Campaña electoral en EE.UU.: ¿decide el dinero?

La campaña electoral estadounidense cuesta miles de millones. ¿Gana, al final, quien haya logrado recaudar más donaciones?

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En ningún otro país del mundo fluye tanto dinero a las campañas electorales como en Estados Unidos. En 2020, los candidatos Joe Biden y Donald Trump gastaron, en conjunto, cerca de 5.700 millones de dólares en la carrera por la Casa Blanca. Fue un récord. La suma duplicó la de los comicios anteriores, según la organización Open Secrets, que documenta las donaciones a las campañas.

También ahora se trabaja a toda máquina para recaudar fondos. Tan solo en julio, Kamala Harris recibió donaciones por más de 310 millones de dólares, de acuerdo con sus propios datos. Donald Trump dijo haber recaudado cerca de 138 millones de dólares en el mismo lapso, según Reuters.

Los donantes y sus deseos

Las campañas electorales no solo son financiadas por incontables particulares, que hacen pequeños aportes, sino también por multimillonarios y empresarios, que donan enormes sumas.

Por ejemplo, el multimillonario George Soros y su hijio, Axel, apoyan a Kamala Harris. Y Reid Hoffman, un destacado financista, cofundador de la plataforma Linkedin y miembro del consejo de supervisión de Microsoft, donó 7 millones de dólares a los demócratas. 

También Donald Trump recibe apoyo de figuras destacadas. Como el multimillonario Timothy Mellon, quien en mayo donó 50 millones de dólares a su campaña, según informó Time. También el inversionista en empresas tecnológicas David Sacks, y el jefe de Tesla, Elon Musk, lo respaldan.

En una conversación con Trump en X, Musk reiteró su apoyo al republicano y ofreció incluso colaborar en su eventual gobierno: «Pienso que sería grandioso tener una comisión para la eficiencia del gobierno, que se ocupe de esas cosas y asegure que el dinero de los contribuyentes se gaste en forma sensata. Me alegraría participar en semejante comisión”.

Elon Musk, un influyente partidario de Trump

Cuanto mayor es el monto de las donaciones, mayor es también la sospecha de que se pretenda influir en la política. Pero ¿qué tan importantes son en la campaña electoral los donativos cuantiosos?

Reglas y límites

Durante décadas, se debatió sobre una limitación de los montos de las donaciones. En 2010, la Corte Suprema determinó que cualquier restricción al financiamiento de campañas electorales es una forma de censura y, por lo tanto, ilegal.

«Eso significa que, desde 2010, uno puede donar todo lo que quiera, como empresa, como banco, como sindicato, como grupo de interés o como persona acaudalada”, explica a DW Jörg Hebenstreit, investigador la universidad de Jena y especialista en la materia.

No obstante, hay límites para las donaciones directas a candidatos; actualmente, el máximo es de 6.600 dólares por persona.

Al margen de lo anterior, existe la posibilidad de hacer llegar fondos a un candidato a través de los Comités de Acción Política (PAC), que respaldan determinada candidatura. También estos están sujetos a restricciones, y sólo pueden recibir dinero de particulares, por una suma no mayor a los 5.000 dólares al año.

No tienen tope máximo, en cambio, los Súper PAC, que son una especie de grupos de influencia, que pueden recaudar cantidades ilimitadas. Estos no pueden entregar el dinero a los candidatos, pero sí hacer propaganda electoral en su beneficio, aunque sin coordinarla con la oficina de campaña de la persona en cuestión.

El dinero no lo es todo

¿Qué impacto tienen todos estos millones que fluyen a las campañas? «A nivel de candidatos presidenciales, estas donaciones tienen poco efecto”, afirma Hebenstreit. Aclara que estos suelen ser muy conocidos y finalmente 100 millones más no influyen realmente en el resultado.

El estadounidense James Davis, profesor de ciencias políticas en la Universidad de St. Gallen, considera que se requiere cierta cantidad de donativos para poner en marcha una campaña. «Pero, a fin de cuentas, lo importante es tener un mensaje que gane votos”. Agrega que también son muy importantes las donaciones pequeñas porque, tras cada una de ellas, hay un voto.

Además, una mirada a la historia demuestra que el dinero, por sí solo, no basta. En 2016, Hillary Clinton había recaudado considerablemente más que Donald Trump. Aun así, perdió.

Efectos postelectorales

Los multimillonarios y empresarios intentan, naturalmente, ganar influencia con sus donativos. «Con frecuencia hemos podido observar, especialmente con Trump, en 2016, que a grandes donantes se les ofrecieron puestos en el gabinete”, dice Hebenstreit.

A menudo, estas personas han ocupado también cargos diplomáticos. Pero, sobre todo, se aseguran de contar con acceso a los candidatos.

No sorprende, en consecuencia, que la ciudadanía se muestre más bien contraria a estos excesos. Más del 7 por ciento de los adultos estadounidenses desearía que se pongan topes a las donaciones, según una encuesta del Pew Research Center. Ocho de cada diez consultados opinan que las personas que donan dinero para campañas políticas tienen demasiada influencia en las decisiones de los congresistas.