‘Laudeato si’, la segunda encíclica del Papa Francisco, es una declaración de intenciones y una seria advertencia de las consecuencias de la sobrexplotación de los recursos y del planeta.
“Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a explotarla”, escribe el pontífice. “Nosotros no somos Dios. La Tierra nos precede”.
En el texto el pontífice denuncia, con un lenguaje claro y directo, la responsabilidad de los individuos en el deterioro ambiental que sufre nuestro ecosistema e invita a buscar otros modos alternativos, otros estilos de vida, con los que enfocar la economía y el progreso a través de una “conversión ecológica” para salvar el planeta. A continuación algunas claves de los ‘mandamientos’ ecológicos del pontífice argentino.
1.- Respeto de los recursos naturales como bien común. Francisco defiende que el clima, como el agua y otros recursos naturales, son bienes de la naturaleza, bienes que la Tierra nos ha regalado no para que los explotemos sino para que los compartamos y respetemos. El pontífice advierte que el problema del calentamiento global, así como las terribles sequías que afectan a las zonas más pobres del mundo, sólo pueden ser afrontados con responsabilidad. “El cambio climático es un problema global con graves consecuencias ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas, y constituye una de los principales desafíos actuales para la humanidad”, señala el pontífice.
2.- Fomentar el uso de las energías alternativas que ‘entierren’ los combustibles fósiles. Es imprescindible, dice el papa, apostar por otro modelo de desarrollo más sostenible y limpio. “Se ha convertido en algo urgente el desarrollo en los próximos años de políticas dirigidas a reducir drásticamente las emisiones de dióxido de carbono y otros gases altamente contaminantes, por ejemplo, sustituyendo los combustibles fósiles y desarrollando fuentes de energía renovables”.
4.- No sustituir el trabajo humano con el progreso tecnológico. El trabajo es una necesidad para garantizar nuestra manutención y realización personal. Invertir en tecnología en lugar de en las personas para otener un mayor beneficio económico “es un pésimo negocio para la sociedad”, advierte el pontifice. “La orientación de la economía ha favorecido un tipo de progreso tecnológico dirigido a reducir los costes de producción en función de la disminución de los puestos de trabajo que son sustituidos por las máquinas”. La disminución de los puestos de trabajo, advierte el papa, “tiene un impacto negativo en el plano económico através de la progresiva erosión del capital social”.
5.- No a la experimentación biológica con personas y animales. Francisco recuerda que el Catequismo sugiere que la experimentación con animales es legítima dentro de unos límites si contribuye a salvar vidas humanas. De la misma manera con los alimentos transgénicos. Sin embargo es mucho más crítico sobre la experimentación con embriones humanos. “Es preocupante el hecho de que algunos movimientos ecologistas defiendan la integridad del ambiente, y con razón reclamen límites a la investigación científica, mientras a la vez no se aplican estos mismos principios para la vida humana. A menudo se justifica que se pasen todos los límites cuando se hacen experimentos con embriones humanos vivos. Se olvida que el valor inalienable de un ser humano va mucho más allá de su grado de desarrollo”.
6.- Crear una ecología económica y humana global. Es necesario respetar el medioambiente, las distintas culturas y pueblos así como los espacios en las ciudades. Por ejemplo, escribe el papa, poseer una casa es importante “para la dignidad de las personas y el desarrollo de las familias. Se trata de una cuestión central de la ecología humana”. Todo está conectado entre sí. “El crecimiento económico tiende a homogeneizar para simplificar los procesos y reducir los costes. Por eso es necesario una ecología económica capaz de considerar la realidad en una manera más amplia. La protección del medio ambiente deberá constituir parte integrante del proceso de desarrollo y no podrá considerarse en manera asilada”.
7.- No a la especulación con el medio ambiente. “La estrategia de compra-venta de ‘créditos de emisión’ puede dar lugar a una nueva forma de especulación y no serviría para reducir la emisión global de gases contaminantes”, escribe el pontífice. “Para los países pobres las prioridades deben ser la erradicación de la miseria y el desrrollo social de sus habitantes, al mismo tiempo deben examinar el nivel escandaloso de consumo de algunos sectores privilegiados y contrastar la corrupción”.
8.- La ciencia y las religiones son complementarias. “No se puede sostener que las ciencias empíricas expliquen completamente la vida, la íntima esencia de todas las criaturas y el conjunto de la realidad. Los principios éticos que la razón es capaz de percibir, pueden ser expresados con lenguajes diferentes, también religiosos”.
9.-Cambiar nuestro estilo de vida para salvar la Tierra. “Más vacío está el corazón de una persona, más necesidad tiene de comprar objetos que poseer y consumir”. Así Francisco denuncia como el consumismo “compulsivo” nos engaña haciéndonos creer somos libres mientras tengamos libertad para consumir. “La obsesión por un estilo de vida consumista, sobre todo cuando sólo unos pocos pueden sostenerlo, sólo podrá provocar violencia y destrucción recíproca”, advierte el pontífice. “La humanidad está llamada a tomar conciencia de la necesidad de cambiar los estilos de vida, de producción y de consumo para luchar contra este calentamiento global o, al menos, las causas humanas que lo producen o lo acentúan”.
10.- Crear instituciones internacionales que velen por el bien común global. Es necesario la introducción de una regulación internacional para frenar el calentamiento global, asegura el papa. Pero las leyes, por sí solas, no resolverán el problema: hace falta cambiar la perspectiva ética global. “Es esencial lograr un consenso global para enfrentar problemas más profundos que no pueden ser resueltos por las medidas unilaterales de países individuales”. “Las cumbres mundiales en los últimos años no respondieron a las expectativas por falta de voluntad política”, denuncia el pontífice. Pero el responsable de que no se haya podido avanzar en este sentido son los países desarrollados que “privilegian sus intereses nacionales sobre el bien común global”, en detrimento de los más pobres.