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7 de octubre, dos años tras el ataque de Hamás a Israel que inició una guerra

Por Luis Vazquez-BeckerS

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Han pasado dos años desde la mañana del 7 de octubre de 2023, la fecha que redefinió por completo el conflicto palestino-israelí y rompió de forma violenta el statu quo que se había mantenido durante varias décadas. El ataque sorpresa de Hamás contra comunidades del sur de Israel, que dejó miles de víctimas y el secuestro masivo de rehenes, desencadenó una guerra total que no solo ha transformado la geografía de Gaza, sino también el panorama político, social y humanitario de toda la región.

Dos años después, el balance es devastador: un trauma nacional profundo en Israel, una catástrofe humanitaria sin precedentes en Gaza, un estancamiento diplomático irresoluble y una división global sobre la legitimidad de las acciones de ambas partes. La búsqueda de una victoria militar sigue activa, pero el costo humano y la incertidumbre política son las únicas certezas.

Para Israel, el 7 de octubre de 2023 se convirtió en el día más letal de su historia reciente, dejando un trauma equiparable al de la Guerra de Yom Kipur en 1973. La masiva irrupción de combatientes de Hamás, que lograron penetrar las defensas fronterizas, expuso una falla catastrófica de seguridad e inteligencia.

Dos años más tarde, la crisis de los rehenes sigue siendo la herida más abierta. Aunque cientos fueron liberados en acuerdos previos, las familias de los que siguen cautivos ejercen una presión incesante sobre el gobierno del Primer Ministro, exigiendo cualquier precio por su retorno. Esta presión ha generado una profunda inestabilidad política, con manifestaciones semanales y la disolución de facto del gabinete de guerra original.

A nivel social, el concepto de seguridad inquebrantable que el país había mantenido se ha desvanecido. Miles de residentes del sur y del norte (debido a los enfrentamientos activos con Hezbolá) siguen desplazados internamente, incapaces de volver a comunidades devastadas como Kfar Aza o Sderot. El debate público se centra en la responsabilidad del fracaso y en la necesidad de una reestructuración militar y política total que asegure que un ataque de esta magnitud nunca se repita.

La respuesta militar de Israel, denominada «Espadas de Hierro», ha tenido como objetivo la erradicación total de la capacidad militar y de gobierno de Hamás. El resultado en la Franja de Gaza ha sido una destrucción masiva y una crisis humanitaria de proporciones históricas.

Según las autoridades palestinas, el número de muertos, la mayoría civiles (incluyendo un alto porcentaje de mujeres y niños), supera las decenas de miles. La infraestructura básica, incluyendo hospitales, escuelas y redes de agua, ha quedado paralizada o destruida en gran medida.

La guerra de Gaza ha tenido un efecto de ondas expansivas que ha trascendido sus fronteras, reactivando la «cuestión palestina» a nivel global con una intensidad no vista en décadas.

El conflicto ha tensado al máximo las relaciones diplomáticas. Las negociaciones de alto el fuego, mediadas por Catar, Egipto y EE.UU, fracasaron repetidamente debido a las demandas irreconciliables de las partes (Hamás exige el aniquilamiento del Estado de Israel, mientras que Israel insiste en la liberación de todos los rehenes y el desmantelamiento de Hamás como fuerza terrorista).

A nivel internacional, la guerra ha generado:

  • Polarización Masiva: Las protestas y contramanifestaciones a favor de Israel y Palestina han dividido a ciudades occidentales, forzando a gobiernos y universidades a tomar posturas cautelosas.
  • Juicios Internacionales: Sudáfrica presentó una demanda de genocidio contra Israel ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), un hecho que ha puesto a Israel bajo un escrutinio legal sin precedentes.
  • Amenazas Regionales: El conflicto ha escalado con enfrentamientos casi diarios en la frontera norte de Israel con Hezbolá en Líbano, y ataques a la navegación en el Mar Rojo por parte de los Hutíes de Yemen, respaldados por Irán, elevando el riesgo de una guerra regional mayor.

Dos años después, el 7 de octubre no es solo una fecha de recuerdo, sino el punto de partida de negociaciones auspiciadas por EE.UU para el alcance de una paz duradera.

Israel y el movimiento islamista palestino Hamás respondieron positivamente a la propuesta de Trump para un cese de los combates y la liberación de los rehenes israelíes cautivos en Gaza, a cambio de palestinos presos en cárceles israelíes.

Las conversaciones indirectas en el balneario de Sharm el Sheij, en Egipto, buscan cerrar los detalles sobre el plan en vísperas de que se cumplan dos años del inicio del conflicto.

Los principales cabos sueltos que plantea la propuesta de Trump son el desarme de Hamás, su salida del gobierno de Gaza y la retirada de las fuerzas israelíes de este territorio palestino.

Jalil Al Hayya, el negociador jefe de Hamás, que el mes pasado fue blanco de un bombardeo israelí en Doha, debía reunirse con mediadores de Egipto y Catar en El Cairo el lunes, indicó un alto responsable del grupo. 

Las conversaciones siguen luego en la turística ciudad egipcia de Sharm el Sheij con el objetivo de «determinar la fecha de una tregua temporal», dijo Al Hayya, y para crear las condiciones para una primera fase del plan, en la que 47 rehenes retenidos en Gaza serán liberados a cambio de cientos de presos palestinos.

Mirjana Spoljaric, presidenta del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), que ha coordinado intercambios anteriores, declaró el lunes que sus equipos están preparados «para ayudar a reunir a los rehenes y presos con sus familias».

Trump celebró el domingo conversaciones «positivas con Hamás» y con aliados de todo el mundo, incluyendo países árabes y musulmanes.

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