La regeneración de huesos es una opción que se ve posible gracias a una nueva herramienta diseñada en Corea del Sur con la que ya están siendo probada en animales y se usa directamente en fracturas.
Esta innovación, comparable en apariencia a una pistola de silicón, promete resolver una de las limitaciones históricas de la cirugía ortopédica: la capacidad de adaptar el tratamiento a las particularidades del hueso dañado.
Cómo la tecnología podría regenerar huesos
El desarrollo tecnológico, liderado por el profesor Jung Seung Lee y su equipo en la Universidad de Sungkyunkwan, introduce un método inédito en la aplicación directa de biomateriales sobre fracturas. El aparato funciona bajo el principio de extrusión manual: permite al cirujano moldear en tiempo real un compuesto biocompatible exactamente en el área afectada, logrando un ajuste anatómico que supera la rigidez de los implantes tradicionales.
De acuerdo con la publicación realizada en la revista Device, una de las bondades del instrumento radica en su portabilidad y simplicidad de uso. “El cirujano controla directamente la dirección, el ángulo y la profundidad de la aplicación, asegurando una cobertura precisa de la lesión”, expone Lee.

Subrayando que esto facilita intervenciones personalizadas y minimiza la dependencia de implantes prefabricados o piezas impresas, que requieren planificación previa y pueden no encajar apropiadamente en estructuras irregulares.
El diseño ergonómico y compacto convierte la pistola en una extensión intuitiva de la destreza médica. En casos de fracturas complejas —con bordes irregulares o daños múltiples— esta capacidad se traduce en una mayor probabilidad de éxito en la regeneración y una reducción considerable en las complicaciones postoperatorias.
La innovación central no se limita al aparato. El éxito de la técnica descansa, además, en el material de relleno utilizado para lograr el reemplazo y estimulación del tejido óseo. Tal material combina dos componentes testados en medicina: la hidroxiapatita —un mineral presente de forma natural en la estructura de los huesos humanos— y la policaprolactona, un polímero sintético conocido por su alta biocompatibilidad y sus propiedades biodegradables.
Según lo presentado en las investigaciones, una vez que el material se aplica en el defecto óseo, no solo ocupa el espacio perdido sino que promueve la migración y diferenciación de células óseas, acelerando la regeneración y devolviendo funcionalidad al hueso dañado.

Cómo han sido las pruebas en animales
El método se puso a prueba en un modelo animal con conejos, seleccionando fracturas de fémur de alto compromiso que simulaban condiciones clínicas desafiantes.
Los resultados, revisados durante un periodo de 12 semanas, evidenciaron que los conejos tratados con la nueva tecnología alcanzaron una regeneración ósea más rápida y robusta en comparación con los controles, donde se utilizó cemento óseo convencional.
La ausencia de complicaciones relevantes, como infecciones o necrosis de tejidos, refuerza la confianza en el potencial del sistema. Los investigadores constataron que el material aplicado mantenía su estabilidad in situ, integrándose progresivamente con la matriz ósea nativa.
El monitoreo radiológico y anatómico validó la recuperación funcional y estructural, mientras que la liberación programada de antibióticos eliminó signos de colonización bacteriana en los sitios tratados.

El seguimiento postoperatorio aportó evidencia sobre la degradación progresiva del polímero, acompañado de la formación homogénea de hueso nuevo. La transición desde el material implantado hacia el tejido regenerado ocurrió sin signos de rechazo, consolidando el fundamento de biocompatibilidad y seguridad.
Cómo tecnología podría impactar el futuro de la medicina
Según el equipo de desarrollo, el mayor valor de esta tecnología radica en su potencial para personalizar las intervenciones, adaptándose en tiempo real al entorno quirúrgico y a las particularidades del daño óseo de cada paciente.
El procedimiento reduce tiempos operatorios y elimina la necesidad de múltiples procedimientos preparatorios, como el modelado previo de injertos o el uso de moldes 3D a medida.
La introducción del dispositivo y del material compuesto se vislumbra como una solución eficaz no solo para fracturas traumáticas sino también para procedimientos reconstructivos tras extensas pérdidas óseas por tumores, infecciones o deformidades congénitas.

El enfoque modular del sistema facilita la incorporación de otros agentes bioactivos, como factores de crecimiento u hormonas, expandiendo el horizonte de aplicaciones en la medicina regenerativa.
Aunque los resultados preclínicos en animales resultan prometedores, el grupo de investigación reconoce la necesidad de continuar la validación en modelos biológicos superiores, así como de mejorar la eficacia, la maniobrabilidad y la integración de la tecnología a los estándares quirúrgicos internacionales.
El objetivo inmediato consiste en afinar el diseño y escalar las pruebas hacia ensayos en humanos, lo que podría transformar radicalmente los algoritmos de tratamiento en cirugía ortopédica.
De sostenerse estos resultados en humanos, la pistola extrusora de biomateriales podría convertirse en estándar para resolver las fracturas más complejas y devolver calidad de vida a millones de personas.