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A un mes de convulsión en las calles de Venezuela

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La oposición convocó a marchar en toda Venezuela el lunes, cuando se cumple un mes de tensiones con masivas protestas contra el presidente Nicolás Maduro, escenario que trae una renovada oferta de mediación del papa Francisco.

Veintiocho personas han muerto y cientas resultaron heridas en abril en disturbios vinculados a las manifestaciones, de los que se acusan mutuamente gobierno y oposición.

Frente a la creciente crispación, Francisco declaró este sábado que el Vaticano está dispuesto a ayudar, pero con “condiciones muy claras”.

Recordó un fallido proceso de diálogo emprendido en octubre pasado, con acompañamiento de la Santa Sede, que la oposición abandonó al acusar al chavismo de incumplir acuerdos. “Las propuestas no eran aceptadas o se diluían. Eran un sí sí, pero no no”, afirmó el pontífice.

Al responder a la propuesta, el líder opositor Henrique Capriles descartó retomar las negociaciones.

“Los venezolanos, todos, queremos dialogar, pero no estamos dispuestos a un diálogo Zapatero”, dijo Capriles a periodistas, aludiendo al exgobernante español José Luis Rodríguez Zapatero, quien encabezó una misión de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) que acompañó al Vaticano en la fracasada mesa de conversaciones.

Capriles ha puesto en duda anteriormente la neutralidad de Rodríguez Zapatero.

Las manifestaciones ocurren en circunstancias complejas. El país con las mayores reservas petroleras del mundo sufre una severa escasez de alimentos y medicinas y una inflación, la más alta del mundo, que el FMI cifra en 720% para 2017.

“Quiero que mi país se libere de esta ‘dictadura’. Queremos comida, medicinas, seguridad”, resumióla peluquera Yoleida Viloria, de 42 años, quien vive en el popular barrio Petare (este de Caracas).

Maduro asegura que sus adversarios hacen “terrorismo” para propiciar un golpe de Estado y una intervención extranjera. La oposición responsabiliza al gobierno por una “violenta represión”.

La pugnacidad complica las relaciones internacionales de Venezuela, que el viernes inició su retiro de la Organización de Estados Americanos (OEA), acusándola de aupar esa intervención. El martes buscará respaldo en una reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) en El Salvador.

Las protestas estallaron luego de que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) tomara las funciones del Parlamento, único poder que controla la oposición. Aunque la corte revirtió la decisión tras rechazo internacional, la chispa quedó encendida.

El 1 de mayo, día que siempre ha sido de masivas concentraciones chavistas, los opositores volverán a desafiar al gobierno con marchas hacia las sedes del TSJ y el Consejo Nacional Electoral en los 24 estados del país.

“Toca demostrar que, tras un mes de resistencia, ahora es que quedan fuerzas”, retó este sábado Freddy Guevara, vicepresidente del Parlamento.

Cientos de personas con velas y flores marcharon este sábado en honor a los fallecidos en Chacao, bastión opositor en Caracas, donde estudiantes iniciaron una vigilia que concluirá en la mañana del domingo.

“Estamos recordando a nuestros compañeros asesinados, que merecen el reconocimiento de toda Venezuela”, dijo Amanda Fioretti, estudiante de Derecho de 20 años.

La oposición exige “elecciones generales” y también respeto a la autonomía del Parlamento, liberación de políticos y activistas presos y un canal humanitario que alivie la escasez.

Maduro, cuya gestión rechazan siete de cada diez venezolanos según encuestas, dice desear elecciones, pero refiriéndose a las de gobernadores -que debieron realizarse en 2016- y descartando un adelanto de las presidenciales de diciembre de 2018.

“Aquí hay un infinito sótano. Sin elecciones lo que vendría es la desgracia (…). El destino de este país, si no se frena la marcha que lleva, es la violencia y el caos”, aseguró a periodistas el analista Carlos Raúl Hernández.

Las protestas, que trajeron a la memoria las manifestaciones opositoras de inicios de 2014 que dejaron 43 muertos, han alterado la vida cotidiana.

Durante las marchas, el metro y otros medios de transporte no funcionan, muchos comercios y escuelas no abren y algunas instituciones y empresas trabajan a medias.

“Todo está revuelto. No envío a mi niño a la escuela por temor a las bombas lacrimógenas. Casi no he trabajado porque no he salido a comprar el hilo que uso para tejer y buscar comida se ha vuelto más difícil”, opinó Jaqueline Lalanne, de 46 años.

A la vez, bandas armadas de encapuchados han sembrado pánico. Llegan en motos y a veces en camionetas tras manifestaciones, especialmente de noche y de madrugada.

Nada indica que la tensión vaya a bajar. La oposición promete seguir en la calle hasta lograr un calendario electoral y Maduro pide a sus seguidores apoyo “para lo que viene”.

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