Combatir el cambio climático es una de las prioridades del Canal de Panamá porque su funcionamiento depende de que haya agua en los lagos. Por eso, la vía interoceánica ha puesto en marcha en los últimos años innovadoras iniciativas verdes. La última: paneles solares flotantes.
“El futuro de la energía solar se dirige hacia el agua. Un proyecto solar tiene una vida mínima de 25 años, lo que significa que la franja de tierra donde se instalen los paneles solares va a estar inutilizable para cualquier otro uso durante todo ese tiempo”, explica a Efe el administrador de Eficiencia Energética de la vía acuática, Urho Gonzal.
Además, añade, la instalación de parques solares implica en muchas ocasionas tala de árboles, una práctica que pondría en peligro la cuenca hidrográfica del canal, donde se almacena agua para las operaciones de la propia ruta interoceánica pero también para el abastecimiento de la capital panameña.
“No tiene sentido devastar árboles para poner una planta solar. En el canal nos sobran lagos y, encima, la eficiencia de las placas solares es mayor cuando están sobre el agua”, añade por su parte el ingeniero eléctrico del canal Lucas Rojas.
Según distintos estudios, los panales fotovoltaicos pueden producir hasta un 20 % más de energía si se colocan sobre el agua porque esta no acumula calor, a diferencia de la tierra.
“No hay ningún proyecto como este en países con clima tropical, aunque están muy de moda en los países asiáticos y en Europa. Podríamos decir que somos pioneros de Latinoamérica”, asegura Rojas.
China inauguró en junio en la provincia minera y oriental de Anhui el parque solar flotante más grande del mundo, que tiene una potencia de hasta 30 megavatios y que es capaz de suministrar electricidad a unas 15.000 viviendas funcionando a pleno rendimiento.
El proyecto que dirigen Gonzal y Rojas es muchísimo más discreto, pero supone un avance importante en la estrategia verde del canal. Se trata de 96 panales solares ubicados en un recoveco semicerrado del gran Lago Gatún y cercano a las esclusas de Miraflores, en el lado Pacífico del canal.
De momento, solo han conectado 88 placas, que generan 22 kilovatios y que surten a un pequeño taller donde se arreglan algunos de los remolcadores que ayudan a los grandes buques a surcar el canal.
Los ingenieros están trabajando en un proyecto mayor, que deberá pasar el visto bueno de la junta directiva y que consiste en la construcción de una planta de 10 hectáreas en esta misma zona del lago, que genere 10 megavatios y que, en vez de suministrar energía al pequeño taller, se conecte directamente a la red del propio canal.
“Nuestro objetivo es que el futuro parque sea capaz de suplir el 50 % de la energía que necesita el canal para mantener sus operaciones en las horas pico de sol”, apunta Gonzal.
A los ingenieros les preocupaba especialmente que las placas fotovoltaicas le robaran oxígeno al lago y que se perjudicara el rico ecosistema del canal.
Pero se han dado cuenta de que ocurre todo lo contrario: los paneles evitan que crezca ciertas especies de plantas hidrófitas, como el lirio acuático, que sí perjudican a la oxigenación del agua.
“Tampoco tenemos problemas con los cocodrilos ni con los lagartos que hay en el lago. De momento ninguno se ha subido a las placas”, bromea Rojas.
El Canal de Panamá, construido por Estados Unidos a principios del siglo XIX y traspasado a manos panameñas el 31 de diciembre de 1999, es considerada una de la mayores obras de la ingeniería moderna. Une más de 1.700 puertos en 160 países distintos y permite el paso del 6 % del comercio mundial.