El «ridículo» robo del cadáver de Charles Chaplin

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Por Carlos Berbel.-

Charles Chaplin, el genial “Charlot”, murió el 25 de noviembre de 1977. Tenía 88 años. Fue enterrado dos días más tarde en el pequeño cementerio del pueblo Corsier-Sur-Vevey, situado en una loma con vistas al Lago Ginebra, no muy lejos de Lausana, Suiza. En esa localidad, donde tenía su mansión, había venido viviendo sus últimos 25 años de vida.

Todos los medios de comunicación del mundo publicaron elogiosos tributos a la carrera de uno de los más geniales actores y directores de cine de la historia.

Esto fue, precisamente, lo que llamó la atención de dos sujetos, el polaco Roman Wardas y el búlgaro Gantscho Ganev, mecánicos de profesión en ese país.

Los dos pensaron que si “secuestraban” el cadáver de Chaplin podían “hacer caja”.

Su familia pagaría cualquier cosa por recuperarlo.

El 2 de marzo de 1978 la prensa local publicó que el cadáver de Charlot había “desaparecido”.

Este año se han cumplido los 30 años de aquel  suceso.

“La tumba está vacía. El ataúd se ha ido”, explicó el portavoz de la policía a los periodistas.

Un empleado de la mansión de Chaplin, contó que su viuda, “lady Chaplin, está conmocionada. Todos lo estamos. Sólo podemos preguntarnos por qué. ¿Por qué tiene que sucederle esto a un hombre que dio tanto al mundo?”.

La policía suiza lanzó una investigación a gran escala, que incluyó a Interpol. Había que tirar de todos los hilos.

Las dudas tardaron muy poco en disiparse. Los “secuestradores” se pusieron en contacto telefónico con la familia exigiendo 600.000 dólares por la devolución del cadáver de su marido. Su interlocutora fue Geraldine Chaplin, porque la viuda, Oona, estaba traumatizada y desolada por lo sucedido.

Desolada, pero con la cabeza en su sitio. Se negó a pagar.

Los dos “secuestradores” subieron la presión. Amenazaron con matar a los hijos pequeños de Charles y Oona Chaplin si no pagaban.

Oona Chaplin era la cuarta esposa del actor y director y la hija del famoso autor de teatro Eugene O’Neill. Oona se había casado con Chaplin en 1943 cuando tenía 18 años y el actor 54. Le había dado ocho hijos. Antes había estado unido legalmente con Mildred Harris, Lita Grey y Paulette Goddard.

Oona y Chaplin llevaban viviendo en Suiza desde 1952 después de que al actor se le impidiera entrar en Estados Unidos, donde vivía desde los años veinte, tras regresar de Londres, su ciudad natal, a donde se había desplazado para estar presente en el estreno de su última película “Candilejas”.

Sus enemigos -la envidia es muy poderosa y dañina- le habían acusado de simpatizar con el comunismo, por lo que el Gobierno estadounidense le negó la visa de entrada.

La investigación duró cinco semanas.Durante ese tiempo la policía llegó a la conclusión de que los secuestradores eran “dos matados”. Bajaron el rescate de 600.000 a 300.000 dólares y fijaron telefónicamente un lugar de entrega del dinero.

Un hecho que jamás tuvo lugar.

Wardas fue detenido en la cabina telefónica en Lausana desde la que hizo la llamada, una de las 200 que habíans sido puestas bajo vigilancia.

El 17 de mayo la pareja de delincuentes indicó donde habían escondido el cadáver de Chaplin. Fue rescatado de un campo de un campo de maíz, a un kilómetro y medio de la mansión de la familia Chaplin, en Corsier.

La justicia fue muy rápida. Wardas y Ganev, que, para más inri, eran refugiados políticos del Este de Europa, fueron acusados de saqueo de tumbas y de intento de extorsión.

En el juicio quedó muy claro que su intención principal, al robar el cadáver de Chaplin, era solucionar sus problemas económicos. Un hecho que llevaron a cabo la noche del 1 de marzo. Les llevó dos horas cavando. Y una hora más, cavar la nueva tumba en el campo de maíz.

El polaco Wardas, cerebro del robo, reveló que se había inspirado en una noticia, de un caso similar, que había leído en un periódico italiano. Fue condenado a cuatro años y medio de trabajos forzados. Ganev, por su parte, recibió una sentencia suspendida de 18 meses de cárcel.

¿Y el cadáver? Sus restos fueron enterrados en el mismo cementerio de Corsier-sur-Vevey el 23 de mayo de 1978 en una ceremonia a la que solo asistieron los más íntimos.

Eso sí, bajo una tumba de mármol.