Lo que se espera del primer informe presidencial

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El cada vez más grave problema de la violencia en el país, la indefinición política, nacional e internacional, los ataques a la Sala de lo Constitucional y a la Empresa Privada, siguen siendo la piedra en el zapato del gobierno que lleva al país de picada, sin señales de poderse detener ni saber siquiera dónde se va a estrellar.

Hace un año que Salvador Sánchez Cerén inició el segundo gobierno del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y nada ha cambiado del desastre que fue la presidencia de Mauricio Funes.

En lo único que el gobierno ha tenido éxito rotundo es en entregarle a los pandilleros, atada de pies y manos, a la nación entera.

Los acuerdos del FMLN con las pandillas, a finales del 2008, y que terminaron en la famosa tregua, no fueron obra de Funes ni mucho menos. Fue una espantosa estrategia para garantizar resultados electorales y alcanzar en definitiva la consolidación de la toma del Poder.

A pesar de los esfuerzos que hacen los pocos amigos que le quedan a Sánchez Cerén, fuera del espectro político, y que lo hacen de muy buena fe, este no quiere seguir consejos, no quiere cambiar de rumbo el destino de la nación y la mantiene en la difícil situación en la que se encuentra.

Lo peor de esa estrategia es que sigue respondiendo a la causa real del llamado conflicto armado, aunque nosotros preferimos llamarla “agresión armada al Estado de Derecho en El Salvador”, mediante el cual el FMLN se propuso la toma del Poder total en nuestro país y que por ahora, Gracias a Dios, está limitado al poder ejecutivo.

Los problemas sociales, económicos y políticos por los que atraviesa el país no se resolverán mientras no se aclare quién fue el ideólogo de la estrategia de utilizar a las pandillas para amedrentar a la nación.

De nada servirá tanto plan ni tanto proyecto sino damos con el cerebro que organizó a las pandillas. Ese cerebro sí sabe a dónde pretenden llevar al país y hasta cuándo nos van a tener así.

Mientras no se sepa públicamente quién es “la mosca” que igual susurraba al oído de Mauricio Funes que a la de Salvador Sánchez Cerén, o lo que, según dicen, fue la misma que susurró al oído de Salvador Cayetano Carpio la “conveniencia” de quitarse la vida en Nicaragua después del asesinato de la Comandante Ana María, no sabremos qué es lo que está pasando en nuestro país.

Mijango, Colindres, “El Big Boy” la ex jueza de menores, premiada con una embajada en Europa; Rubén Rauda o Douglas Moreno, tienen la obligación moral de  decir quién fue al artífice de la tregua entre pandillas o al menos, quien fue quien se los ordenó; así compensarían a la ciudadanía por los daños de que sigue siendo víctima todos los días.

Por su parte, el gobierno y su partido deben cesar en el  sabotaje y las amenazas a las que tiene sometida la Sala de lo Constitucional.

Deben abandonar su afán por tener el control del Consejo Nacional de la Judicatura y del resto de las instancias investigadoras y fiscalizadoras del país.

Deben borrar los subrayados en la agenda izquierdista del segundo gobierno del FMLN. Eso ayudaría mucho, que no quepa duda.

Este primero de junio, el presidente Sánchez Cerén, desde la Asamblea Legislativa, va a dar su primer informe presidencial a la nación. Ojalá no se entretenga en buscar culpables donde no los hay, ojalá que hable claro de una vez para saber a qué atenernos, ojalá que se decida, de una vez por todas, por el desarrollo económico, democrático y social del país; que nos diga que el  tema de las pandillas ha dejado de ser parte de su agenda, que renuncia a su confrontación con los sectores productivos del país y que, finalmente, el Poder absoluto ya no es asunto de su preocupación. Solo así encontraremos el camino de la concordia, del crecimiento y el desarrollo económico que tanta falta nos hace.

El mensaje del presidente Sánchez Cerén debe reflejar su voluntad política de hacer las cosas bien aunque a las moscas susurrantes de Casa Presidencial les moleste.

Señor Presidente Salvador Sánchez Cerén, abra las ventanas de su despacho para que entre aire fresco; ya es hora que haga cambios y sobre todo que deje de escuchar a quienes solo tienen lisonjas y no se atreven a decirle la verdad.