta la firma del comunicado conjunto de los presidentes, donde se pidió (sin nombrar) a Venezuela que “adhiera a la mayor brevedad posible” al protocolo de Asunción, que data de 2005 y en el que los países miembros del Mercosur establecen severas sanciones a aquellos países que violen “de manera grave y sistemática los derechos humanos”. En un documento agregado, y a propuesta de Paraguay, el Mercosur estableció la creación de un “consejo de derechos humanos” para revisar esta y otras situaciones que pudieran producirse en el futuro. La tarea estará a cargo del presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, que también ayer se hizo cargo de la presidencia pro témpore del bloque.
Esta creación fue todo un triunfo para Macri, que logró instalar la discusión aun cuando la mayoría de los países miembros, y también los invitados Bolivia y Chile, prefirieron no opinar sobre la cuestión.
Apenas había pasado una hora desde que Macri llegó a la capital paraguaya en un “avión no oficial”, como lo denominó un miembro de su comitiva, cuando el Presidente comenzó el primer discurso ante sus pares, que -sin cambios en su estilo- duró sólo nueve minutos. Luego de expresar su “optimismo sobre el futuro del Mercosur”, de alentar un acercamiento con la Alianza del Pacífico y de reclamar “previsibilidad y reglas de juego claras para concretas proyectos a largo plazo”, Macri pidió trabajar para “reducir la pobreza” y “combatir al narcotráfico”, dos de sus ejes de campaña electoral. De inmediato la emprendió contra Venezuela, aunque lo hizo en dos etapas: primero calificó de “paso adelante” las elecciones legislativas en ese país, para luego pedirle a Maduro “una democracia que incluya a todos” y la libertad de los opositores que, como Leopoldo López, están bajo arresto por orden del sucesor de Hugo Chávez. A su lado, asentían el jefe de Gabinete, Marcos Peña; la canciller Susana Malcorra; el secretario de Asuntos Estratégicos, Fulvio Pompeo, y el vocero presidencial, Iván Pavlosky, entre otros.
Cartes, que había hecho un llamado genérico a “aceptar el protocolo de Asunción” (Venezuela es el único país que no lo ha firmado), le cedió la palabra a Rousseff, que felicitó de igual manera a Macri y Maduro por las elecciones recientes. Desde el Gobierno le restaron importancia a ese dato, a pesar de que la presidenta brasileña ni siquiera se quedó a almorzar con sus pares. Voló directo a su país para poner en funciones a su nuevo ministro de Finanzas, Nelson Barbosa.
La respuesta de la canciller venezolana no fue precisamente moderada. “Entiendo que el presidente Macri quiera pedir la libertad para estos violentos”, dijo Rodríguez, mientras mostraba fotos de manifestantes opositores con bazookas, “y esas fotos no las sacamos nosotros”, repetía la canciller. “Nadie vio bien quién estaba en la foto ni de dónde las sacó”, afirmaba luego un miembro de la delegación nacional.
Luego de justificar la prisión de López, la ministra atacó a Macri. Lo acusó de propiciar leyes para “liberar a los responsables de torturas y desapariciones”. Dio un indicio sobre sus fuentes de información cuando cuestionó al gobierno argentino por “imputar a Hebe de Bonafini, que sólo llamó a manifestaciones pacíficas contra su gobierno”. Como para que quede claro que no habrá amistad de aquí en más, Rodríguez habló de los “gigantes del Sur”, entre los que incluyó al ex presidente Néstor Kirchner.
La foto conjunta luego de la reunión, materializada en el hall del Centro de Convenciones de la Conmebol, fue todo un símbolo en sí mismo. Macri, que se ubicó en el otro extremo de Rodríguez, charló con Tabaré y Bachelet, y en todo momento le dio la espalda a la canciller de Venezuela. No hubo siquiera un saludo formal entre ellos.
Luego de almorzar con Bachelet y Cartes, Macri emprendió su veloz caminata hasta el automóvil que lo depositó en el aeropuerto. “Absolutamente”, dijo el Presidente cuando le preguntaron, entre empujones, si desmentía los dichos de la canciller venezolana, en el final de una incursión que sus asesores calificaron como muy positiva.