Café Tacvba celebra su 35 aniversario con la “Chilanga banda”

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Café Tacvba celebró su 35 aniversario haciendo bailar a la “Chilanga banda” en el Estadio GNP de la Ciudad de México.

Han pasado conciertos en el Tutti Frutti, el Zócalo, el Auditorio Nacional y el Palacio de los Deportes, dos MTV Unplugged, ocho Latin Grammy y un Grammy, giras con Beck, Caifanes y Zoé, tantos rostros y lugares y, sobre todo, la entrega del público, año con año, hasta llevar al cuarteto originario del suburbio de Ciudad Satélite a esta fiesta para la que congregaron a 65.000 fans.

Pareciera un abrir y cerrar de ojos desde que esta banda de rock sin baterista oficial, pero con melódica, lanzó su álbum debut en 1992, con una contraportada en la que su vocalista, Rubén Albarrán, aparecía con un sombrero de campesino igual al que usó al subir al escenario para interpretar “María”, uno de los temas incluidos en esa producción.

Durante la noche, Albarrán se cambió varias veces de vestuario, recordando diferentes etapas de la agrupación; desde su pasamontañas de gallo, hasta su camiseta con estampado de senos de mujer, pasando por su traje de Tehuana, un bombín que le cubría el rostro como antifaz y un tocado de palma que le hace ver como una figura prehispánica.

La banda, que completan Emmanuel del Real, Quique y Joselo Rangel, tuvo dos invitados en la velada que han sido clave en su carrera. El primero fue el cantautor y productor argentino Gustavo Santaolalla, a quien Albarrán presentó como su “maestrazo de la vida” y quien produjo sus álbumes “Re” y “Avalancha de éxitos”. Santaolalla llegó con su característico ronroco y juntos interpretaron “Olita del altamar” y “Futuro”. El segundo fue el cantautor chileno Álvaro Henríquez de Los Tres, cuya canción “Déjate caer” reversionaron en 2002 convirtiéndose en uno de sus lanzamientos más populares.

“Es muy especial, un lugar en el planeta que le da por llamarse Chile, la música que se hace por allá nos ha marcado mucho y también amistades muy hermosas”, dijo Albarrán.

Café Tacvba pertenece a una generación de bandas como Maldita Vecindad y Caifanes que tuvieron un boom en la década de 1990 con producciones orgullosamente mexicanas en cuanto a su instrumentación, influencias y géneros. En el repertorio del jueves por la noche no podía faltar “Chilanga banda”, una canción de Jaime López que hicieron propia en su álbum de covers “Avalancha de éxitos” y que está llena de vocabulario de la Ciudad de México con la letra “ch” incluyendo la palabra “chilango”, un gentilicio coloquial para los habitantes de la capital.

Otra gran duda era si iban a tocar “La ingrata”. Tras el surgimiento del movimiento #MeToo la banda había dejado de interpretar la versión original de este corrido incluido en su álbum “Re” que es un reclamo de un enamorado y termina con los versos “por eso ahora tendré que obsequiarte un par de balazos pa’ que te duela/ Y aunque estoy triste por ya no tenerte, voy a estar contigo en tu funeral”. Tras recibir críticas, la banda señaló hace unos años que su contenido ya no los representaba e incluso estrenaron una versión feminista con Andrea Echeverri de Aterciopelados. Pero en el concierto de aniversario la cantaron íntegra y sin alteraciones y la gente la coreó.

“La dejamos de tocar para provocar el diálogo, para decir que la violencia nunca es la solución”, dijo Albarrán. “Sean conscientes de que es una canción lúdica, es para pasarla bien, no para perpetuar formas de ser ni acciones”.

De igual forma incluyeron temas como “Las batallas”, “La pinta”, “La chica banda”, “Qué pasará” y “María”, así como las favoritas del público “Las flores” y “Eres”, esta última interpretada por Meme.

Café Tacvba también aprovechó la noche para sacudirse la espinita que les dejó la pandemia cuando no les permitió hacer una gira para su segundo Unplugged, una intrincada producción en la que colaboraron con músicos sinfónicos. En el concierto le dedicaron una sección con temas como “El aparato”, “Mediodía”, “El espacio” y “La locomotora”. Para “Volver a comenzar” contaron además con las luces encendidas de los celulares del público en un momento emotivo.

Fiel a su espíritu de denuncia social, Albarrán se despidió desplegando la bandera de Palestina cuando empezaban a sonar los primeros acordes de “El baile y el salón” para el gran final.

“A las personas que están sufriendo los horrores de la guerra, a todos los niños allá en Palestina, en Líbano, en todas partes en el mundo donde haya conflictos, a todas las personas que tienen que salir de su tierra por miedo de que sufran persecución”, dijo. “Nosotros somos muy afortunados, estamos aquí esta noche disfrutando la música y cantando y bailado, entonces la energía que se genere esta noche la podemos enviar a todas esas personas que lo estén necesitando”.

“Para todos aquellos que estén sufriendo, un fuerte abrazo, con la música, con el baile, bailemos porque al planeta le gusta que bailemos y se siente contento”, señaló Albarrán, quien también envió buena energía a “nuestros hermanos los animalitos, que sufren nuestra convivencia y nuestra persecución”.