Un 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Declaración Universal de Derechos Humanos, un documento histórico que proclama los derechos inalienables que corresponden a toda persona como ser humano, independientemente de su raza, color, religión, sexo, idioma, opinión política o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.
Dos años después, en 1950, la Asamblea General instó a los países a celebrar en esta fecha el Día de los Derechos Humanos.Han pasado desde entonces 72 años y si bien falta mucho camino por recorrer para la garantía plena de los derechos de los seres humanos, esta fecha nos llama a todos y todas a no claudicar en la lucha por la plena vigencia de los mismos, principalmente en sociedades tan desiguales e inequitativas como la nuestra, golpeada por la violencia, la delincuencia, los altos índices de corrupción, entre otros, que ponen en precario su cumplimiento y vigencia.
Los derechos a la vida, la educación, la salud, a una vivienda digna; el derecho a un trabajo y un salario digno, están lejos de cumplirse en nuestro país. También se ven conculcados los derechos a la libertad de expresión, de información y de prensa y a una justicia independiente, entre muchos otros.
Una fecha como la que conmemoramos hoy nos recuerda que la lucha por la vigencia plena de los derechos humanos es una tarea ardua que se debe librar día a día desde todos los escenarios y sectores de la sociedad, porque así coadyuvaremos a construir la nación de paz, fuerte y democrática que todos soñamos; la nación de oportunidades, la nación de los errores, la nación de las rectificaciones, la nación que no orilla a sus hijos e hijas a ir a buscar las oportunidades de una mejor vida fuera de la patria que les vio nacer.
No olvidemos que la lucha por los derechos y la igualdad no ha terminado ni terminará nunca.
