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Las leyes no sirven de mucho si no existe independencia de poderes

En países autoritarios, las leyes no protegen al ciudadano. Su aplicación dependerá de quien toma las decisiones

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Periodistas y analistas de la democracia y el ámbito digital, durante el foro “Hackeando libertades. El avance del autoritarismo digital”, coincidieron en que la represión digital se ha vuelto tan cotidiana como la real y que el autoritarismo se arraiga sin importar las ideologías. Y en ese contexto las leyes, por muy buenas que sean, no sirven de mucho a los ciudadanos si no existe independencia de poderes.

La frase es del periodista salvadoreño José Luis Benítez, quien participó en el foro organizado por Probox, un observatorio digital que se encarga de monitorear y analizar la conversación sociopolítica en las redes sociales.

“Cualquier ley no nos va a servir de mucho, dependiendo de quien decide”, dijo Benítez para luego dar un ejemplo de su país, que muestra la falta de separación de poderes. “Es vital la conciencia ciudadana, las instituciones como las universidades y el periodismo”, explicó.

La moderadora del foro fue Mariví Marín, directora de ProBoxVE, quien redondeó la idea: La falta de institucionalidad es una fuerte base para el autoritarismo digital.

El evento, que fue transmitido por YouTube, fue presentado por Alessandra Pinna, directora de programas para América Latina y el Caribe de Freedom House. Destacó el informe sobre la libertad en la red, en el que Venezuela figura como un país no libre, por séptimo año consecutivo, debido al patrón de manipulación digital y censura aplicado en el contexto electoral.

“Desde las elecciones presidenciales de julio se ha desarrollado una represión sin precedentes. Y también en línea, llena de manipulación y censura digital, para desinformar y estigmatizar medios, periodistas y dirigentes políticos», explicó.

Algo muy llamativo, según Pinna es que las redes que eran herramientas de campaña del oficialismo antes del 28 de julio, son  ahora el objetivo de ataques de los funcionarios públicos.

En resumen, Pinna habló del uso de la paz como mecanismo para aplacar el derecho a la protesta, la tecnología para reprimir y campañas en redes sociales para acallar las voces críticas.

La importancia de las leyes bien administradas

Marianne Díaz, de Access Now, recalcó la necesidad de impulsar leyes que protejan a los ciudadanos desde el punto de vista digital. En Venezuela, por ejemplo, no hay normas de protección de datos personales, ni de privacidad, más allá de la de las comunicaciones.

Pero, las legislaciones pueden ser un arma de doble filo, como ya está demostrado en países como Cuba, El Salvador y Venezuela.

De esa idea Benítez tomó apuntes para recordar que “el problema es que las legislaciones no existen para proteger al ciudadano”. Y recalcó que leyes que son positivas no se cumplen, como la Ley de Acceso a la información en El Salvador, que hoy no se cumple.

“La legislación en Venezuela, por ejemplo, sirvió para que el Gobierno tomara ciertas acciones contra la sociedad civil”, recalcó Daniel Suárez, de DFRLab. “Vemos violaciones que salen de lo digital y rayan en crímenes de lesa humanidad”, acotó.

Un aparato represivo que crece

Para Iria Puyosa, de Democracy-Tech Initiative, se ha popularizado en el mundo el uso de la tecnología para reprimir y limitar la libertad de expresión, especialmente en América Latina. Habló de un sistema complejo de muchos componentes que incluye propaganda y el uso de la legislación para criminalizar la disidencia.

“El caso de Venezuela es el más extremo en América Latina”, opinó. Ocurre porque el país tiene un desarrollo tecnológico más fuerte que Cuba y Nicaragua.

En este ambiente, el uso de vigilancia masiva es clave. La pandemia ayudó a expandir las herramientas de vigilancia y control del ámbito digital.

Pero el éxito de estas técnicas represivas depende también de la sociedad, de acuerdo con Daniel Suárez, de DFRLab. Dijo que la venezolana es una “sociedad civil debilitada que, aunque muy golpeada, es muy valiente”.

La represión en la red es “un aparato que se fortalece y evoluciona en el tiempo, que se convirtió en un ejemplo para otros países”.

Otro punto marcado por Suárez es el papel de las plataformas, que no considera claro. Lo dice porque, en medio de la represión, YouTube premió a Diosdado Cabello por su canal, “que es evidentemente fuente de represión”. Y Tiktok, a pesar de los ataques de Maduro, se usó para la persecución de niños y adolescentes.

La clave: educación en derechos digitales y crear espacios

Otra de las conclusiones de los invitados al foro es que es necesaria la educación digital de la población, pues la ignorancia es usada por gobiernos totalitarios en su beneficio.

«Hay poco conocimiento en derechos digitales”, recalcó Benítez. “La tecnología es una herramienta, hay que aprender a usarla para generar ciudadanía”.

Marianne Díaz propuso un mecanismo de resistencia, “no de cambiar, sino reconocer que estamos en vigilancia”. Recordó que países democráticos también aplican vigilancia, aunque en menor medida. “Mientras haya más digitalización, habrá más vigilancia”.

Además, hay que crear espacios para el anonimato, la comunicación cifrada, y la privacidad.

Suárez agregó el combate a la polarización del ámbito digital, “con la visualización de contenidos de quienes nos atacan”.

Puyosa destacó la necesidad del fortalecimiento de comunidades, que trabajen para interrumpir el monitoreo constante “y conseguir espacios de libertad en medio del contexto represivo”.

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