Grandes acontecimientos de octubre. El día en el que el Sputnik alcanzó el cielo

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Por Eduardo Vázquez Bécker.-

Señores, Señores, ¡Por favor! su atención.. ¡Por favor! Su atención. (En francés, ruso, alemán y en inglés). Lugar: Ginebra, Suiza, octubre 4 de 1957.

En el Salón Mundial de la Ciencia, los representantes de Alemania, Francia, Estados Unidos y la Unión Soviética, asistían a la Primera Conferencia Geodésica para los avances de la Ciencia y  la Tecnología, ante la expectación de cientos de científicos e investigadores espaciales.

El representante de Alemania carraspeó, se caló un monocular, se aseguró que la chaqueta estuviese abotonada y con aires de triunfo anunció lo siguiente: -“ tengo el honor de comunicar a los señores representantes de las naciones acreditadas en este importantisimo evento, que mi país, seguro de que el espacio sideral constituye una reserva estratégica para logro de la paz mundial, (mutis, respira hondo y continua).. ha decidido iniciar un programa de investigación espacial que nos permita, en un periodo aproximado de diez años, construir un satélite artificial para bien de la humanidad. (Aplausos).

El representante de Francia, con gesto de autosuficiencia, paseó su mirada por todos y cada uno de los asistentes al cónclave científico. –“Yo seré más breve que mi distinguido colega, aseguró, al tiempo que se movía con parsimonia y encanto francés.

–“ Distinguidos colegas, repitió, me honra ser portador de una noticia  que a no dudar, será de mucha satisfacción para los presentes así como para quienes observan con impaciencia nuestros esfuerzos por hacer del espacio una esperanza de paz mundial.-“ Los científicos de mi país: continuó, -“mi presidente y mi pueblo, me han honrado para que os comunique la siguiente noticia: Francia pondrá, dentro de dos años, exactamente, un satélite artificial que orbite en el espacio para bien de la humanidad”. (Aplausos discretos).

Quedaban por hacer uso de la palabra los representantes de la Unión Soviética y los Estados Unidos de Norteamérica.

El estadounidense, hombre joven, sin los artificios que generalmente distinguen a los científicos, más bien un hombre modesto, diría yo; se irguió lo más que podía, dejó de reír  e inició su discurso. Los presentes mostraban expectación por lo que diría. Después de hacer un recuento sobre el destino manifiesto de los americanos, de repetir una y otra vez, que los Estados Unidos constituían la esencia de la seguridad y la paz en todo el mundo; de asegurar que los recursos de su nación  siempre estarían dispuestos a la orden del progreso y la justicia, sin importar donde, guardó silencio por algunos segundos, miró a su alrededor, pero más específicamente a donde se encontraba sentado su colega ruso, y de manera pausada, hizo el siguiente anuncio: -“ Mi país nunca ha dejado de investigar, nunca ha dejado de considerar que después de las guerras que nos ha tocado vivir, lo más importante para la humanidad será demostrar su capacidad de control en el espacio. Seguro que esta nueva guerra por la paz mundial será ganada por quien controle ese espacio y lo ponga al servicio del planeta tierra y de la humanidad a la que pertenecemos, me complace sobremanera anunciar que mi país, los Estados Unidos de Norteamérica, pondrá en órbita antes que finalice el próximo año, en la primavera de 1958, un satélite artificial capaz de permanecer en el espacio el tiempo necesario que le permita realizar investigaciones que ayuden a la humanidad a vivir mejor”. (Más aplausos que antes).

El silencio se apoderó de la gran sala. Una expresión de triunfo adornaba la cara del representante estadounidense; parecía haber conquistado el mundo entero. Su mirada quedó trabada con la del  representante ruso que apenas podía moverse en su asiento; finalmente y no con poco esfuerzo, se levantó de la silla y habló dirigiéndose especialmente al representante estadounidense: – “Camaradas, amigos, colegas todos, tengo el honor de compartir con ustedes y con el mundo entero una noticia que sin duda alegrará a la humanidad: Mi país me pide transmitir a ustedes la noticia más reciente de éxito alguno alcanzado por la Academia de Ciencias de la URSS quien, hace exactamente diez minutos, ha colocado en el espacio un  satélite artificial que órbita en la luna sin dificultad alguna, para bien de la humanidad y de la paz mundial”, para luego agregar:- “La señal puede ser rastreada en cero punto cero punto, cero punto”…. Sin esperar los aplausos, puso a la vista un receptor de ondas que llevaba consigo y todos pudieron escuchar: ¡Bip!, ¡Bip!, ¡Bip!, ¡Bip! El Sputnik I se encontraba en el espacio y orbitaba tal como estaba previsto. Ahora sí, muchos, pero muchos más aplausos.

El Sputnik utilizó como plataforma un cohete R-7 y se incineró durante su reentrada a la atmósfera terrestre el 4 de enero de 1961. Se mantuvo en el  espacio durante cuatro tres meses.