Por Mauricio Eduardo Colorado
El domingo 22 de noviembre, los ciudadanos argentinos, con el poder del voto, lograron revertir el proceso político de su nación, y rectificaron la tendencia Kitchernista, que los últimos presidentes le impusieron al gobierno, que en un contexto izquierdista, condujeron a la nación, a un galopante socialismo que no correspondía a lo que el pueblo deseaba.
El pueblo argentino, ha demostrado que tiene un nivel cultural superior a otros países latinos que no logran asimilar todavía, que el socialismo, o su versión moderna, el del SIGLO XXI se encuentra en crisis, ya que por lo visto, cuando se permite escoger a sus dirigentes en una forma democrática, no fraudulenta, el pueblo posee la facultad de optar por otra forma de gobernar diferente a lo que le ofrecen o imponen los políticos de turno. Ciertamente la referencia a la derecha o a la izquierda son vocabularios genéricos que no se enmarcan al cien por ciento en doctrinas ideológicas “químicamente puras“ porque el desarrollo social de la humanidad exige una modernidad de las formas de vida, y por ello se busca un equilibrio social que a las màs extremas corrientes de pensamiento social, se le incorporen dosis de principios ideológicos de otras corrientes.
Cada país aplica los principios en la mejor forma que a su grupo social le convenga, pero todos los gobiernos buscan sacar adelante a sus países, con las màs diferentes ideologías, y sus modificaciones basadas en las particulares condiciones de vida de las diferentes regiones territoriales. Como ejemplo citamos a Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Venezuela y desde luego, Argentina.
En estos países se puede observar, como dato común a todos los gobiernos que allí rigen, la intención de conservar el poder por mucho tiempo, lo cual le hace perder el rumbo porque los gobernantes, se enamoran del mando y cometen atropellos por los abusos que generan. En Nicaragua, por ejemplo, el gobernante luchó con las armas contra la dictadura Somoza por continuista, hasta que derrocaron a la dinastía que heredaba el poder de padres a hijos, resultando que hoy vienen a hacer lo mismo. Y aún cuando en la Constitución redactada por los Sandinistas después de la caída de la dictadura Somocista se prohibió la reelección, una “interpretación de la ley” revocó lo que el pueblo expresaba para evitar el incómodo fenómeno de perpetuarse en el poder.
En Ecuador y Bolivia, los gobernantes se han reelegido, posiblemente con elecciones amañadas, que les permiten a los gobernantes permanecer en el poder. En Venezuela, se ha impuesto a la fuerza un gobierno que desconoce las reglas del comercio y ha provocado la escasez de los productos, con decretos populistas que obligan a los comerciantes a vender a precios que producen pérdidas, y que como consecuencia obligan a cerrar los establecimientos.
Es contrastante ver los estantes de los supermercados vacíos, en un país bendecido por el oro negro que produce esa nación. Bien lo decía la popular canción “Juan Comodoro buscando agua encontró petróleo, pero se murió de sed”.
Venezuela está a las puertas de cambiar todo lo que trajo la revolución Chavista, porque el 6 de diciembre el pueblo evaluará si acepta la condición a que el Chavismo ha llevado a Venezuela, o si se recurrirá al fraude y a la violencia, para someter a los venezolanos. En Chile hace mucho tiempo las medidas socialistas de Salvador Allende, provocaron un caos tan grande, que se provocó un golpe de estado, por alguien que impuso el orden. Lo curioso es, que los cambios que hizo la dictadura Pinochetista, los gobiernos posteriores, las mantuvieron y las mantienen aún, y funcionan de maravilla.
Chile ha prosperado, aun con gobiernos socialistas que no llegan a extremos ni al fanatismo que tiene Venezuela actualmente. El FMLN, al renovar sus votos en el congreso reciente, debe comprender que el tiempo ha pasado, y que para implementar el sistema que proponen, deben meditarlo mucho y adaptarse a los tiempos actuales.