Pinceladas sobre el Capitán General Gerardo Barrios.

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Dr. Eduardo Vázquez-Bécker Salgado.- No hay mejor forma de insultar, ni mejor forma de destruir a un político que llamarlo corrupto.

También no hay mejor manera de demostrar que una persona es manejada por intereses de grupos que verlo caer en mentiras, y en el caso de un historiador, que interpretando o quizá inventando acciones de hace más de siglo y medio, a la luz de los principios y valores actuales, tergiversa la historia, esa persona no es un historiador.

El pasado 29 de agosto se conmemoró el centésimo quincuagésimo tercer aniversario del fusilamiento del insigne y altivo varón, Capitán General Gerardo Barrios, momento en que se aprovechó arteramente a ensuciar su memoria al expresar que su muerte, pasado por las armas a la edad de 52 años, fue por actos de corrupción.

Es muy sospechoso que, nuevamente el Capitán General sea víctima, en momentos que existen grupos que pretenden cambiar el nombre de la ciudad en que nació por la de otro personaje muy controvertido de la historia nacional.

No pretendemos entretenernos en el líbelo publicado contra el Capitán General, ni tampoco en hacer una reseña histórica a profundidad de su vida, la que está ampliamente revisada y publicada en muchos ensayos y libros, pero haremos pinceladas de la misma.

A mediados del Siglo XIX, por varias razones, unas legítimas y otras no, las que fueran poco antes provincias de Centroamérica en ese momento ya eran Estados libres y soberanos que se enfrascaron en una serie de antagonismos. Uno de los más cruentos fue el que existía entre El Salvador, siendo su gobernante el Capitán General Gerardo Barrios Espinoza, y Guatemala, siendo su gobernante el General Rafael Carrera. Uno de las más importantes razones de este conflicto es que Barrios apoyaba las ideas unionistas del General hondureño Francisco Morazán, lo que no aceptaban los conservadores en Guatemala ni en Nicaragua.

El proyecto del Capitán General Gerardo Barrios era unificar a El Salvador, Honduras y Nicaragua, y que la capital fuera la ciudad de San Miguel en El Salvador, por lo que se alió con el gobernante nicaragüense, General Tomás Martínez, pero este lo traicionó informando al General Carrera de los planes de Barrios, con lo que cambió de bando.

Por su parte Carrera quería también la reunificación de Centroamérica, pero en el concepto de la antigua Capitanía General, con la capital en Guatemala y él como gobernante a perpetuidad, lo que contrariaba el espíritu liberal del proyecto de Barrios.

Además, puesto que Barrios buscaba la separación del Estado y la Iglesia, el obispo Tomás Pineda y Saldaña tampoco estaba a favor del gobernante por lo que se autoexilió en Guatemala, lo que carrera vio como una oportunidad.

Los guatemaltecos tampoco olvidaban que Gerardo Barrios acompañaba al ejercito de Francisco Morazán cuando invadió y sitió la ciudad de da Guatemala en 1829-30, y que en 1844 también había participado militarmente contra el General Malespín, entonces Presidente de Guatemala.

Escarbando en la historia, para tratar de entender el tiempo de Barrios, encontramos que el 16 de enero de 1846, su suegro, Presidente de El Salvador el General Joaquín Eufrasio Guzmán, le encargó una campaña diplomática en Europa, y así, en compañía de su esposa doña Adelaida Guzmán de Barrios cambia los campos de batalla por los grandes salones. Este periodo ha generado muchas anécdotas y mitos. En estas funciones Barrios fue recibido por muchos de los reyes y gobernantes europeos como la reina de España Isabel II los reyes Carlos Alberto de Cerdeña y Fernando II de Nápoles y el papa Pío IX. En Inglaterra es recibido por la Reina Victoria quien le obsequio la entonces llamada Marcha Reina Victoria, hoy conocida como Marcha Gerardo Barrios.

En 1849, en Francia, es recibido por Napoleón III que lo distingue a su visitante dándole su bastón de jefe de los ejércitos de Francia en una parada militar acto que se realizó en la Avenida principal de los Campos Elíseos, así como una vajilla con el escudo napoleónico. Tanto el bastón como un plato de aquella vajilla se encuentran en el Museo Militar de San Salvador. ​

En 1850 ya de regreso en El Salvador, Barrios se une al ejercito del licenciado Doroteo Vasconcelos que atacó a Guatemala junto con Honduras con el objeto de deponer al ya Presidente de Guatemala General Rafael Carrera. Ese ejercito fue derrotado en la Batalla de La Arada.

A pesar de lo anterior, de manera irónica, fue Barrios, quien a petición del presidente salvadoreño Rafael Campo, convenció a Carrera de la necesidad de apoyar a Nicaragua contra la invasión del Filibustero William Walker, pues era una grave amenaza para el resto de Centroamérica.

Una vez resuelto el problema filibustero, el Presidente Campo se enemistó con Barrios por intrigas de los Generales Ramón Belloso y Ciriaco Choto, y es aquí donde surge la figura de Francisco Dueñas, que fue intermediador entre los personajes en conflicto. No se sabe cómo ocurrió esta situación, Barrios lideraba el partido liberal y Dueñas el conservador, lo que los convertía en adversarios.

En 1857 es electo Presidente de El Salvador el Coronel Miguel Satín y Castillo, y como segundo designado a Gerardo Barrios. El Coronel Santín, por intrigas de la época decide renunciar, y llama a Barrios para hacerse cargo del Ejecutivo, convirtiéndose en gobernante desde el 24 de junio de 1958 hasta el 18 de septiembre del mismo año. En ese periodo Barrios trasladó de nuevo la capital de Cojutepeque a San Salvador, donde se había trasladado por un terremoto, introdujo reformas a la enseñanza primaria, impulsó la creación de las Escuelas Normales de San Miguel, San Salvador y Santa Ana, comenzó la apertura del camino de San Miguel a San Salvador, pasando por San Vicente y Cojutepeque, reorganizó las milicias, profesionalizó el Ejército Regular y fundó el Hospicio de San Salvador.

El 18 de septiembre de 1858 Barrios le devolvió el poder a Santín, pero este terminó enemistándose con Barrios al grado de removerlo como Ministro de su Gobierno y Comandante del Ejército, nombrando para sustituirlo a su gran adversario Francisco Dueñas. La respuesta de Barrios fue enviar a Dueñas al exilio y comprometerse a retirarse de la vida pública si Santín hacía lo mismo, lo que genera un alzamiento en Sonsonate a favor de Santín, pero que al fracasar lo deja sin apoyos. La Asamblea General llama entonces al vicepresidente, Joaquín Eufrasio Guzmán, que ya había sido Presidente y que asume el Ejecutivo el 19 de enero de 1859. Barrios es juzgado por actos arbitrarios, pero es absuelto, por lo que Santín huye a Nicaragua.

Tras un breve tiempo el Poder, Guzmán le entrega el Poder al General José María Peralta que enfrenta la posibilidad de una invasión de Santín desde Honduras y una rebelión de la Banda Militar de San Salvador que se toma el Cuartel de Santo Domingo y los almacenes de Guerra. Esta rebelión fue sofocada, pero Peralta llama a Gerardo Barios que se encontraba en San Miguel para que se haga cargo de la Presidencia, lo que hace desde el 12 de marzo de 1859.

Ya Presidente, unas de las primeras cosas que hizo Barrios fue buscar alcanzar la amistad tanto del régimen de Rafael Carrera de Guatemala, como de Santos Guardiola, entonces presidente de Honduras. Así gobernó el Capitán General Gerardo Barrios por tres años, de manera tranquila, logrando grandes progresos para El Salvador, pero su estilo liberal de gobernar inició antagonismos con Carrera.

Dichos antagonismos desembocaron en un choque armado por la invasión del General Carrera a El Salvador el 15 de febrero de 1863 y que fue detenido temporalmente en la Batalla de Coatepeque del 22 al 24 de febrero de 1863, donde el genio militar de Barrios supo enfrentar las estrategias y tácticas de Carrera, quien tuvo que retroceder.

Pero Carrera, junto a sus aliados nicaragüenses volvió a la carga, y posterior a un sitio de 27 días a la Plaza de Santo Domingo en San Salvador, hoy Plaza Gerardo Barrios, el Capitán General tuvo que capitular, San Salvador cae el 26 de octubre de 1863 y Carrera nombra Presidente de El Salvador a Francisco Dueñas.

Barrios huye a La Unión y de allí se exilia en Costa Rica, donde es asilado, pero el Poder en El Salvador había sido entregado a una Asamblea Constituyente, convocada por el viejo enemigo de Barrios, Francisco Dueñas, quien lo declaró reo de alta traición por decreto legislativo del 18 de marzo de 1864.

Rafael Carrera fallece el 14 de abril de 1865, y con su muerte muchos ven la oportunidad de alzarse en armas en contra de Dueñas, uno el General Cabañas, que inicia una rebelión en San Miguel, y por ser cuñado del Capitán General se acusa a este de ser el verdadero responsable de dicha rebelión. En su testamento, el Capitán General negó este cargo.

En esos momentos Barrios había partido de Panamá y se encontraba en Meanguera cuando se le dio aviso del fracaso de la rebelión de Cabañas, por lo que decide regresar a Panamá, pero durante una tormenta un rayo destruye el palo mayor de su embarcación, lo que le obliga a quedarse en Corinto, Nicaragua, país que es presionado por El Salvador y Nicaragua para extraditarlo. Nicaragua cede ante las presiones y acepta extraditar al Capitán General con la única condición de que “en todo caso será salva la vida del señor Barrios y libre de pena de muerte en el juicio que sigue contra él”. Barrios regresa a El Salvador el 27 de julio de 1865 donde pasa a convertirse en reo de las bartolinas de la Intendencia de San Salvador.

Con Barrios en su poder, Dueñas traiciona la condición puesta por los nicaragüenses que no logran nada a pesar de las protestas.

Dueñas instala el juicio contra el Capitán General Gerardo Barrios el 10 de agosto, con Consejo de Guerra ad hoc, el momento álgido se da el día 28 cuando el Consejo de Guerra iba a absolverlo, lo que provocó la ira de Dueñas que exigió la renuncia del fiscal militar, quien en el acto se arrancó los galones y tiro el kepis al suelo. La sentencia de muerte, fue firmada a las 11 de la noche del 28 de agosto, después que el mismo Dueñas hablará amenazante con cada uno de los miembros del Consejo de Guerra.

La sentencia fue ratificada por Dueñas. Barrios fue fusilado de pie, no quiso sentarse en la silla del sentenciado, al pie de la Ceiba que se encontraba en el cementerio general de San Salvador, a las cuatro y media de la mañana del 29 de agosto de 1865.

El Capitán General Gerardo Barrios fue un hombre de su tiempo, y habiendo revisado la historia, es primera vez que encontramos que fue fusilado por corrupción y no como parte de la situación política de aquellas épocas.

En referencia a la hacienda del Capitán General Gerardo Barrios, es él mismo en su testamento donde la describe, quedando el Estado en deuda con él y no lo contrario pues describe que cuando inició el servicio de la Presidencia de la República y tenía un capital considerable adquirido con su trabajo, y que lo había perdido casi enteramente por haberle prestado su crédito particular al Gobierno lo que le originó pérdidas, de manera que su esposa únicamente se quedó con sus alhajas que no valían gran cosa, y a una pequeña casa. Incluso un inglés, el Señor Kerferd, continuaba cobrando una deuda del Estado al Capitán General cuando era deuda del Estado, aun así, pidió que su esposa vendiera sus fincas para pagar, ¡así eran los hombres de esa época!, ¡así era el Capitán General Gerardo Barrios!

Incluso declaró, que el Gobierno tiene derecho a 4,500 pesos que había recibido en Nueva York por resto del aseguro de un buque de la República, con lo que se desvirtuó la acusación en su contra al tratársele como ladrón de los fondos públicos. Vale la pena revisar el testamento del Capitán General.

No es correcto manchar el nombre de un gran gobernante, y mucho menos acusarlo de corrupción para cambiar el nombre de una ciudad. Tampoco se pretende destruir a nadie, pero si una ciudad merece tener su nombre, esa es Ciudad Barrios, nombre por el que debe seguir ostentando en nombre del altivo varón que fue el Capitán General Gerardo Barrios.

La espalda de la estatua del Gran Capitán General, en la plaza Barrios, los traseros de su caballo, daban a un edificio que cayó con el terremoto de 1986, el edificio Dueñas.

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