Después de declarar la guerra a la pederastia y a los abusos sexuales de sacerdotes a monjas dentro de la Iglesia, el Papa acaba de abrir un tercer frente: la lucha contra la corrupción en el Vaticano.
Una voluntad que ha quedado reflejada en el nuevo Estatuto del Vaticano, en el que se ha modificado la oficina del Auditor General que, a partir de ahora, funcionará como la oficina de la “autoridad anticorrupción”.
El documento, que firmó el Papa el pasado 21 de enero, cambia el párrafo 3 del Artículo Primero del estatuto donde se especifica que el “Auditor General solicita y obtiene de los Organismos y Administraciones auditados cualquier información y documentación de carácter financiero o administrativo significativo”.
Una modificación que fortalece las funciones del Auditor, que actualmente está a cargo de Alessandro Cassinis Righini.
Según ha señalado Vatican News, esta autoridad tendrá la capacidad de acceder sin impedimentos a la información de carácter económico o administrativo necesarios para la realización de la auditoría.
También, según se recoge en el nuevo Estatuto -que entra en vigor el próximo 16 de febrero-, que la figura del Auditor tiene las competencias necesarias para llevar a cabo “cualquier otro tipo de procedimiento de auditoría que considere apropiado en las circunstancias”.
Un vez verificada la información que ha solicitado, el Auditor está en la obligación de informar a la Autoridad de Información Financiera, al Consejo de Economía así como comunicárselo a la Autoridad Judicial competente del Estado de la Ciudad del Vaticano en el caso de cualquier noticia de delito identificada en el curso de su actividad.
