Aldrin debió ser el primer hombre en pisar la luna y no Amstrong

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Hace exactamente 50 años, un individuo equivocado, pues el indicado según el programa oficial de la NASA para ser el primer hombre en descender en la superficie de la luna no era Armstrong sino Aldrin,descendía con firmeza por una escalera para luego poner un pie (el izquierdo) en un mundo ajeno al suyo.

Por circunstancias no previstas Armstrong se encontraba del lado de la escotilla a la hora de que esta se abrió para dar paso al primer hombre que pondría el pié en la superficie lunar.

Se estima que alrededor de 600 millones de personas -una quinta parte de la población mundial en julio de 1969- siguieron en vivo el desembarco en la Luna, considerado la experiencia más compartida por la humanidad: “El primer evento viral que capturó toda la atención”, según Richard Jurek, autor de Marketing the Moon: The Selling of the Apollo Lunar Program.

Nadie, ningún explorador, en ninguna generación precedente, nunca, había ido tan lejos como Armstrong, un ingeniero parco de temperamento intenso y obsesivo, el único ser humano, como le gustaba especular al escritor británico J. G. Ballard, cuyo nombre con seguridad se recordará dentro de 50.000 años.

“Creo que todo este asunto hoy se ha pensado en términos demasiado pequeños”, advirtió Heinlein, conocido por clásicos como Starship Troopers y La Luna es una cruel amante. “Este es el evento más grande en toda la historia de la especie humana. Hoy es el Día de Año Nuevo del año cero. Si no cambiamos el calendario, los historiadores lo harán”. Al aterrizar en otro mundo, afirmaba Heinlein, la humanidad ha pasado por la pubertad, la confirmación y un bar mitzvá a la vez.

No creían estar exagerando. Estaban convencidos de que aquel show fuera de escala era, en el fondo, un parto, el acto de apertura de un nuevo episodio de la aventura expansiva humana por el cosmos. Sin celulares que encadenaran la mirada hacia abajo, por entonces, levantar la cabeza significaba una cosa: mirar cara a cara el universo infinito que solo habíamos comenzado a explorar.

Aquellos pequeños grandes pasos hacia lo desconocido, acordaron estos (y varios) pesos pesados de la ciencia ficción, serían seguidos rápidamente por vuelos frecuentes a nuestro compañero celestial más cercano, hospitales lunares para jubilados, ciudades en cráteres, colonias en Marte y en el cinturón de asteroides. Era inevitable: dentro de unas pocas décadas, la especie humana estaría en camino de desparramarse por todo el sistema solar, con las estrellas a la espera del siguiente gran salto hacia delante.

La exploración espacial no unió al mundo ni calmó las guerras. Los chicos de 6 años ya no sueñan con caminar en la Luna. Veinticuatro personas han estado allí, en la más completa soledad. De esas 24, 12 caminaron en la superficie. ¿Cuántas personas podrían recitar sus nombres sin googlearlos?