Qué decía el último mensaje de los nazis descifrado por la inteligencia británica

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El mensaje se publica para conmemorar el 75 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial en Europa e informa sobre la entrada de las tropas británicas a un baluarte de los nazis.

BBC Mundo 

Bletchley Park
El mensaje ofrece una perspectiva de “las verdaderas vidas detrás de la maquinaria de la guerra”, según comenta un historiador de GCHQ, el servicio de inteligencia británico.

“Cerrando para siempre -los mejores deseos- adiós”.

Mensaje interceptado por Bletchley Park

Esas fueron las últimas palabras del último mensaje de los nazis interceptado por la inteligencia británica.

Los mensajes fueron trasmitidos el 7 de mayo de 1945 por una red de radio militar en el último puesto de resistencia en Cuxhaven, en la costa alemana del Mar del Norte.

La comunicación reporta la llegada de las tropas británicas a la posición.

Esas últimas comunicaciones del ejército de Alemania nazi fueron descifradas por Bletchley Park -el centro de decodificación ultrasecreto en la campiña británica durante la Segunda Guerra Mundial- y han sido reveladas para conmemorar el 75 aniversario de la victoria aliada en Europa, este 8 de mayo.

Después de la redición de Alemania, el fin de la contienda en Europa fue declarado al día siguiente.

Las últimas interceptaciones

En 1944, la red de radio militar alemana, cuyo nombre clave era BROWN, se había extendido por toda Europa, enviando informes sobre el desarrollo de armas experimentales.

Pero un año después, cuando los aliados entraron en Cuxhaven, el operador de radio a cargo emitió el cierre de trasmisión a cualquiera de sus colegas que todavía pudiera estar escuchando.

Sus palabras -enviadas a las 07:35 del 7 de mayo- serían las últimas interceptaciones hechas del ejército alemán por los decodificadores de Bletchley Park, antes de la rendición.

“Las tropas británicas entraron en Cuxhaven a las 14:00 del 6 de mayo. A partir de ahora toda la transmisión de radio cesará. Los mejores deseos a todos”, decía el mensaje de un teniente Kunkel.

Esto fue seguido inmediatamente por: “Cerrando para siempre -los mejores deseos- adiós”.

En otro mensaje interceptado unos días antes -también publicado como parte de la conmemoración de la victoria aliada por GCHQ, la agencia de inteligencia británica que sucedió a Bletchley Park- un soldado alemán en la costa de Dinamarca preguntó al control de radio si tenían cigarrillos disponibles.

“No hay cigarrillos aquí”, fue la respuesta.

El material está siendo digitalizado por la fundación Bletchley Park Trust y quedará completamente a disposición del público.

“Estas transcripciones nos ofrecen una pequeña perspectiva de las vidas reales detrás de la maquinaria de la guerra”, comentó el historiador de GCHG Tony Comer.

“Se acabó. Se han rendido”

La labor de decodificación de las claves enemigas realizada por Bletchley Park –la más famosa lograda por la máquina Enigma– fue mantenida en estricto secreto, no solo durante la guerra, sino por muchos años después.

A la inteligencia recopilada se le acredita de haber reducido la extensión del conflicto bélico y de salvar muchas vidas.

Pero aún cuando la guerra en Europa terminó, Bletchley Park continuó su labor -descifrando claves japonesas, así como monitoreando las comunicaciones alemanas para confirmar que las fuerzas nazis estaban entregándose y que no habría intentos de montar una resistencia.

Casi 9.000 personas estaban trabajando en Bletchley Park en la primavera de 1945, la mayoría de estas mujeres. Helen Andrews, que empezó en Bletchley Park a la edad de 17 años y que ahora es una pensionada de 94 años en el Royal Hospital Chelsea -un lugar de retiro especial para miembros de las fuerzas armadas- recuerda el ambiente festivo del día de la victoria en Europa.

“Un tipo entró a la sala donde estábamos trabajando y dijo: ‘Se acabó. Se han rendido'”.

Helen Andrews
La otrora decodificadora Helen Andrews -hoy día pensionada del Royal Hospital Chelsea- se fue en autostop a Londres para celebrar la victoria aliada en Europa.

Hubo una fiesta con té seguida de música y baile, contó. Describió sus emociones como una mezcla de desahogo de tensión y cansancio.

Con algunas de las amistades con las que trabajaba, Andrews se fue hasta Londres y llegaron a la Plaza de Trafalgar, donde la gente estaba cantando y saltando en las fuentes.

Luego regresó de vuelta en un camión después de la medianoche. Continuó su trabajo en Bletchley después del día que marcó el fin de guerra en Europa -pero durante 70 años más no mencionó una palabra de lo que hizo allí.