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Con decretos presidenciales o sin ellos, la economía de El Salvador sigue a la baja

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Los salvadoreños fueron testigos las últimas semanas de un ridículo intento de controlar los fenómenos económicos a base de decretos presidenciales y juramentos de obediencia y sumisión, sin embargo, a diferencia de la Seguridad, que es una percepción, la economía del país se basa en realidades, realidades que sufre el bolsillo y el estómago de los ciudadanos.

El Banco Central de Reserva (BCR), obedeciendo órdenes superiores, ha vaticinado que la economía de El Salvador se alzará «por milagro» hasta un 4% en 2024.

A pesar de semejante afirmación, la economía de El Salvador muestra una tendencia a decrecer y a estancarse, indican las cifras del Índice de Volumen de Actividad Económica (IVAE) del promisorio BCR.

Para el mes de abril el IVAE registró una caída de -0.6 por ciento lo que ratifica la tendencia a la baja a partir de febrero.

El indicador no es igual al Producto Interno Bruto (PIB), pero muestra la trayectoria anual de la actividad productiva, es decir, da señales sobre la tendencia-ciclo de la actividad económica y sus cambios, explica el izquierdista César Villalona, que de vez en cuando y de cuando en vez aparece para analizar la economía salvadoreña.

Según Villalona debido a que durante el primer cuatrimestre del año la tasa de IVAE fue negativa, el BCR no anda bien en sus vaticinios y sin embargo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) mejoró la perspectiva de crecimiento económico para El Salvador en 2024, por supuesto que tanto como un 4%.

Asimismo, el Banco Mundial ajustó al alza su previsión de crecimiento para la economía de El Salvador en 2024. Pero el organismo considera que el país puede crecer hasta un 3.2 por ciento este año, un 0.9 por ciento arriba del 2.3 por ciento que proyectaba en enero pasado, pero también por debajo del imaginario del BCR.

A pesar del juego numérico de las autoridades económicas del país, El Salvador y Panamá serán las economías de menor crecimiento en Centroamérica, digan lo que digan.

Hasta abril los sectores que muestran peor desempeño en El Salvador, de acuerdo al índice, son la construcción con -16.8 por ciento, Información y Comunicaciones -3.5 por ciento, administración Pública y defensa, enseñanza, salud y asistencia social -3.3 por ciento.

También hay afectación en actividades profesionales, científicas y técnicas administrativas de apoyo a otros servicios con un decrecimiento de -3.2 por ciento. Con igual tendencia el sector industrial muestra un estancamiento de de 0.4 por ciento.

Al parecer el turismo es uno de los pocos sectores de la economía que mantiene la tendencia al crecimiento al ser uno de los principales rubros en aportar al Producto Interno Bruto (PIB) luego de un primer semestre alentador con una entrada a la economía local de más de mil 877 millones de dólares-

El presidente Nayib Bukele ha prometido que en su segundo mandato se propone priorizar enfrentar los problemas económicos del país, pero nadie conoce, en especial los principales actores económicos del país, su plan de medidas, si es que existe y solo adelantó que será una “medicina amarga”, cuando hizo jurar a sus seguidores que la aceptarían sin reclamar.

Y ha llegado al colmo de «ordenar» que los precios bajen por decreto y amenazas, a lo que nadie en la cadena comercial de alimentos le ha hecho caso.

La diferencia entre lo «aparente» y lo «real» es que lo real es lo auténtico; lo aparente, aunque sea virtual, es un sucedáneo.

Es decir que lo Real es: Algo de lo que se tiene certeza, se ve, se tiene un estudio, se comprueba. y lo Aparente: ilusión de algo que aparenta ser, parece, pero no es.

Con respecto a la Seguridad del país y la guerra contra las pandillas, le han «contado» al pueblo que hoy se puede caminar en el Centro de San Salvador, siempre se pudo, le han «contado» a la gente que se ha liberado amplias zonas donde las pandillas tenían el control, pero las grandes mayorías no han ido a semejantes lugares, ni han visto si es o no cierto.

Pero lo real es que tres tomates cuestan un dólar, un güisquil cuesta un dólar, un pequeño ayote tierno cuesta $1.5, que una libra de carne cuesta hasta $7, que una bolsa de frijoles en el supermercado cuesta casi $3 y que la energía eléctrica, que subiría un 23% en las promesas del presidente Bukele, subió mas del 30% el último mes, acompañado, por supuesto, del agua y todos los demás servicios que deberían ser públicos.

Mi abuelo decía que una mentira cae más rápido que un cojo. En lo aprente pueden mentir lo que quieran, en lo real pueden mentir, pero el pueblo no es tonto, se da cuenta y cuando llegue el momento le recordarán al breve caudillo del populismo salvadoreño que en su juramento aceptó que «el pueblo os lo demande».

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