El presidente electo Donald Trump calificó el derrocamiento del dictador sirio Bashar Al Assad por parte de rebeldes respaldados por Ankara como una “toma de poder hostil” por parte de Turquía, aliado de Estados Unidos, al abordar el conflicto en una conferencia de prensa el lunes.
“Creo que Turquía es muy inteligente… Turquía llevó a cabo una toma de poder hostil, sin que se perdieran muchas vidas. Puedo decir que Assad fue un carnicero por lo que le hizo a los niños”, dijo Trump a los periodistas en su residencia de Florida.
Assad huyó a Rusia después de que una ofensiva relámpago encabezada por el grupo islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS) le arrebatara el control de ciudad tras ciudad hasta que los rebeldes llegaron a la capital siria.
El colapso de su gobierno sorprendió al mundo y desató celebraciones en Siria y más allá, después de que su represión de las protestas por la democracia en 2011 desencadenara una de las guerras más letales del siglo.
HTS, que tiene sus raíces en la rama siria de Al Qaeda, está prohibida por varios gobiernos occidentales como organización terrorista, aunque ha tratado de moderar su retórica y se ha comprometido a proteger a las minorías religiosas del país.
Turquía ha llevado a cabo ataques militares dentro de Siria y ha declarado que está dispuesta a proporcionar apoyo armado al nuevo gobierno islamista establecido por los rebeldes.
La principal prioridad de Ankara en Siria era librar al país de los combatientes separatistas kurdos, un objetivo apoyado por el nuevo gobierno, según ha dicho.
El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, concluyó el 14 de diciembre quizás su última visita a Medio Oriente como principal diplomático de Estados Unidos, con el objetivo de evitar que Siria se salga de control.
Blinken fue uno de varios altos funcionarios estadounidenses que viajaron por la región en las últimas semanas de la administración Biden, en medio de una profunda incertidumbre en Washington y en el exterior sobre cómo abordará Donald Trump el Medio Oriente cuando asuma el cargo el 20 de enero de 2025.
El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, y el ministro de Asuntos Exteriores turco, Hakan Fidan (REUTERS/Alaa Al Sukhni)
Blinken mantuvo reuniones en Jordania, Turquía e Irak con el objetivo de intentar dar forma al futuro de la Siria posterior a Assad forjando consensos entre socios y aliados regionales cuyos intereses a menudo divergen.
“Sabemos que lo que ocurre dentro de Siria puede tener consecuencias importantes mucho más allá de sus fronteras, desde desplazamientos masivos hasta terrorismo”, dijo a los periodistas el sábado en Aqaba, Jordania. “Y sabemos que no podemos subestimar los desafíos de este momento”.
Si bien persisten las esperanzas de concluir un alto el fuego en Gaza cuando Biden deje la Casa Blanca, ayudar a dar forma a una nueva Siria puede resultar una tarea más sencilla.
Blinken abandonó Washington apenas tres días después de que Assad huyera a Rusia, un aliado de larga data. Blinken dijo que su objetivo era convencer a los países de Medio Oriente y otros lugares de que debían comprometerse a respaldar la visión estadounidense sobre cómo debería gobernarse Siria después de décadas de gobierno de la familia Assad.
Para tal fin, dijo que había conseguido el respaldo de los 12 ministros de Asuntos Exteriores de la Liga Árabe, Turquía y altos funcionarios de la Unión Europea y las Naciones Unidas que celebraron una reunión de emergencia el sábado sobre Siria en la ciudad portuaria jordana de Aqaba.
Acordaron que el nuevo gobierno sirio debe respetar los derechos de las minorías y de las mujeres, impedir que los grupos terroristas se apoderen del país, garantizar que la ayuda humanitaria llegue a las personas necesitadas y proteger y destruir cualquier arma química restante de la era de Assad.
Blinken ha prometido que Estados Unidos reconocerá y apoyará un nuevo gobierno que cumpla esos principios.
Con información de AFP y AP