El silencio de Nayib Bukele en el caso de Kilmar Ábrego García suena fuerte entre los salvadoreños

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El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ha mantenido un silencio notable ante el caso de Kilmar Ábrego García, un salvadoreño deportado por error desde Estados Unidos y posteriormente encarcelado en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), como si se tratara de un terrible delincuente y no de un salvadoreño que migró a los Estados Unidos huyendo de las pandillas. Este incidente ha generado controversia internacional, especialmente después de que la Corte Suprema de Estados Unidos ordenara su regreso al país norteamericano, calificando la deportación como un “error administrativo”.

Kilmar Ábrego García, residente legal en Estados Unidos, fue deportado en marzo de 2025 bajo acusaciones de pertenecer a la pandilla MS-13, aunque no se presentaron pruebas concluyentes. Su familia y abogados han defendido su inocencia, argumentando que su deportación fue injusta y basada en información errónea. La esposa de Ábrego, Jennifer Vásquez, ha denunciado públicamente la situación, calificándola como una violación de derechos humanos y exigiendo su liberación.

Por su parte, el expresidente estadounidense Donald Trump ha expresado su opinión sobre el fallo de la Corte Suprema, afirmaba hasta el jueves anterior que, aunque respeta las decisiones judiciales, consideraba que Ábrego debería permanecer en El Salvador debido a las acusaciones en su contra. La postura ha generado críticas por parte de congresistas demócratas y organizaciones de derechos humanos, quienes exigen una solución inmediata para garantizar el regreso de Ábrego a Estados Unidos.

El silencio de Bukele ante este caso ha sido interpretado por algunos como una estrategia política para evitar confrontaciones con la administración estadounidense, mientras otros lo ven como una falta de compromiso con los derechos humanos y la justicia.

Definitivamente, el caso de Kilmar Ábrego ha generado opiniones divididas entre los salvadoreños. Por un lado, hay quienes consideran que el presidente Nayib Bukele debería intervenir para garantizar la liberación de Ábrego y su retorno a Estados Unidos, argumentando que se trata de un tema de derechos humanos y justicia. Algunos ciudadanos han expresado que, dado el historial de Bukele en temas de seguridad, esperan que actúe con la misma firmeza en este caso.

Por otro lado, hay sectores que cuestionan si el gobierno salvadoreño tiene la capacidad o la voluntad de enfrentarse a una administración estadounidense que ha sido inflexible en temas migratorios. Analistas políticos han señalado que este caso requiere una estrategia diplomática que no se ha visto antes.

“Si el Tribunal Supremo dijo que hay que traer a alguien de vuelta, yo lo haría. Respeto al Tribunal Supremo… Tengo un gran respeto por el Tribunal Supremo”, dijo a los medios el viernes el presidente Trump al ser preguntado por el fallo a bordo del Air Force One, el avión presidencial estadounidense, en que viajaba rumbo a Florida.

Mientras, en El Salvador y “tres doritos después”, el silencio de Nayib Bukelepara defender a un ciudadano salvadoreño que no ha sido encontrado culpable de delito alguno, suena fuerte entre el pueblo salvadoreño que lo llevó al Poder.