Por Eduardo Vázquez Bécker.-
La situación del país era un caos, el presidente Romero había perdido el control del gobierno y estaba a la espera de lo que resultara después de la amenaza de los Estados Unidos. Mientras tanto los golpistas afinaban sus planes. La idea original del golpe cobra forma a finales de agosto de 1979 pero nadie parecía tomar la iniciativa y no había tiempo que perder.
El coronel Jaime Abdul Gutiérrez, Comandante de la Maestranza del Ejército, comenzó a reunirse con oficiales de igual e inferior jerarquía a quienes preocupaba la situación y reconocían su liderazgo dentro de la Institución Armada; También con algunos de sus compañeros de promoción a quienes habló sobre la preocupación de la juventud castrense. Estos eran de la idea que se debía buscar una solución a la problemática nacional que incluyera reformas urgentes a fin de frenar el desborde social en el que se encontraba el país y la amenaza insurreccional.
En la UCA también se hacían planes. En un evidente intento por formar cuadros capaces de asumir las responsabilidades políticas revolucionarias que se vislumbraban, la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” había implementado en la Facultad de Economía, la carrera de Ciencias Políticas, sin pre-requisitos académicos a fin de facilitar el ingreso de los distintos sectores del país. La carrera no era excluyente, bastaba con tener una cierta praxis política para ingresar a la misma. Se formaban así los cuadros políticos y se preparaba la ofensiva guerrillera de 1981.
Las dos primeras promociones de alumnos incluyeron un número selecto de profesionales, militares, obreros, sindicalistas y dirigentes políticos de izquierda que más tarde desempeñarían roles importantes en el FMLN. La Plana Mayor docente de dicha carrera estaba representada entre otras, por Guillermo Manuel Ungo, Rubén Zamora, Salvador Samayoa, Ignacio Ellacuria, Luis de Sebastián, Alberto Arene (ambos profesores de economía marxista) y otros profesores invitados entre quienes figuraban elementos de reconocida trayectoria marxista.
Hacia mediados del mes de octubre de 1979, lo que era rumor se tornó en hechos concretos. El gobierno del General Carlos Humberto Romero se había agotado rápidamente y se comenzaron a mover los hilos del cambio. El 15 de Octubre, un movimiento militar encabezado por un coronel progresista con respaldo democrático depuso al Gral. Romero.
El coronel e Ingeniero Jaime Abdul Gutiérrez, cabeza visible e indiscutible del movimiento, comenzó a buscar consenso entre sus compañeros de armas y sectores democráticos del país, sobre la necesidad del golpe y sobre la junta que habría de gobernar, pero los planes se retrasaban mientras más se acercaba la amenaza de condena contra el país en la OEA.
Los mandos militares que apoyaban la idea, estaban enfrascados en los pormenores sobre la estrategia a seguir en el momento decisivo: si se iba a capturar y de qué manera, al presidente de la Republica, a los miembros del Alto Mando del Ejército y a los Directores de los distintos Cuerpos de Seguridad. Esto entretenía el golpe.
La idea de que Román Mayorga podría ser un elemento consolidador del movimiento fue del general retirado José Alberto, “el chele Medrano”. Gutiérrez se reunió en repetidas ocasiones con Medrano en quien reconocía a un militar cuyo conocimiento anti subversivo y geoestratégico del movimiento comunista internacional le había convertido en un militar odiado por unos y respetado por otros.
En una de esas reuniones surgió el nombre de Román Mayorga Quiroz, Rector de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, caracterizada en esa época por su fuerte crítica al gobierno, crítica que profundizaba a través de su cátedra sobre la realidad nacional y por ser un bastión de los movimientos de izquierda. Román no aceptó de inmediato, pero como era de esperar, alertó no solo a la dirigencia jesuita en el país, sino a los grupos que se reunían en dicha universidad Centroamericana.
Lo que parecía una contradicción fue explicado por Medrano a Gutiérrez, asegurándole que Mayorga Quirós era considerado como un social demócrata, no comunista y además, era hijo de otro militar, lo que hacía suponer que jamás traicionaría a la Fuerza Armada de El Salvador. Su prestigio internacional era su mejor carta de presentación; sin embargo, Mayorga Quiroz no se mostró muy interesado, al menos no dio muestras de estar muy convencido. Además, esperaban neutralizar a los grupos extremistas que se movían al interior de la UCA,
Es posible que el nexo entre los oficiales considerados como la juventud militar y el golpe, fuese Oswaldo Marenco, sobrino de la esposa del general Medrano, quien se desempeñaba como segundo de Jaime Abdul Gutiérrez en el cuartel de la Maestranza. Marenco y otro hermano que murió al estrellarse un helicóptero en la zona norte de Chalatenango, tenían cierta influencia entre sus compañeros de su “tanda” como se llaman las promociones que salen de la Escuela Militar ” Manuel Enrique Araujo” de la que era subdirector el coronel Adolfo Arnoldo Majano.
Aunque muy discretamente, Gutiérrez visitó durante los días previos al golpe al general Medrano. Pasaban largas horas discutiendo sobre el acontecer nacional y por supuesto, sobre algunos de los planes de Gutiérrez que ya había decidido la opción del golpe. La casa de habitación de Medrano se convirtió en uno de los sitios donde se hablaba del golpe a pesar de que muchos de sus compañeros le recomendaban que no confiaban en Medrano.
En el Estudio, un enorme escritorio en el que había una enorme lámpara con lente aumento, como las que utilizan los arquitectos o ingenieros civiles, mostrando en forma desordenada libros dispersos entre los que figuraba El Capital de Marx y un Manual de Economía Política de la Academia de Ciencias de la URSS, textos militares sobre la guerra y varios ceniceros repletos de colillas de cigarro. En una de sus paredes, una pizarra donde se estudiaban los conflictos del bipolarismo internacional; un mapa de Europa con los Estados Unidos y la entonces Unión Soviética encerrados en grandes círculos. Tras una puerta, un cartel con la foto de la entonces guerrillera Ana Guadalupe Martínez, impreso en color rojo, alzando con ambas manos un fusil y un rotulo que decía Ejército Revolucionario del Pueblo ERP.
Los golpistas se movían con gran facilidad, parecían contar con el apoyo de los Estados Unidos; la Embajada, preocupada por el fortalecimiento de los grupos armados, sabía lo que estaba ocurriendo, pero se cuidaba de no demostrarlo para no entrar en choque abierto con el gobierno de Romero.
Tras una serie de negociaciones dentro del ejército, el coronel Jaime Abdul Gutiérrez, sugirió a varios militares de alto rango, entre ellos los Generales Guillermo García y Carlos Eugenio Vides Casanova, que asumieran la responsabilidad histórica del golpe, pero estos no se decidían; es entonces cuando el coronel Jaime Abdul Gutiérrez se constituye en el artífice del golpe.
Gutiérrez, que pertenecía a la categoría de los servicios, pensaba que la presencia de militares relativamente jóvenes era necesaria, no solo para contrastar con la “juventud contestaría” de la entonces guerrilla, sino para hacer coherente su proyecto renovador. Esa consideración le llevó a contactar con el coronel Adolfo Arnoldo Majano, sub Director de la escuela Militar “General Gerardo Barrios”. Además de una cara joven, Majano seria uno de los militares que integrarían la Junta Revolucionaria de Gobierno. Con el respaldo de los creía poder neutralizar cualquier oposición proveniente de los jesuitas, e inclusive que obtendría su apoyo; apreciación en la que se equivocó como quedaría demostrado tres meses después.
El respaldo al golpe estaba decidido; más del 80 por ciento de los cuarteles estaban listos. A estos se incorporaron oficiales que se hacían llamar la “juventud militar”, con influencia jesuita que dijeron estar de acuerdo.
El sábado 13 de Octubre todo parecía caminar sobre ruedas, sin embargo un inconveniente imprevisto parecía poner en peligro el movimiento. El viceministro de Defensa, Coronel, Eduardo, “chivo” Iraheta, llamó de urgencia a su despacho al Coronel Gutiérrez y sin dar vueltas a la cosa, le preguntó en forma abrupta sobre el golpe contra Romero. Le aseguró que ya se encontraban detenidos dos de los implicados: los capitanes de la Fuerza Aérea Mejía Pena y Rodolfo Salazar. Un tercero estaba a punto de ser detenido, el capitán Francisco Mena Sandoval, quien se encontraba bajo el mando de Gutiérrez. Este, sin perder el control de la situación, aseguró a Iraheta no saber nada al respecto. Iraheta, visiblemente alterado, le dijo a Gutiérrez que había ordenado a la Policía de hacienda que arrestaran al capitán Francisco Mena Sandoval, pero Gutiérrez le convenció de que con ese procedimiento podría producirse un enfrentamiento innecesario. El acuerdo fue que el mismo Gutiérrez arrestara a Mena Sandoval y lo entregara a la Policía de hacienda.
Al llegar al Cuartel de la Maestranza, Gutiérrez ordenó que se presentara a su despacho Mena Sandoval pero no fue sino hasta entrada la tarde que el oficial se reportó en aparente estado de ebriedad. Gutiérrez le reclamó su irresponsabilidad y sus indiscreciones pero no lo arrestó. Se limitó a proporcionarle dinero en efectivo para que escapara a Guatemala mientras se materializaba el golpe pero este lo que hizo fue esconderse en una casa de citas donde pasó bebiendo hasta después del golpe.
Jaime Abdul Gutiérrez se trasladó a primeras horas de la mañana el 15 de octubre de 1979 a la Primera Brigada de Infantería, Cuartel San Carlos; ahí estableció la base de operaciones para el golpe.
Una avioneta piloteada por un capitán de apellido Salazar había sobrevolado, desde muy temprano, todas las instalaciones militares del país, verificando la señal de respaldo y apoyo al movimiento. Se había acordado que los cuarteles a favor dibujaran con cal o cualquier otro material, una cruz blanca en su patio principal y así lo habían hecho. Salazar sobrevoló a poca altura sobre las instalaciones del Cuartel San Carlos, para indicar con señales acordadas, que todos los cuarteles se encontraban listos. De inmediato Gutiérrez dio instrucciones al Teniente Coronel Francisco Guerra y Guerra que buscase al Coronel Majano a fin de que se hiciera presente en el cuartel. Después de alguna insistencia, Majano se presentó al San Carlos acompañado de su hermano el entonces periodista y corresponsal de prensa de ACAN-EFE, Rosendo Majano.
En una acción poco afortunada, Majano, junto a Guerra y Guerra, trató de aprovechar diferencias históricas entre los Oficiales llamados “de las Armas” y los “de los Servicios”, intentando desplazar a Gutiérrez y autonombrándose” jefe militar de la Junta”. Al saber de esto, los cuarteles que habían ofrecido su apoyo al grupo de Gutiérrez amenazaron con retirar su apoyo al golpe. Guerra y Guerra fue apartado y Majano se tuvo que conformar con ser el segundo militar dentro de la Junta, reconociendo a Gutiérrez como el primero.