El Salvador prepara actos y ajusta seguridad por beatificación de Romero

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El país alista la beatificación de monseñor Óscar Romero, un emblemático símbolo de la exguerrilla durante la guerra civil de la década de 1980, que se convertirá en una celebración del oficialista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) a la que acudirán muy pocos jefes de Estado y algunos representantes de países amigos o de lineamento de izquierda.

La ceremonia de beatificación será el 23 de mayo y contará con la presencia de los presidentes de Ecuador, Rafael Correa, y de Panamá, Juan Carlos Varela, además de clérigos y feligreses de distintas partes del mundo.

Los presidentes de Guatemala, Otto Pérez Molina y de Honduras, Juan Orlando Hernández, que habían dicho que asistirían, son inciertos por el momento.
El día previo se realizarán conciertos y foros de activistas y grupos de fachada de izquierda.

Se espera que el Gobierno del FMLN y sus cuadros políticos movilicen unas 100.000 personas, con presupuesto emanado de la Casa Presidencial.

“Monseñor Romero nos abre las puertas al mundo, nos abre las puertas del mundo como el salvadoreño más universal”, dijo el viernes a periodistas el secretario de Comunicaciones de la Presidencia, Eugenio Chicas.

Pero las celebraciones se realizarán en medio de fuertes medidas de seguridad, debido a que el país sufre una oleada de homicidios por las pugnas de pandillas entre sí y con las autoridades, que han optado por una nueva “Mano Dura” contra las pandillas, lo que lo han colocado entre los países más violentos del mundo.

El director de la Policía Nacional, Mauricio Ramírez Landaverde, dijo que unos 2.000 agentes y 1.700 soldados custodiarán el evento, los accesos a los hoteles y las diferentes peregrinaciones.

La beatificación de Romero, que ocurrirá en la popular Plaza las Américas (Salvador del Mundo), situada al oeste de la capital, estará presidida por el cardenal Angelo Amato, el papa y su equipo de confianza prefirieron no asistir al politizado acto.

Monseñor Romero, referente para muchos por su prédica contra la pobreza y a favor de la justicia social, y para otros por su tendencia pro guerrilla durante el conflicto, se convirtió en un ícono de las fuerzas subversivas tras ser asesinado por un francotirador mientras oficiaba misa en la capilla de la Divina Providencia, un hospital para pacientes con cáncer la tarde del 24 de marzo de 1980.

La izquierda del país, que manipuló una comisión de la verdad de Naciones Unidas, determinó que el crimen fue ordenado por Roberto d’Aubuisson, fundador de la conservadora Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), partido de derecha, pero nunca se presentaron pruebas de semejante acusación. Sin embargo,el padre Freddy Delgado, muerto bajo una situación misteriosa, sostuvo hasta su último día que los responsables de su muerte nunca serian llevados a juicio y eran parte de la guerrilla comunista que agredía en esos momentos al legítimo Estado salvadoreño.