El edificio de apartamentos de Flatbush (Brooklyn) en el que pasó su infancia Bernie Sanders se ha convertido en un lugar de peregrinaje y escenario de uno de los mítines de campaña más importantes de este senador por el estado de Vermont que se define como socialista demócrata.
Hillary Clinton, su rival en las primarias demócratas de mañana en el estado de Nueva York, ha desplegado su gran maquinaria política del mismo modo que cuando lanzó su carrera como senadora de este populoso estado en el año 2000, el primer paso en firme en sus ambiciones por ocupar la Casa Blanca.
La identidad neoyorquina se ha convertido en la mejor bandera para ganar mañana las primarias demócratas o republicanas en el llamado “Empire State”, donde el importante número de delegados que se destina a las convenciones de ambos partidos puede suponer un impulso decisivo para el que sea elegido en noviembre presidente de Estados Unidos.
En la contienda conservadora del Partido Republicano, el magnate Donald Trump, nacido en el barrio de Queens (Nueva York), no tiene rival para hacer valer su condición de local y favorito al mismo tiempo. El único que podía hacerle sombra, el senador texano Ted Cruz, ha sido recibido por la prensa local, especialmente la sensacionalista, con un corte de mangas literal, después de que durante los debates televisados atacase a Trump por representar “valores de Nueva York”. Eso no sentó nada bien en el estado, que suele inclinarse del lado demócrata en las elecciones generales, pero que tiene una importante bolsa de votos republicanos en condados rurales del norte y oeste.
Con esa tarjeta de presentación, Cruz no parece que vaya a conseguir mucho votos en la primarias de este martes, mientras que el tercero y último en la contienda conservadora, el gobernador de Ohio, John Kasich, parece el único posicionado para conseguir un resultado digno.
En el estado de Nueva York están en juego la nada despreciable cifra de 95 delegados para la convención republicana que elegirá el candidato presidencial del partido y 247 para la demócrata. Las encuestas dan por hecho que Trump hará valer su condición de local y podrá celebrar una clara victoria desde su “Trump Tower”, en el centro de Manhattan, tras el revés sufrido a comienzos de mes en las primarias de Wisconsin, donde se impuso Cruz, algo interpretado como el principio del fin del dominio del magnate, que ha conseguido movilizar al electorado con un discurso xenófobo y populista.
Pero Trump, no está aún muerto en su carrera para hacerse con 1.237 delegados antes del fin del proceso de primarias, lo que le daría la nominación presidencial automáticamente. Si Trump superase el 50% de los votos, se quedaría con los 95 delegados del estado, volviendo a tomar un impulso decisivo. No en vano, hoy Trump hizo un último llamamiento a la movilización y reconoció que una victoria clara en Nueva York sería “vital”.
Clinton, pese a no haber nacido en la Gran Manzana (es oriunda de Chicago), es la favorita y la mejor conectada en el estado y la Ciudad de Nueva York. La encuestas dan a la ex senadora 13 puntos porcentuales de ventaja sobre Sanders, un activista neoyorquino que decidió abandonar la ciudad en su juventud por una vida de “hippie” en las idílicas montañas del vecino estado norteño de Vermont.
Bernie ha conseguido movilizar a blancos del Nueva York más rural, a jóvenes de minorías o los “hipsters” del moderno barrio de Williamsburg. Pero, pese a todo, Clinton, que fue recibida ayer en un evento de recaudación de fondos con protestas y lanzamientos de billetes falsos a su caravana de todoterrenos, tiene la ventaja de una vida haciendo política en Nueva York y una maquinaria bien aceitada.
Clinton se ha enfocado más que nunca en temas de preocupación local, ha tomado las calles, se ha dejado ver por barrios populares y se ha rodeado de representantes locales latinos o afroamericanos con gran influencia en comunidades de gran importancia en la ciudad de Nueva York. La exprimera dama dio ayer unos pasos de salsa en un evento en Washington Heights subida a una camioneta, rodeada de locales que la jaleaban el grito de “¡Señora Presidenta!”.
Puertorriqueños, afroamericanos, judíos y los elitistas vecinos del Distrito 12 de Nueva York, donde se encuentra el liberal y rico Upper East Side, pueden acabar dando su apoyo decisivo a Clinton pese a las diferencias entre comunidades. Los resultados de la diversa Nueva York pueden convertirse en un modelo extrapolable para aquellos que quieran aventurar quién acabará sustituyendo a Barack Obama en el despacho oval.