El trol

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Por Margarita Rosa de Francisco (El Tiempo de Colombia)

061115-margarita-rosa-de-franciscoSon un piojero cibernético de individuos que no se sabe si existen. Desde el pantano de una amargura adolescente, descargan sus frustraciones y hiel con una rabia incontenible.

En estos océanos virtuales, se refiere a un usuario de internet cuya dinámica es introducir un elemento disociador en una discusión, o producir enojo e incomodidad a los demás por razón de antojo.

Su labor perturbadora puede ir desde una frase, como siempre malaleche pero inteligente, hasta el matoneo soez, directo y básico hacia alguien en especial. Los que tenemos cuentas en las redes estamos continuamente expuestos a recibir mensajes cargados de bilis por parte de estos especímenes anónimos, siendo su pasatiempo favorito fastidiar sin asumir ninguna responsabilidad. El primer trol de la historia apareció por allá en los 80, con nombre propio y causa constructiva. Estos de ahora son un piojero cibernético de individuos que no se sabe si existen, porque incluso se bautizan ellos mismos con nombres de microorganismos tipo, @paramecium-trex.

Desde el pantano de una amargura adolescente, descargan sus frustraciones y hiel con una rabia incontenible; para mí, solo provocada por esas agonías de las que únicamente son víctimas los incapaces de lanzarse a hacer algo por ellos mismos. Les da piedra que otros sí tengan el coraje de correr el riesgo de triunfar o fracasar con toda su piel y sus huesos. Por eso uno de sus blancos favoritos son “los famosos”; o sea, aquellos que ponen su carne a fritar en la paila caliente de la opinión pública y que los hacen disfrutar horrores con sus caídas. El trol carroñero, el más abundante por cierto, vive del desperdicio que dejan los atrevidos, los temerarios, pero también los valientes.

Generalmente se ríe de lo que él mismo dice, celebrando sus ocurrencias de humorista incomprendido con estridentes ‘JAJAJAS’, en mayúscula batiente, mientras le hacen eco otros troles cucaracheros hambrientos de pendejadas, ruido y mugre. El trol rastrero se puede pegar de cualquier cosa que uno publique para cumplir con su inútil objetivo de mortificar porque sí, haciendo uso de una ortografía y sintaxis todavía más obscenas que sus insultos.

Ejemplo: “estoy feliz”. El trol contesta: “claro bieja kula si uste miyonaria. que o ke”. Otro ejemplo: “estoy triste”. El trol encabritado replica: “triste yo ansiana remamona ke toca pa aguantala en la telebision”. Obviamente existe la opción del bloqueo, equivalente a echar insecticida. Pero, ay, ojalá fuera igual de sencillo bloquear a mi trol interior, sin duda el más feroz de todos.