Bukele inauguró el nuevo Mercado San Miguelito, reavivando el debate sobre el municipalismo

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El presudente Nayib Bukele inauguró el modernizado Mercado San Miguelito, una obra gestionada a través de la Dirección de Obras Municipales (DOM), que ha sido presentada como un hito de desarrollo para la capital salvadoreña.

Bukele destacó la eficiencia de esta institución en la ejecución de proyectos a gran escala que, tradicionalmente, habrían recaído en las alcaldías. Sin embargo, este éxito aparente ha encendido un profundo debate sobre el futuro de la autonomía municipal en El Salvador.

El Mercado San Miguelito, un centro de abasto vital para la economía informal, fue reconstruido tras un devastador incendio en 2021 y el Ejecutivo tardó cuatro años en restituir el importante centro de comercio en uno de los mas antiguos barrios de San Salvador.

La obra, con una inversión de $33.6 millones, simboliza un nuevo modelo de gestión de infraestructura del gobierno central, que busca centralizar el poder y los recursos que aportan los salvadoreños con sus impuestos. Para sus defensores, la DOM es la solución a la ineficiencia y corrupción que históricamente han plagado las administraciones locales, permitiendo una ejecución de obras más rápida y transparente.

No obstante, esta centralización tiene un alto costo para el municipalismo. Los críticos argumentan que al despojar a las alcaldías de su capacidad para gestionar sus propios proyectos y recursos, se está debilitando la base misma de la democracia local. Los alcaldes, que son la autoridad más cercana a la ciudadanía, ven reducida su función a la de simples administradores sin poder de decisión sobre las necesidades de sus comunidades.

La DOM, una entidad creada de manera oscura por el gobierno central, ha asumido un rol protagónico que, según la oposición y expertos en municipalismo, desdibuja el rol de los gobiernos locales y concentra el control político y financiero. En lugar de fortalecer las capacidades técnicas y administrativas de las alcaldías, se les ha restado poder, convirtiéndolas en entidades dependientes del poder central.

Mientras los comerciantes de San Miguelito celebran la modernización de sus espacios de trabajo, la discusión persiste: ¿es el modelo de la DOM un paso hacia el desarrollo o un retroceso en la descentralización? La reconstrucción del mercado es tangible y visible, pero el impacto a largo plazo en la gobernanza local y en la capacidad de los municipios para responder a las necesidades de sus habitantes podría ser mucho más profundo y negativo. Esta obra, más allá de sus beneficios funcionales, se ha convertido en un símbolo de la tensión entre el centralismo y la autonomía municipal en el nuevo panorama político de El Salvador.