La cumbre de los líderes de América del Norte, popularmente conocida como la cumbre de los “Tres Amigos”, buscó reforzar la cooperación entre Estados Unidos, México y Canadá ante un mundo generoso en desafíos, pero el presidente norteamericano, Joe Biden, llegó a la reunión en el Palacio Nacional de México con una prioridad saliente en su agenda: fortalecer el manejo de la migración, y blindar la frontera de Estados Unidos para evitar que se convierta en un problema político mayor en la pelea por la Casa Blanca que se dirimirá en 2024.
Los tres temas salientes de la cumbre de los líderes fueron la integración económica, el cambio climático y la migración hacia la frontera en el sur de Estados Unidos, un flagelo para la administración de Biden, y un talón de Aquiles para los demócratas ante la puja por la Casa Blanca el año próximo. La mayoría de los extranjeros que quieren ingresar a pie a Estados Unidos provienen de Venezuela, Haití, y los países del llamado “Triángulo Norte” de América Central, Nicaragua, Honduras y El Salvador. Cientos de miles han recorrido un largo camino que, para muchos, incluye el peligroso cruce por el Tapón del Darién, entre Colombia y Panamá.
Biden, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, acordaron, entre otras medidas finalizar un plan para mejorar la coordinación y “abordar las causas profundas de la migración irregular”, indicó la Casa Blanca, y anunciaron un nuevo centro de apoyo a migrantes en el sur de México, que tendrá apoyo del sector privado.
“Somos verdaderos socios”, dijo Biden, en la conferencia de prensa de cierre de la cumbre. “Estamos trabajando juntos para enfrentar este desafío de una forma que sostenga las leyes de nuestros países y proteja los derechos de los migrantes que enfrentan circunstancias desesperantes”, afirmó. Fuera del Palacio Nacional, manifestantes exigían el fin de las deportaciones con carteles que decían: “Los derechos humanos no son para negociar”.
Bajo una fuerte presión para frenar la ola de migrantes al país –un problema añejo que Donald Trump utilizó para forjar su ascenso al poder con su promesa de construir un muro entre México y Estados Unidos–, Biden anunció hace poco más medidas, y viajó a El Paso, Texas, antes de trasladarse a México. El gobernador republicano, Greg Abbott, lo recibió con una carta en la cual lo acusa de haber violado su obligación constitucional “de defender a los Estados contra la invasión a través de la fiel ejecución de las leyes federales”. Biden había anunciado días atrás un paquete para frenar la crisis humanitaria en la frontera con México con un enfoque que fue bautizado de “garrote y zanahoria”, y generó furia entre los defensores de los migrantes.
Biden extendió el uso de una polémica política de salud, llamada “Título 42″, acuñada por la administración trumpista al inicio de la pandemia del coronavirus para acelerar la deportación de los migrantes que llegan a la frontera sur del país en busca de asilo, un intento por detener la ola migratoria. El gobierno de Biden ya había intentado terminar con esa política, pero la Corte Suprema ordenó mantenerla mientras se dirime un juicio entre 19 estados republicanos y el gobierno federal. Biden también había intentado impulsar una reforma migratoria integral en el Congreso, pero los republicanos la bloquearon. López Obrador le agradeció por ser el primer presidente norteamericano que no construye “un metro de muro en la frontera”.
Al mismo tiempo, la Casa Blanca anunció un nuevo programa para brindarle la posibilidad a unos 30.000 migrantes por mes de Nicaragua, Cuba, Haití y Venezuela de solicitar una residencia y una autorización para trabajar por dos años. El programa tiene varias condiciones, entre las que sobresale una: las personas que crucen irregularmente la frontera de Panamá, México o Estados Unidos, es decir, las personas que intenten llegar a la frontera, “no serán elegibles”, indicó la Casa Blanca, y estarán sujetos a expulsión a México.
Antes de viajar a México, Biden ya había dicho que una parte importante de su agenda con López Obrador sería “fortalecer nuestra frontera entre nuestras naciones”. Y el mandatario volvió a reiterarlo al inicio de su reunión bilateral con López Obrador, quien buscó aprovechar la ocasión para hacer una “propuesta integral”.
“Somos muchos, somos muchos los que no hemos dejado de soñar en esta integración equitativa, fraterna, justa, entre todos los pueblos y países de nuestro continente”, le dijo López Obrador a Biden antes de su reunión con sus asesores en el Palacio Nacional.
Biden le respondió que iban a discutir cómo podían profundizar la relación bilateral con México y el Hemisferio Occidental, incluido el fortalecimiento de las cadenas de producción para hacer a la región más competitiva. Pero también dejó en claro cuál era su prioridad. “Y también vamos a discutir nuestra seguridad compartida, incluida nuestra acción conjunta para abordar la plaga del fentanilo, que ha matado a 100.000 estadounidenses hasta ahora, y cómo podemos abordar la migración irregular, que creo que estamos bien encaminados en hacerlo”, afirmó.