Lula y Bolsonaro cruzan ataques y ya calientan su duelo político

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El gran duelo en Brasil ya empezó. Apenas un día de libertad le bastó al expresidente Luiz Inacio Lula da Silva para sacudir el escenario político y provocar al mandatario ultraderechista, Jair Bolsonaro, para el enfrentamiento que promete polarizar aún más al país hasta las elecciones de 2022.

«¡Estoy de vuelta! Con más coraje para luchar que cuando me fui. Debemos decirles en voz alta y clara: no dejaremos que destruyan nuestro país. La izquierda derrotará a la ultraderecha», afirmó Lula ayer, en un acto ante militantes del Partido de los Trabajadores (PT) y de movimientos sociales frente al Sindicato de Metalúrgicos de São Bernardo do Campo, lugar donde inició su carrera político-sindical en los 70 y en el cual había dado su último discurso antes de ser arrestado, el 7 de abril de 2018, condenado en segunda instancia por corrupción en el marco del Lava Jato.

Y ayer Bolsonaro apuntó contra Lula: «No den munición al canalla, que, momentáneamente libre, está cargado de culpa».

Ese fue su mensaje en las redes sociales al destacar el trabajo de su ministro de Justicia, Sergio Moro, exjuez responsable de la primera sentencia contra Lula.

Desde que anteayer un fallo del Supremo Tribunal Federal (SFT) permitió que el exmandatario saliera de su celda en Curitiba -determinó que se deben agotar todos los recursos judiciales antes de decretar la prisión de un condenado-, Bolsonaro había evitado referirse a su archirrival. «Está suelto, pero continúa con todos los crímenes a sus espaldas. La gran mayoría del pueblo brasileño es honesto, trabajador, y no vamos a dar espacio ni contemporizar con un presidiario», apuntó ayer el presidente.

En el gobierno estiman que más temprano que tarde el STF ratificará la condena contra Lula por haber aceptado como soborno de la constructora OAS un departamento tríplex a cambio de garantizar a la compañía contratos con Petrobras durante su administración (2003-2010). Además de Moro (en julio de 2017), el Tribunal Regional de la 4» Región, en Porto Alegre (enero de 2018), y el Superior Tribunal de Justicia (abril de 2018) ya confirmaron la sentencia, y Lula permanece inhabilitado para cualquier cargo electivo por ocho años debido a la condena en segunda instancia.

Sin embargo, la defensa de Lula confía en que el STF pueda anular todo el proceso luego de que el sitio The Intercept reveló conversaciones impropias entre Moro y el fiscal coordinador del Lava Jato, Deltan Dallagnol, durante el juicio. De cualquier manera, el expresidente está procesado en otras causas en distintos niveles de tramitación.

«Es una mentira tras otra», dijo Lula ayer al referirse a esos procesos. «Moro es mentiroso, Dallagnol es mentiroso», agregó, y los acusó de haber formado una banda dentro del Poder Judicial para criminalizar a la izquierda, al PT, y evitar que él fuese elegido presidente en 2018.

Sobre el escenario montado frente al sindicato, el exmandatario estuvo acompañado por otros políticos del PT, como la presidenta del partido, la diputada Gleisi Hoffmann, y el exalcalde de San Pablo Fernando Haddad, que reemplazó a Lula como candidato el año pasado tras su detención. También, en una señal de voluntad por unificar a todas las fuerzas de izquierda en torno a su figura, estaban allí representantes de otras agrupaciones, como el Partido Socialismo y Libertad (PSOL).

«Bolsonaro se eligió gracias a una campaña de fake news contra Haddad», apuntó Lula. «Nunca dio un discurso que sirviera, él solo sabe ofender», agregó entre insultos del público contra el presidente. «No tenemos que gritar malas palabras contra Bolsonaro. No. Él mismo es una mala palabra», se burló.

Pasó luego a un asunto más grave: las sospechas de vínculos de la familia Bolsonaro con milicias de Río de Janeiro que habrían estado detrás del asesinato el año pasado de la concejal Marielle Franco. Lula abogó por una investigación profunda del crimen y los lazos del clan presidencial con los grupos paramilitares.

«Hay gente que dice que es necesario voltear a Bolsonaro, que habla de impeachment. Pero el ciudadano fue elegido. Democráticamente, aceptamos el resultado de la elección. Tiene un mandato de cuatro años. Pero fue elegido para gobernar para el pueblo brasileño, no para los milicianos de Río de Janeiro», subrayó.

Entre los embates contra el presidente, Lula aprovechó para atacar la política neoliberal de su ministro de Economía, Paulo Guedes, a quien definió como un «destructor de empleos y de empresas públicas» por sus programas de privatizaciones y reformas estructurales. Señaló que Guedes tenía como ejemplo de desarrollo a Chile, y advirtió sobre las fallas que ese modelo dejó ahora al descubierto.

«Tenemos que seguir el ejemplo del pueblo de Chile, del pueblo de Bolivia. O de la Argentina, donde los compañeros Alberto Fernández y Cristina Kirchner dieron una paliza a [Mauricio] Macri», remarcó.

A diferencia del último discurso que había dado Lula antes de ir a la cárcel, ayer frente al sindicato había mucha menos gente. También se vio a pocos participantes en las manifestaciones organizadas por el grupo Vem Pra Rua en protesta por el fallo de la Corte que permitió la liberación del exmandatario. Una señal, tal vez, de fatiga política de los brasileños.

«La decisión del STF fue un golpe, un acto político. Estamos en la calle para pedir el fin de la impunidad», señaló Adriana Balthazar, de Vem Pra Rua, durante el acto en la playa de São Conrado, en Río de Janeiro.