El Zika y el aborto

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Por Mauricio Eduardo Colorado-

Una nueva y grave enfermedad transmitida por los zancudos está afectando a todo el continente americano, y el efecto que produce es tan delicado que ha alertado a la organización mundial de la salud para tomar precauciones urgentes ante los daños por ahora incalculables que esta pandemia puede producir en la población americana –por ahora- y en un mediano plazo en todo el globo terráqueo.

Entendemos que los efectos del Zika, son similares a los del Dengue o a los de la Chicungunya, pero el virus es diferente, y produce un grave efecto en los bebés en formación dentro del vientre materno como lo es la interrupción del normal desarrollo del cerebro de quien está por nacer.

Ante esa realidad, las autoridades de Salud de nuestro país, han lanzado la alarma correspondiente, y han sugerido como primera medida de prevención, que el sector femenino de la población, no se embarace por un tiempo prudencial de dos años, que es el tiempo que se considera en que la enfermedad  puede investigarse y controlarse o que los criaderos del agente transmisor –el zancudo- puede eliminarse.

Como se puede imaginar, el problema es grave, y produce un conflicto enorme con los principios morales tradicionales y los religiosos donde se manejan extremos que van desde  no permitir el control de la natalidad más allá de los controles naturales –el método del ritmo- y rechazan los métodos artificiales como los anticonceptivos físicos, como el preservativo, o los más sofisticados como las pastillas.

Ante la gravedad de la responsabilidad de traer al mundo a un hijo mal formado y consecuentemente discapacitado de por vida, a sabiendas de que tendrá una vida infrahumana, la Ministra de Salud, ha planteado como una posibilidad de solución, estudiar que se despenalice el aborto terapéutico, como alternativa para quien quedó embarazada, y posteriormente se contagió con la enfermedad.

Serio conflicto de moralidad que se extiende a las autoridades de salud, a los legisladores, a las asociaciones que promueven  el aborto, y a los padres de la criatura que  podría estar afectados con un caso concreto. Sabemos que para los ideólogos de las iglesias conservadoras en extremo, sostienen  que las parejas deben tener a los “hijos que Dios les mande” es decir que tienen vedado utilizar métodos anticonceptivos artificiales, o creados por el hombre,, y por lo tanto deben mantener cero tolerancia en sus relaciones sexuales, si quieren evitar los hijos, entendiendo que el sexo solo tiene como finalidad, la procreación.  Otras confesiones, ya reconocen como legítimas que el sexo también acepta el placer de la pareja, como finalidad legítima. Y otras más avanzadas   sostienen que la época en que las parejas debían aceptar a los hijos que Dios les dé, termino con la superpoblación, y la difusión de la pobreza extrema.

Algunos pensadores sostienen que Dios para nivelar estos valores ha concedido a la ciencia la facultad de controlar los nacimientos en forma artificial, para evitar desigualdades y conflictos que producen el dolor humano, o por lo menos mitigarlo en algún a medida.

De todas maneras, el aborto no deja de ser un  crimen, un asesinato que no se justifica, y no es lícito ampararse en esta pandemia para abrir la puerta a desarreglos morales inaceptables. Menudo problema que se plantearan las autoridades de salud, los profesionales de la medicina, los sociólogos, los ministros religiosos, y los padres de familia. Esperaríamos que Dios ilumine las mentes de quienes tienen responsabilidad en las decisiones para minimizar los efectos del grave problema material y moral que se viene a corto plazo, para bien de todos.

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