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El Salvador se juega su futuro el próximo 3 de febrero

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Por Mauricio Eduardo Colorado.- Efectivamente, todos los plazos se llegan, y nuestro país no será la excepción, siendo asi que el domingo tres de febrero se celebraran las elecciones presidenciales en un ambiente de incertidumbre como jamás se había visto en El Salvador.

Por muchos años, las circunstancias políticas en que se desarrollaban las elecciones  permitían predecir con bastante certeza y probabilidad quien o quienes serían los escogidos para gobernar, sea porque el sistema político permitía los abusos y el fraude, tosco o sofisticado –pero al fin fraude- o porque de manera natural, los candidatos tenían una popularidad real, aunque su capacidad para gobernar, no correspondiera a lo que se necesitara para sacar adelante al país.

De hecho, los vicios de la verdadera democracia, hace correr estos riesgos a las naciones, pero esa es la razón por la que el sistema democrático, exige la renovación constante de  los gobernantes de tiempo en tiempo, en contraposición de los sistemas que permiten la continuación en el poder de un mismo gobernante.

En países políticamente desarrollados, esa continuación si es permitida cuando el gobierno demuestra capacidad y un funcionamiento adecuado y beneficioso para los súbditos.

En países sin cultura política, estos gobernantes se convierten en dictadores que se aferran al poder, y que saquean el erario publico en su propio beneficio, y finalmente deben ser expulsados por la fuerza, y sometidos a juicio.

La situación de El Salvador en el actual momento es muy delicada y difícil porque aunque existen cuatro candidatos a la presidencia, solamente se consideran tres opciones con posibilidades reales de obtener el triunfo electoral. Las enunciaremos, aunque no en orden de preferencias ni de posibilidades de triunfo, porque el panorama es muy confuso debido a lo complicado que se ha vuelto la campaña electoral.

La primera opción, es la que ofrece el partido gobernante, cuyo gran contrapeso es precisamente el desgaste sufrido por los dos gobiernos desarrollado hasta la fecha, que no han resultado como la gente esperaba de lo prometido en las campañas: UN CAMBIO en la forma de vivir. Indudablemente, la población imaginaba un cambio en que todo sería mas fácil, mas barato, mas riqueza y menos pobreza, y en fin, mas bienestar y menos malestar.

Eso se vio, pero solamente para la dirigencia del partido y los funcionarios del partido, lo cual no cayó en gracia para la población  ni las bases del partido.

La segunda opción, es la de regresar al sistema de quienes gobernaron antes de los izquierdistas: La derecha. En este sistema, se garantiza que quien trabaja duro, garantiza su éxito y su sobrevivencia.

Sin embargo, se critica que no se descartan los abusos de determinados poderes económicos que abusan de sus capacidades y desconocen las necesidades de algunos sectores, a quienes niegan derechos sociales que por derecho natural les pertenecen. Sueñan con regresar al pasado, pero para beneficio propio, pero no comprenden que ese pasado, reconociendo la función social, es la garantía de su propio seguro futuro.

La tercera opción ha nacido de un hábil comunicador que ha sabido ganarse a un sector de hábiles políticos de dudosa reputación, que le han dado cabida en sus estructuras con el poco oculto interés de asaltar el poder, y entronizarse en el,y desde allí, obtener los frutos mejor cotizados de los negocios públicos en beneficios privados.

Las diversas encuestas, son contrastantes en sus resultados, y algunos analistas, sugieren que los pronósticos tan diversos solo presagian violencia como producto de reclamo de fraudes electorales  a manera de provocar el caos nacional, y con ello la “ganancia de pescadores del río revuelto”.

De lo que si estamos seguros es de que El Salvador no aguanta mas corruptelas, ni caos. Alguien tiene que poner orden, y pronto. El Tribunal Supremo Electoral debe ejercer su autoridad y sancionar con dureza a quien no acate sus disposiciones.

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