El Salvador, un país en las garras de las maras

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(Deutsche Welle/DL) – La violencia de las pandillas aumenta en el país. La tasa de homicidios es de las más altas del mundo. Ahora, en medio de la polémica, el gobierno debate si recurrir al Ejército.

En El Salvador, uno de los países más pobres y violentos de América Latina, hubo 125 homicidios relacionados con las pandillas, conocidas como ‘maras’, en tres días la semana pasada. Pero una nueva marca se estableció este pasado jueves (27.08.2015): 51 asesinatos en 24 horas, el día más sangriento en más de una década. Ahora, el Tribunal Constitucional ha clasificado las maras como organizaciones terroristas.

Las autoridades registraron al menos 3.854 homicidios en el último año, una cifra que a mediados de agosto ya se había superado este año. Si el número de muertos sigue aumentando a este ritmo, uno de cada mil salvadoreños, de los 6,3 millones que viven en el país, habrá sido asesinado hasta el final de año. Exceptuando zonas de guerra, solamente Honduras tiene una tasa de homicidios comparable.

Estructuras importadas

En ambos países, la mayoría de los asesinatos son achacables a las maras, bandas dedicadas a asaltos, extorsión, tráfico de armas y el tráfico ilegal de drogas. Sus raíces se remontan a las pandillas en los barrios latinos de Los Ángeles a principios de la década de 1980, cuando muchos salvadoreños huyeron de su país durante la guerra civil.

Cuando el conflicto terminó, las pandillas formaron organizaciones criminales en El Salvador. “Este proceso se aceleró cuando Estados Unidos comenzó a deportar inmigrantes ilegales a sus países de origen”, afirma un estudio realizado por el departamento de investigación del Congreso estadounidense.

Actualmente, la agencia de la ONU que lucha contra las drogas estima un total de 54.000 pandilleros en El Salvador, Honduras y Guatemala, entre la mara Salvatrucha (conocida como MS-13) y la conocida como Barrio 18. En El Salvador, el más pequeño de los tres países, residen al menos 22.000 de ellos. Según informes recientes, en la vecina Nicaragua, además, hay muchas otras pequeñas bandas activas.

Tratan de reclutar estudiantes

Quienes se dedican a reclutar jóvenes para estas maras a menudo se fijan en estudiantes de secundaria. Les ofrecen lo que, a veces, sus padres no pueden: una forma de ganarse la vida y la sensación de ser respetado. A menudo expresan su jerarquía a través de tatuajes, que se van ganando con la lealtad al grupo y con brutales acciones.

Al reclutar adolescentes, a veces nos referimos a ellas como “bandas juveniles”. Pero quien crea que por eso son menos peligrosas, se equivoca. La edad promedio de los miembros de las maras es baja debido, en parte, a que su esperanza de vida también lo es.

Tregua lucrativa

Durante años, las bandas mantuvieron sangrientas guerras por sus áreas de influencia. En 2012, Salvatrucha y Barrio 18 acordaron una tregua. Las cifras de homicidios se redujo de más de 4.000 en los dos años anteriores a 2.500, en 2012 y 2013. El alto el fuego se mantuvo porque era más rentable para cada mara poder tiranizar “en paz” su territorio.

Pero ahora, el asesinato está aumentando de nuevo: la cifra de muertos llegó a 3.912 en 2014. Este año ya van por más de cuatro mil. Hasta agosto, la tasa de homicidios diarios era de 16. Una media que, de seguir al ritmo de los últimos días, se podría incluso elevar.

La espiral de violencia

Desde que se estableció la tregua, las víctimas de las pandillas habían sido principalmente civiles. Pero las maras están luchando entre sí de nuevo. De acuerdo con el ministro de Defensa, David Munguía Payés, el 85 por ciento de las víctimas en las últimas semanas pertenecía a pandillas.

Paradójicamente, el mismo Munguía Payés fue el artífice de la infame tregua que sirvió solo para fortalecer las estructuras delincuenciales y sumir ahora al país en una violencia aterradora.

Por otra parte, la pelea entre la policía y las maras se ha exacerbado también: en enero de 2015, siete agentes fueron asesinados en dos semanas. Según fuentes de los círculos de la MS-13, eran actos de venganza contra la “tiranía policial”. Al menos 45 policías y unos 14 militares, además de un fiscal, han sido asesinados este año en el país. La policía, por su parte, rápidamente anunció represalias.

Investigadores de InSight Crime, una fundación que investiga el crimen organizado en América del Norte y del Sur, explican que esta es sólo una de las muchas vueltas en la reciente espiral de violencia. Para ellos “es llamativo el carácter de represalia de todas las acciones, acompañado de su retórica de venganza correspondiente”.

Esto evoca recuerdos del pasado. Los presidentes salvadoreños a menudo han anunciado políticas de mano dura. Anuncios a los que las pandillas siempre han respondido con brutalidad. En 2009, por ejemplo, durante el gobierno del expresidente Antonia Saca, conocido como “Súper Mano Dura”, el número de homicidios subió a un máximo histórico de 4.367 asesinatos. Un registro que pronto será superado por este violento 2015.

Esfuerzos del Gobierno

Es obvio que el gobierno está tomando la ruta de la confrontación. En mayo, la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP) invitó al exalcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, a El Salvador para asesorar al país en temas de seguridad. Durante la administración de Giuliani, la tasa de criminalidad en Nueva York bajó drásticamente. Su política de tolerancia cero contra el crimen fue considerada un éxito, y ha recomendado al gobierno salvadoreño que haga lo mismo.

Al gobierno, por no ser su idea y provenir de su odiado enemigo, el empresariado salvadoreño, ha despreciado hasta la fecha la serie de recomendaciones de Giuliani y un experimentado equipo de asesores.

Sin embargo, la clasificación de Salvatrucha y de Barrio 18 como organizaciones terroristas demuestra que, probablemente, el Poder Judicial, a través de la Sala de lo Constitucional de Corte Suprema de Justicia esta siguiendo el consejo de Giuliani. El viernes se aplicó esta ley y se condenó, por primera vez, a un pandillero por delitos de terrorismo. Y se está incluso considerando el despliegue de las fuerzas armadas, aunque, según los especialistas de InSightCrime, hay poca evidencia que indique que las medidas militares puedan reducir la violencia. Las dudas sobre la viabilidad de las tácticas de Giuliani vienen también por otro lado: en América Central, donde los oficiales cobran mucho menos que en los Estados Unidos, los agentes son más fáciles de corromper.

Lo más probable es que el gobierno establezca, entre las medidas contra las maras, el primer programa de rehabilitación para pandilleros de la historia del país. Los costos, sin embargo, podrían superar los medios financieros de que dispone y pretende sangrar el tejido productivo del país y a los ciudadanos que respetan la ley.

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