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¿Por qué es importante el sexo en las relaciones largas?

El deseo sexual suele disminuir con el tiempo en las relaciones duraderas. ¿Por qué sucede esto? ¿Por qué hombres y mujeres lo experimentan de forma diferente?

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¿Sexo? «Tal vez una vez cada dos meses», suelen decir muchos de mis conocidos, sobre todo hombres que llevan muchos años en una relación, tienen hijos y una vida estable. Pero también están frustrados.

Al principio, según cuentan todos, el fuego de la pasión ardía sin control. De sus relatos decepcionados, se deduce que pensaban que eso iba a durar para siempre. Pero lo normal es que el deseo sexual disminuya al cabo de uno o dos años de relación, afirma la psicóloga y psicoterapeuta Andrea Seiferth.

Según ella, esto se debe a cuestiones hormonales. Al principio, hay un «impulso sexual» irrefrenable. Pero, a medida que avanza la relación, adquiere fuerza el vínculo. La oxitocina, la llamada «hormona del amor», gana terreno. «Las hormonas del vínculo atenúan las hormonas sexuales, por lo que el deseo y la frecuencia disminuyen», afirma Seiferth. «Es algo que las parejas deben saber», añade la experta.

¿Qué hacer entonces? Para empezar, se necesita comunicación, destaca Seiferth. ¿Qué me gusta? ¿Qué te gusta? ¿Qué disfrutamos los dos? Para que un diálogo así tenga éxito, es importante comprender la propia sexualidad.

¿Son realmente las mujeres el problema?

La doctora Meredith Chivers es profesora del Instituto de Psicología y del Centro de Neurociencia de la Universidad de Queens en Kingston, Canadá. Como directora del Laboratorio de Sexualidad y Género, investiga, entre otras cosas, la sexualidad de las mujeres.

Esta funciona de manera diferente a la de los hombres. Las investigaciones de Chivers revelan que las mujeres pueden estar físicamente excitadas, es decir, produciendo lubricación, sin sentir realmente deseo. Es decir, el hecho de que la vagina de una mujer se humedezca no significa que sienta placer. «Hemos observado que las mujeres reaccionan con una clara respuesta sexual física a toda una serie de estímulos sexuales que son absolutamente indeseables e involuntarios. Por ejemplo, representaciones de agresión sexual», asegura Chivers.

Según la hipótesis de la investigadora Meredith Chivers, la discrepancia entre la excitación física y la excitación sexual real no es tanto una cuestión de biología femenina como del historial de desarrollo sexual de las mujeres

Según la investigadora, la razón de este automatismo físico es la función protectora de la lubricación. Por terrible que parezca, las violaciones causan de esta manera menos daño. Chivers descubrió que la discrepancia entre la excitación sexual física y la excitación sexual percibida es especialmente pronunciada en las mujeres heterosexuales.

A partir de ahí, Chivers deduce una hipótesis: la desconexión entre la excitación física y la excitación sexual real no es tanto una cuestión de biología femenina como del historial de desarrollo sexual de las mujeres. «Los roles de género desde la infancia, los mensajes negativos sobre el cuerpo, hasta las experiencias con el dolor y la violencia. Todos estos factores separan sobre todo a las mujeres de sus reacciones fisiológicas», afirma la psicóloga.

Esto también lo refleja la denominada brecha orgásmica de género, es decir, la diferencia en la capacidad de alcanzar el orgasmo entre ambos sexos. Un estudio de 2022 afirma que entre el 30 y el 60 por ciento de las mujeres alcanzan el clímax durante el sexo heterosexual. En el caso de los hombres, la cifra oscila entre el 70 y el 100 por ciento.

Según un estudio de la psicóloga y sexóloga Natalie Rosen, las necesidades sexuales insatisfechas hacen que el sexo se convierta en un tema cada vez más estresante y que la libido se esfume. Por el contrario, según el mismo trabajo, la satisfacción de las necesidades sexuales dentro de una relación conduce tanto a un mayor deseo sexual como a una mayor satisfacción con la relación en sí.

¿Qué puede servir de ayuda en las relaciones sin sexo?

«Especialmente para las mujeres, es importante cómo se sienten en general en la relación», explica Seiferth. Si falta la sensación de ser vista y valorada, a menudo también se resiente la sexualidad de la pareja. «Las mujeres, sobre todo, necesitan mucho valor para mostrar sus necesidades y también para defender lo que no quieren».

Muchas parejas cuya vida sexual se ha apagado y que acuden a la consulta de Seiferth apenas se tocan en el día a día o solo lo hacen de forma automática y rutinaria. No hay abrazos largos, ni besos, ni caricias fugaces en el día a día. «Y luego llega el fin de semana y se supone que hay que tener sexo. Eso es como saltar desde una torre de diez metros», afirma Seiferth.

Por eso, además de una comunicación abierta, es importante fortalecer el vínculo de la pareja. Para otras personas, la autonomía es la clave para una mayor pasión. «A veces es importante la distancia y que cada uno experimente algo nuevo y emocionante», dice Seiferth.

Lo que viene después del sexo

A menudo, el deseo, el placer y la excitación surgen durante los preliminares a través de las caricias y los besos. Para la psicoterapeuta es importante crear momentos y espacios libres de estrés entre el cuidado de los niños, las reuniones y las montañas de ropa sucia para «desarrollar una cultura íntima y lúdica juntos, en la que el sexo no sea una obligación, pero sí una prioridad de la pareja»

Porque no solo el sexo fortalece la relación de pareja, sino también el tiempo que la pareja se dedica mutuamente después: las parejas que se acurrucan y se apoyan mutuamente después del sexo refuerzan los sentimientos de cercanía, confianza y afecto. Según un estudio de la psicóloga Amy Muise, estas personas están más satisfechas con su relación y se sienten más satisfechas sexualmente.

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