LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO TIENE SU ORIGEN EN EL MARXISMO

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Por Miriam Izquierdo. Abogada y economista, presidente de la Fundación Woman Forward, miembro de la junta directiva y patrono de la Fundación Independiente. Es, además, autora del libro “Oportunidades iguales, promoviendo el liderazgo femenino”.

Asistimos a una sociedad cada vez más polarizada en términos e ideologías, creencias y mitos, de los que en gran medida se desconoce el alcance y el origen, en la que España ocupa uno de los últimos lugares en la conquista de igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, como lo demuestra el último ranking de la brecha de género del foro económico mundial, pero uno de los primeros en otros conceptos de género, que arrojan una mayor controversia social si cabe.

La conquista por la igualdad de oportunidades corresponde a la necesidad de conseguir además del pleno acceso a la sanidad y a la educación, en los otros criterios del índice: el acceso a los puestos políticos y los de decisión económica, las mujeres tengan una mayor representatividad, basándose en puros criterios de igualdad.

En relación con ellos, el Foro económico mundial declaró el año pasado, que España, al ritmo de evolución actual, se encontraba nada más y nada menos que a 207 años de la igualdad.

El propósito del feminismo, se aparece así válido y constitucional, amparado por los derechos humanos, en pos de conseguir condiciones de acceso e igualdad de oportunidades, para crear valor en las empresas, -que ganan en competitividad con la diversidad-, en la sociedad, -que se perfila como más equitativa-  y para las mismas mujeres, -que pueden decidir tener distintos propósitos en su vida, más allá de su función social de reproductora y cuidadora-.

Junto a esta lucha por conseguirla igualdad de oportunidades y promoción de la diversidad de género en los ámbitos de poder político y económico del feminismo, coexiste el concepto de la ideología de género.

Bandera ésta enarbolada en un principio por las asociaciones feministas radicales o feministas de género, que hoy en día están logrando hacerse un hueco en el sentir del común de las mujeres.

La ideología de género hunde sus raíces en la teoría marxista del “Origen de la Familia” de Engels, cuando afirma que la aparición de la propiedad privada convierte al hombre en propietario de la mujer.

El proletariado y las mujeres se convierten así en dos clases oprimidas, que hay que apoyar por todos los medios.

El culmen de esta ideología es mantener la lucha de clases entre hombres y mujeres hasta conseguir la liberación de la mujer del yugo familiar, que según algunos, se alcanzaría con la destrucción de la familia y la entrada de todas las mujeres en el mundo laboral.

Ya Simone de Beauvoir, que se consideraba una escritora “muy de izquierdas”, decía que “No se nace mujer, llega una a serlo”.

Esto es, en la mujer no hay nada que le haga ser mujer, sino que su condición de mujer lo es por las definiciones de fuerzas externas, del entorno.

Se separa por tanto el sexo biológico, del concepto género, que nace por tanto como una construcción social.

En la misma línea Elisabeth Badinter dice que “El instinto materno es un mito”.

La maternidad es el lugar de la alienación y esclavitud femeninas.

Es tiempo de abolir diferencias entre hombre y mujer y alcanzar una cultura “unisex” acabando con los diferentes roles de ambos sexos.

Se pasa de la “complementariedad” entre ambos sexos, a la uniformidad.

La ideología de género se perfila por tanto como conjunto de ideologías basadas en hechos anticientíficos y que pretenden desarraigar la sexualidad humana de su base natural, para explicarla sólo desde la cultura, con ello se crean diferentes luchas, la más importante la de hombre-mujer, para dar alas a una izquierda cada vez mas debilitada ideológicamente, tras no cumplirse las profecías de Marx, según las cuales con el capitalismo, los obreros serían más y más pobres.

BORRAR LA CIENCIA QUE MUESTRA QUE LA SEXUALIDAD TIENE UN FONDO NATURAL

Como los trabajadores viven cada vez mejor en una sociedad del bienestar creada por el capitalismo, es necesario crear otras luchas culturales e identitarias.

Se pretende también borrar la ciencia que muestra que la sexualidad tiene un fondo natural (neurología, medicina, biología…)

Se entra aquí en el más amplio relativismo e identitarismo, en los que los hechos desaparecen frente a los sentimientos, con lo cual todo es relativo, porque lo importante no es lo que pase, sino cómo cada uno lo perciba; se sustituye la verdad, por la percepción de la misma, y la voluntad individual, por la colectiva, que por tanto podrá ser dirigida por la clase dirigente.

Y a todo esto se ha llegado de forma gradual a través de la acción de las organizaciones internacionales, a las que los diferentes estados soberanos han ido cediendo.

Con estos mimbres en España, Podemos, sometía su Proposición de Ley contra la discriminación por orientación sexual a la consideración del Congreso.

Podríamos citar varios aspectos inconstitucionales, como de nuevo el relativismo e identitarismo citados, al consagrar el libre desarrollo de la personalidad, lesionando el artículo 10 de la Constitución.

Pero en este mismo contexto, sorprende la falta de seguridad jurídica de la propuesta: se pretende que la ley se aplique teniendo en cuenta conceptos subjetivos como “género” u “orientación ideológica”, que, por otra parte, son fluidos según la propia ley.

Es decir, una persona podría decidir por ella misma si se le aplica la ley o no.

Por ejemplo: cualquier hombre que quisiera pegar a su mujer, podría evitar que se le aplicara la ley de violencia de género, simplemente yendo al registro el día antes y cambiarse de “género”, tras lo cual podría volver a cambiarse de nuevo tantas veces como quisiera.

La aplicación de la ley deja de aplicarse en esta proposición de ley con arreglo a criterios objetivos, para hacerlo con criterios subjetivos, conforme al sentir del individuo, violando el principio natural de igualdad, que por ende exige objetividad y veracidad de los hechos.

SE PRESUPONE QUE TODAS LAS MUJERES PUEDEN SER VÍCTIMAS Y TODOS LOS HOMBRES VERDUGOS

Conseguido este relativismo en la autonomía de la persona, nada impide que la misma pueda ser también usurpada por el estado.

En este punto, surge un tercer concepto sobre el género: “la violencia de género”, esta norma presupone que el concepto género tiene relevancia jurídica, frente al concepto sexo, primando la dimensión cultural, sobre la biológica.

Por otro lado, presupone también que todas las mujeres son susceptibles de ser víctimas, como todos los hombres, lo son de ser verdugos, sin necesidad de indagar lo más mínimo en los hechos.

Se rompe de nuevo de forma paradójica, el derecho constitucional y humano de la igualdad.

La ley, asumiendo la superioridad física de cualquier hombre, frente a cualquier mujer, asume también una circunstancia de sometimiento de esta última al primero.

Y ciertamente es así en innumerables casos.

Pero el que así sea en la mayoría de ellos, no exime la violación de la presunción de inocencia, propia de cualquier estado de derecho, presuponiendo la culpabilidad de todos los hombres de forma indiscriminada.

Por otra parte, la ley facilita las denuncias falsas al considerar suficiente el testimonio de la mujer -sin necesidad de otras pruebas- para la detención del acusado.

Además, premia a la denunciante con ventajas varias: ayudas económicas (artículo 46) prioridad en las solicitudes de excedencia y cambio de centro de trabajo (artículo 53), puntos adicionales en los concursos-oposición, prioridad en el acceso a viviendas sociales (artículo 48), prioridad en los programas de formación e inserción laboral (artículo 51) y de fomento del empleo (artículo 52), etc. Por otro lado, para acreditar la condición de víctima merecedora de tales ayudas, basta una certificación o informe de los servicios sociales y/o sanitarios de la Administración Pública (artículo 30.1)». Esto es, la autonomía de la persona, empieza a ser usurpada por los poderes del estado.

LOS EFECTOS DEL FEMINISMO DE GÉNERO

Y de esta forma además, el feminismo de género, tiene efectos contrarios para la conquista real de oportunidades en los ámbitos de decisión económica y política, al propio feminismo, al fomentar la lucha entre sexos y conseguir la oposición de los hombres que deben ceder una parcela de poder, para promover el acceso de la mujer.

Por otra parte, “la ley de violencia de sexos” no ha demostrado hasta el presente suficiente eficacia en la lucha contra esta lacra social, que ciertamente merece ser protegida, tanto por razones de vulnerabilidad, como por razones simplemente estadísticas, pero garantizando los principios básicos constitucionales del estado de derecho y no como puerta que se abre para otras violaciones constitucionales en el futuro y dar un espaldarazo a un nuevo “relativismo jurídico” o en otras palabras la aceptación, no solo ya social, sino jurídica, de que el “fin justifica los medios”.