Honduras existe, nos guste o no nos guste

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Por Mauricio Eduardo Colorado.- Cada vez más cerca la fecha de la toma de posesión del presidente electo para el nuevo quinquenio presidencial, los ciudadanos nos enteramos de nuevas sorpresas que de alguna manera causan preocupación en muchos sectores de la población. Desde luego, que el escogido tiene absoluta libertad de acción para elegir las políticas que desee aplicar en su forma de gobernar, pero no debe descuidar el hecho de que estará gobernando para todos los salvadoreños, y su misión principal debe ser satisfacer a la mayoría de la población que habita sobre este territorio sobre el cual gobernará. Muy cierto es lo que ha declarado sobre los gobernantes de Honduras, Nicaragua y Venezuela, en el sentido de que su ascensión al poder ha sido cuestionada y no ha sido cristalina, pero igualmente cierto es, que tal cosa atañe principalmente a esos países, y son esos países quienes deberán resolver los conflictos que dichas circunstancias generen. Para los salvadoreños, la realidad que nos debe interesar es muy otra, y es que para el caso de la vecina Honduras, lo que realmente nos debería preocupar es que la situación geográfica de dicha nación, nos obliga a mantener una relación cordial y amable, debido a que en caso de romperse la debida armonía, se pueden producir efectos devastadores en las relaciones, sociales, económicas y políticas entre las dos naciones, que a la larga y a la corta, ningún bien acarrearían para los ciudadanos de ambos países. Los gobernantes de El Salvador, de ahora y de siempre, deben de tener en cuenta que nuestro país, por razones históricas que no son del caso traer a cuenta en ese momento, carece de acceso al Atlántico, lo que en el mundo moderno es un factor elemental para el desarrollo de cualquier nación, y el paso por Honduras, se vuelve casi indispensable y elemental para poder subsistir dentro del comercio internacional. Honduras, por su lado, tiene salida por el Golfo de Fonseca al océano pacifico, y aunque los mares territoriales de El Salvador y Nicaragua le cierran el paso a mar abierto, jamás ha pensado siquiera confrontar con el gobierno de Ortega (de ideología opositora a la de Honduras) para no auto entorpecer su salida al océano pacífico. De ahí que vemos como punto muy delicado la política internacional que el nuevo gobierno debe desarrollar a todo nivel, y al escoger a los funcionarios que estarán encargados de realizar las estrategias para beneficiar a los salvadoreños, sin buscarse complicaciones con los gobiernos de países tradicionalmente amigos, o por lo menos, con quienes los intereses nacionales  nos recomiendan mantener, aunque sea en apariencia, unas buenas relaciones de amistad. De todos es sabido que las relaciones diplomáticas de todo el mundo, siempre han sido en cierto punto artificiales, y para ello existen escuelas en las cuales se aprende a decir “no” sin que nadie se ofenda, o a decir “si” pero sin cumplir lo prometido. Pareciera que hasta el momento, el equipo que asumirá el poder el primero de junio, aún no realiza la gran responsabilidad que se le avecina, o no han logrado entender que el gobierno no puede depender de la voluntad de una sola persona, ya que la realidad tiene que recaer en un equipo. De no comprender esa realidad, muy pronto veremos renuncias y destituciones en el equipo que tomara el poder, y los efectos que sacudirán los intereses de la población salvadoreña. Es hora ya de que alguien platique en serio con el designado, y le haga ver que una cosa es una empresa privada, y muy otra, es gobernar a un país, aunque este sea,- como el mismo dijo hace algún tiempo- de tercera categoría. Dios salve a El Salvador

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