Las élites económicas de El Salvador, tanto las tradicionales como las nuevas que han surgido en los últimos años, tienen motivos para preocuparse ante la consolidación de un régimen autoritario bajo el liderazgo de Nayib Bukele. A primera vista, la estabilidad y la reducción de la criminalidad, dos de los logros más celebrados de su gobierno, podrían parecer beneficiosas para el sector empresarial. Sin embargo, la historia y la experiencia de otros países demuestran que la falta de contrapesos democráticos y la concentración de poder representan un riesgo significativo para la seguridad jurídica, la inversión y, en última instancia, la prosperidad a largo plazo.
Aquí se presentan las razones principales por las que las élites económicas deberían estar atentas:
1. Inseguridad Jurídica y Riesgo de Expropiación
En una dictadura o en un sistema donde el poder judicial no es independiente, la propiedad privada deja de estar protegida por un marco legal predecible. Las decisiones judiciales pueden ser arbitrarias y obedecer a la voluntad del gobernante, no a la ley. Esto significa que los contratos, las inversiones y los bienes de las empresas pueden ser vulnerables a la confiscación, la expropiación o la imposición de multas y regulaciones draconianas sin un debido proceso. La falta de seguridad jurídica es un factor disuasorio para la inversión extranjera y puede obligar a los capitales locales a buscar refugios más seguros en el exterior.
2. Control Total del Estado sobre la Economía
Los regímenes autoritarios suelen buscar un control férreo sobre la economía para consolidar su poder. Esto puede manifestarse a través de la eliminación de los representantes del sector privado en las juntas directivas de instituciones estratégicas, como ya se ha visto en El Salvador con la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP). Además, pueden implementar políticas económicas caprichosas, como la adopción del Bitcoin sin un análisis de riesgos exhaustivo, o crear monopolios estatales que compitan directamente con empresas privadas. La incertidumbre sobre las reglas del juego económico y la intervención gubernamental sin contrapesos son perjudiciales para la planificación a largo plazo y la competencia leal.
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3. Falta de Separación de Poderes y Corrupción Sistémica
La concentración de poder en una sola persona o un solo partido, sin la supervisión de un poder legislativo y judicial independiente, abre la puerta a una corrupción de gran escala. Aunque el gobierno de Bukele ha prometido combatir la corrupción, la eliminación de los contrapesos democráticos y la falta de transparencia en la adjudicación de contratos y la gestión de fondos públicos pueden generar un ambiente donde la corrupción se vuelve endémica. Esto no solo afecta la moralidad pública, sino que también puede traducirse en mayores costos para las empresas que se ven obligadas a participar en sobornos o en arreglos poco claros para poder operar.
4. Riesgos a la Inversión Extranjera
La inestabilidad política y la falta de respeto al estado de derecho son dos de los principales factores que las empresas internacionales consideran al momento de decidir dónde invertir. Si El Salvador es percibido como una «autocracia moderada,» como han señalado algunos informes internacionales, es menos probable que atraiga a inversionistas serios y a largo plazo. En lugar de ello, podría depender de acuerdos y financiamientos de países con modelos políticos similares, lo que podría no ser sostenible y podría limitar el acceso a mercados occidentales clave. El sector empresarial, que se beneficia de la inversión extranjera, podría ver un estancamiento o un retroceso en el desarrollo económico.
5. Represalias contra la Disidencia
En un ambiente autoritario, la crítica y la disidencia, incluso la proveniente del sector empresarial, son vistas como amenazas. Si un empresario o una gremial alza la voz para oponerse a una política económica o a una reforma constitucional, puede enfrentar represalias directas del gobierno, como auditorías fiscales agresivas, investigaciones penales o la cancelación de licencias. El miedo a las represalias disuade la crítica constructiva y ahoga el debate público, creando un ambiente donde solo se puede operar con la anuencia del poder, lo que a largo plazo, asfixia la innovación y el crecimiento.
6. La impunidad de los amigos del «hombre»
Al tener control absoluto sobre lo que debería ser la Contraloría de Estado, la Fiscalía General de la República y el poder Judicial, la familia inmediata y los allegados a la dictadura creen gozar de impunidad. Nuevos negocios y la entrada a viejos negocios bajo un «trato especial», por su influencia en los anillos de poder, pone en peligro el esfuerzo de décadas de empresarios que han mantenido la economía salvadoreña frente a reglas que, hasta hace pocos años, con todo y sus defectos de origen, eran claras.
En conclusión, aunque la reducción de la criminalidad ha generado un respiro y un apoyo popular masivo, las élites económicas no pueden ignorar los riesgos inherentes a la erosión de las instituciones democráticas. La falta de contrapesos, la inseguridad jurídica y el control político sobre la economía son amenazas directas a la prosperidad de las empresas y, por ende, a la salud económica del país.