Cómo hacer más inteligentes a los chicos: 10 pasos basados en la ciencia

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Mucho se ha escrito acerca de cómo ser mejores padres, cómo proporcionarles más diversión a los chicos y qué actividades pueden unir a las familias. Pero ¿cómo hacer a los hijos más inteligentes?

Un artículo de la prestigiosa revista Time recopiló 10 sugerencias de la ciencia:

1) Lecciones de música. Las investigaciones científicas muestran que, simplemente, las clases musicales hacen a los chicos más inteligentes. En comparación con los niños de otros grupos de control, los niños de los grupos de música mostraron mayores incrementos de IQ. De hecho, el entrenamiento musical ayuda a todos. Niños y adultos. Un estudio de la Universidad de Northwestern en EEUU encontró que el entrenamiento musical puede beneficiar también a los adultos mayores mediante la compensación de algunos de los efectos perjudiciales del envejecimiento.

2) El hecho de que los deportistas sean tontos es un mito. Estar en buen estado incrementa la habilidad para aprender. Después de hacer ejercicio la gente incorpora nuevo cabulario a una velocidad 20% más rápido que antes de hacerlo. Tres meses de ejercicios aumentan el flujo de sangre al cerebro centrado en la memoria y el aprendizaje en un 30%.

3) No hay que leerles a los hijos; hay que leer con ellos. Las investigaciones sostienen que no es conveniente permitir que los chicos simplemente vean las imágenes mientras el adulto lee. Hay que llamarles la atención también con las palabras, debido a que ayuda a construir sus habilidades de lectura. Cuando está enriquecida con una atención explícita al desarrollo de habilidades y estrategias de lectura de los niños, la lectura compartida de libros es un vehículo eficaz para promocionar la capacidad de la alfabetización temprana, incluso de los niños desfavorecidos.

4) La privación del sueño hace que los niños sean estúpidos. Por cada hora de sueño que se pierde el cerebro de un niño de sexto grado se convierte en el de uno de cuarto grado. En otros términos, una pérdida de una hora de sueño es equivalente a la pérdida de dos años de maduración cognitiva y el desarrollo. Así, existe una correlación entre las notas obtenidas y la cantidad media de sueño. Cada 15 minutos más de sueño los alumnos mejoran una letra de puntaje –según la medición norteamericana.

5) El coeficiente intelectual no vale mucho sin autodisciplina. De hecho, la autodisciplina es mejor que el IQ en la predicción de lo que será un éxito en la vida. Según un libro de Charles Duhigg llamo El poder de los hábitos, “decenas de estudios muestran que la fuerza de voluntad es el hábito más importante para el éxito individual. Los estudiantes que mantienen altos niveles de fuerza de voluntad tenían más probabilidades de obtener notas más altas en sus clases y lograr la admisión en las escuelas más selectivas. Tenían menos ausencias y pasaban menos tiempo viendo televisión y más horas en la tarea”, dice el libro en base a estudios. También agrega que los “adolescentes altamente autodisciplinados superaron a sus pares más impulsivos en todas las variables de rendimiento académico. La autodisciplina predice de forma más robusta que el IQ el rendimiento académico. La autodisciplina también predijo que los estudiantes podrían mejorar sus calificaciones en el transcurso del año escolar, mientras que el coeficiente intelectual no lo hizo. La autodisciplina tiene un efecto mayor en el rendimiento académico que hace el talento intelectual”.

6) El aprendizaje es un proceso activo, no pasivo. Por cada hora del día que los niños pasan viendo ciertos DVD y videos, los bebés comprenden de seis a ocho palabras menos en promedio que los niños que no los ven. “Nuestros cerebros evolucionaron para aprender haciendo las cosas, no para oír acerca de ellas. Esta es una de las razones por las que, para una gran cantidad de habilidades, es mucho mejor pasar cerca de dos tercios de su tiempo probando por sí mismos en lugar de absorberlas. Si desea, por ejemplo, memorizar un pasaje, es mejor gastar el 30 por ciento de su tiempo en la lectura, y el otro 70 por ciento de su tiempo en probar por sí mismo en ese conocimiento”, asegura Dan Coyle, autor de El Código del Talento.

7) Alimento. Lo mejor sería si los niños comieran sano todo el tiempo. La investigación muestra que comer hace una diferencia en las calificaciones de los niños. Por supuesto que siempre hay excepciones. Ningún niño come sano todo el tiempo. Pero la ironía es que los niños a menudo ingieren alimentos “malos” en el momento equivocado. La investigación muestra la cafeína y el azúcar puede ser estimulantes cerebrales.

8) Niños felices = Niños Exitosos. La ecuación muestra que los niños más felices son más propensos a convertirse en adultos exitosos y consumados. La felicidad es una tremenda ventaja en un mundo que hace hincapié en el rendimiento. En promedio, las personas felices tienen más éxito que la gente infeliz en el trabajo y el amor. Ellos obtienen mejores evaluaciones de desempeño, empleos más prestigiosos y salarios más altos. Además, son más propensos a contraer matrimonio y, una vez casados, están más satisfechos con su matrimonio. Y ¿cuál es el primer paso para crear niños más felices? Ser un padre feliz.

9) Los grupos de pares tienen un enorme efecto sobre el comportamiento de las personas. Por ejemplo: ¿cuál es la mejor manera de mejorar el promedio de un estudiante universitario? Que escoja un compañero inteligente. La genética de los padres tiene un efecto enorme sobre los hijos. Según un estudio realizado por el economista Bruce Sacerdote sobre los estudiantes de la Universidad de Dartmouth ilustra cuán poderosa es esta influencia. Él encontró que cuando los estudiantes con promedios de calificaciones bajas simplemente comenzaron alojarse con estudiantes de mayor puntuación, sus calificaciones aumentaron. La revista cita además estudios que muestran que los hijos biológicos son bastante similares a sus padres. Pero en el caso de los niños adoptados, sin embargo, los resultados son francamente extraños. Sus resultados no tienen nada en común con sus padres adoptivos: estos niños no son más similares en su personalidad o habilidades intelectuales a las personas que los criaron, alimentaron, vistieron, leyeron y enseñaron durante dieciséis años de lo que son comparados con dos adultos tomados al azar en la calle.

10) Creer en ellos. Creer que su hijo es más inteligente que la media hace la diferencia.

Hay que aclarar que la inteligencia no es todo: sin ética y empatía las personas inteligentes pueden dar miedo.