Investigaciones científicas realizadas en el Laboratorio de Cannabinoides de la Facultad de Medicina de la UNAM demuestran que tener sexo también mejora el sueño y el apetito, además de otorgar casi el mismo nivel de placer que obtiene una persona que fuma marihuana.
Mónica Méndez Díaz, investigadora asociada de dicho laboratorio, explicó que tener sexo con regularidad propicia que el sistema nervioso central obtenga las recompensas plancenteras, pero sin los daños que causa el cannabis, como el deterioro de la memoria, caer en situaciones de abstinencia o hasta presentar episodios de psicosis.
Deterioro probado
En el coloquio Marihuana, ¿Buena o mala para la salud?, organizado por la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Ciudad de México, que preside René Drucker Colín, la investigadora de la UNAM refirió que en el laboratorio han demostrado que la mariguana es altamente adictiva y deteriora el sistema nervioso central.
En el laboratorio suministraron a ratas un agonista del receptor cannabinoide llamado ACEA durante 15 días y, al suspenderlo por 24 horas, los animales padecieron distintos grados de abstinencia y conductas preocupantes.
“Nosotros solo trabajamos con cannabinoides sintéticos que la industria farmacéutica se ha encargado de sintetizar y que se pegan a los receptores neurológicos, tal y como sucede con el principal psicoactivo del cannabis, el THC (tetrahidrocannabinol). Con ello pudimos demostrar que fumar marihuana sí produce dependencia”, detalló la experta en entrevista.
“Tenemos videos que documentan que las ratas en abstinencia presentaron conductas aberrantes, como rascarse excesivamente, lamerse el pene, sacudirse, moverse de un lado a otro y defecar con (mayor) frecuencia. Cayeron en un estado vegetativo difícil de tolerar, la pasaron muy mal; no murieron, aunque ya no fueron las mismas”, comentó Méndez Díaz.
“Cuando se activa de forma crónica el CB1 —receptor localizado principalmente en el cerebro— por cannabinoides sintéticos se produce ese síndrome de dependencia”, reiteró.
Los resultados obtenidos, dijo, permitieron demostrar que en una persona habituada a fumar cinco gramos de marihuana sin lugar a dudas propiciará dependencia en un lapso de seis meses, aproximadamente.
“Si deja de fumar sufrirá ese síndrome y, en caso de no suspenderla, los efectos directos se advierten en un deterioro cognitivo, sobre todo cuando se trata de menores de edad, cuyo sistema nervioso no está completamente maduro”, advirtió.
Los que consumen periódicamente esa droga “tienden a ser menos eficientes en resolver tareas laborales en las que es necesaria la memoria, son mucho más irritables y caen en situaciones de riesgo”, aseguró.
Sustituto natural
Ante esa evidencia, en el laboratorio de la UNAM procedieron a analizar la forma en que el sistema nervioso puede recibir la compensación bioquímica que aporta la marihuana y comprobaron que teniendo sexo se activa el CB1, experimentando todo ese placer que proporciona fumar o inhalar cannabis.
“Nosotros tenemos en nuestro organismo endocannabinoides que se sintetizan de manera natural… Se liberan todo el día activando las neuronas y esto sucede cuando comemos, hacemos ejercicio y tenemos sexo”, explicó MéndezDíaz.
Al hacer esas actividades, principalmente las relaciones sexuales, “se da un sistema de recompensa de dopamina y el efecto benéfico es que mejora el apetito y el sueño”, al igual que con la marihuana, mencionó.
La investigadora subrayó: “¡Claro que estamos proponiendo que la gente tenga sexo, porque de manera natural, sin caer en síndrome de abstinencia, podrá sentirse bien y llevar a cabo tareas intelectuales”.
Sin embargo, reconoció que “es difícil que la gente lo entienda, sobre todo cuando se siente con bajas motivaciones, pero esta es la forma ideal de tener esas dosis de placer sin complicaciones”.
Los estudios de la UNAM también han sido claves para que la industria desarrolle fármacos menos adictivos para tratar a personas que padecen de bulimia, anorexia o insomnio severo.
“Varios agonistas facilitan el CB1 propiciando el sueño, pero hasta la fecha pocos logran efectos permanentes, por lo que el consumo de esos fármacos se vuelve compulsivo”, comentó Méndez Díaz.
“Los estudios que hemos realizado a lo largo de 20 años son esenciales para entender cómo funcionan los endocannabinoides, esos que tenemos naturalmente y que pueden ser materia del desarrollo de fármacos más efectivos y menos dañinos”, concluyó.
UNAM