Cuando nuestro hijo empieza a contarnos algo que le ha pasado conviene parar, ponernos en cuclillas a su altura y prestar mucha atención.
Todos necesitamos sentirnos escuchados, aceptados, respetados en nuestra forma de ser, de lo contrario nos sentimos mal. La escucha activa puede definirse como escuchar con atención, comprensión y cuidado.
La comunicación no es un proceso exclusivamente racional y, a través de la escucha activa, tenemos en cuenta las emociones y sentimientos, comprendiendo cómo ven los otros las cosas y qué importancia les dan.
Escuchar activamente es empatizar con la otra persona, meternos en su pellejo, escuchar sus sentimientos.
Para poner en práctica la escucha activa debemos tener en cuenta tres comportamientos:
1 – Prestar atención
2 – Apreciar el punto de vista de la otra persona
3 – Hacerle ver que comprendemos lo que nos está diciendo.
4 – ¿Escuchamos bien a nuestros hijos?
Hoy en día, la vida va tan rápido que muchas veces no nos paramos a dedicarles a nuestros hijos -o a otras personas- toda la atención que necesitan en cada momento, y las conversaciones con los más pequeños quedan resumidas a consejos, órdenes, interrogatorios y regaños.
Cuando nuestro hijo empieza a contarnos algo que le ha pasado en el colegio, una preocupación, algún miedo, etcétera, conviene parar, ponernos en cuclillas a su altura y prestar mucha atención a lo que nos dice. Es lo que se denomina escucha activa.
Para poder transmitir a nuestros hijos que lo que les pasa es importante para nosotros, que los entendemos y que estamos dispuestos a ayudarles es necesario que en la comunicación exista un ingrediente fundamental: la escucha activa.
En la práctica, la escucha activa se traduce en arrodillarnos para mirarles a los ojos, un gesto que hace que nuestro interlocutor se sienta escuchado y entendido, una técnica de comunicación especialmente positiva cuando hablamos con los niños y que repercute en la autoestima y confianza de nuestros hijos.
Ideas practicar la escucha activa con nuestros hijos
La mayoría de los problemas que nos encontramos en la comunicación con nuestros hijos, amigos, familiares, etc. es porque nadie nos ha enseñado ni educado a escuchar activamente. Para ponerlo en práctica podemos seguir estos consejos;
Empieza a comunicarte con tus hijos desde que son pequeños. No son necesarias grandes tertulias, basta con estar disponibles para contestar sus preguntas, explicarles cosas, etc. Los niños que se sienten amados y aceptados por sus padres son más capaces de compartir sus sentimientos, pensamientos y preocupaciones con ellos.
Mantén el contacto con su mirada. Los padres que hacen esto demuestran a sus hijos que están interesados en ellos y en lo que les cuentan. Si no hay contacto con la mirada, los niños pueden pensar que sus padres no están interesados en lo que dicen, para ello podemos agacharnos para estar cara a cara.
Elimina todas las distracciones que dificultan la comunicación. Cuando los niños tienen ganas de hablar, debemos tratar de darles toda nuestra atención, dejar a un lado lo que estamos haciendo, mirar a nuestros hijos/as y ponerles atención. Si esto no es posible, tenemos que decirles que, en cuanto acabemos esto que estamos les buscaremos para hablar. De lo contrario, los niños pueden pensar que no estáis interesados en ellos, o que lo que tienen que decir no es importante.
Escucha con la boca cerrada. Los padres debemos tratar de interrumpir lo menos posible a nuestros hijos/as cuando estén contando algo, las interrupciones a menudo hacen que la persona que habla pierda su concentración. Cuando en vez de hablar él/ella nos ponemos a hablar nosotros (de lo que tiene que hacer, de lo que nos pasó a nosotros cuando estuvimos en una situación parecida,…) cortamos sus ganas de hablar.
Haz saber a tus hijos/as que han sido escuchados. Una vez que los niños han terminado de hablar, podemos mostrarles que hemos prestado atención repitiendo lo que acabamos de escuchar, con palabras diferentes, por ejemplo, “Parece que tuviste un día muy bueno en el cole, aunque creo que esto (…) te ha hecho sentir triste”. Esto no solo les indica que vosotros habéis estado escuchando; también es una oportunidad para aclararle cosas que quizás no han entendido o las han interpretado mal.
Artículo originalmente publicado por Forum Libertas