El tabú de amamantar a niños mayores de dos años

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Las recomendaciones oficiales por parte de organismos como la OMS en cuanto a la duración de la lactancia materna son ya de sobra conocidas, o al menos así debería ser si tenemos en cuenta el mayor acceso que hay a la información sobre amamantamiento: en exclusiva hasta los seis meses y a partir de entonces complementada con otros alimentos hasta al menos los dos años. Después, hasta que madre e hijo deseen. Sin embargo, en las sociedades desarrolladas muchos ven con extrañeza el que niños mayores de esa edad tomen el pecho, lo que hace que la mayoría de las madres lo escondan.

No es fácil acotar la duración exacta de la lactancia materna si no es desde una perspectiva histórico-antropológica. José María Paricio, doctor en Medicina, pediatra, fundador de e-lactancia.org y especialista en lactancia materna que ha estudiado también a nivel histórico las prácticas de amamantamiento, nos remite a un documento que ha elaborado para intentar responder a esta cuestión. Tras el análisis de una amplia bibliografía, Paricio recoge la idea de que la edad de destete natural correspondiente a los humanos podría situarse entre los dos años y medio y los siete años. Después, la cultura inevitablemente va a influir en las prácticas de lactancia, tanto en cuanto a la duración de la misma como en cuanto a la introducción de otros alimentos que complementen a la leche materna.

Lo que no se ve, no existe

Macarena Ruiz, asesora de lactancia y fundadora de la plataforma Asesoras de lactancia online, ha amamantado a su hija durante seis años. Reconoce que le resulta difícil hacer una valoración únicamente de su lactancia porque ha ido muy ligada a su experiencia como madre pero, en general, ha disfrutado desde el principio hasta el final e, incluso, le dio pena “despedirse”. A principios de año y tras muchos meses de lo que define como agitación por amamantamientodecidió poner fin a su lactancia antes de “vivir negativamente el final”.

En su destete nada tuvieron que ver factores externos como presiones del entorno o sociales, pero cuenta que sí ha vivido con un sentimiento contradictorio el amamantamiento en público a partir de un determinado momento. “Si bien estoy absolutamente a favor de la lactancia en público a cualquier edad creo que es un acto que a veces no está bien visto, así que se mezcla el sentimiento reivindicativo de querer visibilizar algo tan normal como el amamantamiento con el de querer proteger a tu hija y que nadie le haga un comentario desafortunado”, afirma Macarena, que considera que la lactancia materna, a raíz del auge del biberón, ha sufrido “una desnaturalización brutal” por parte de la sociedad, lo que provoca que haya “mucha desinformación y muchos prejuicios”.

Para Carolina Martínez, que amamanta a su hijo de cuatro años, nunca ha habido motivo para ocultar que el niño toma pecho. Sin embargo, aunque opina que “si nadie se esconde cuando va a preparar o dar un biberón, tampoco debería haber un motivo para ocultarse para dar el pecho”, ella acordó con su hijo al inicio del presente curso que solo le daría el pecho en casa y para dormir: “No me sentía cómoda con algunas miradas y, lo más importante, no quería que le dijese nadie nada al peque. Alguna vez le han dicho cochino, a lo que yo he respondido que yo estaba limpia y que mi hijo no se estaba metiendo nada sucio a la boca”.

Que nos pueda sorprender ver a niños, más allá del año o los dos años, lactando, se debe según Laura Perales, psicóloga y acompañante de varios círculos de familias para el apoyo en la crianza, a dos factores fundamentales: uno es la disonancia cognitiva que, según la psicóloga, nos produce ver hacer algo que nosotros no hicimos/hacemos. El otro factor que considera determinante es “el inconsciente colectivo basado en la ruptura de la díada madre-bebé y en la sexualidad femenina solo aceptada si es puesta al servicio de los demás”. En este sentido, Perales lamenta que socialmente nos cueste ver un pecho si una mujer hace topless por voluntad propia o si está amamantando, pero normalicemos el cuerpo de la mujer como objeto para disfrute ajeno. “Llegamos hasta el punto de que puede molestar una mujer amamantando bajo un anuncio de otra mujer hipersexualizada, retocada con Photoshop, siendo usado su cuerpo para vender el producto publicitado”, argumenta.

Por todo ello Laura Perales considera que visibilizar la lactancia materna en niños “mayores” en público sirve para normalizar el amamantamiento sin fecha de caducidad: “Ser amamantado hasta la edad que el niño necesite nunca es perjudicial ni para el niño ni para la madre”. Para la psicóloga el momento del destete debe ser un asunto del niño y de su madre, no de expertos. “Si la madre quiere continuar, es el niño el que marca ese momento, poco a poco, generalmente entre los tres y los siete años. Es necesario dejar de invisibilizar la maternidad y la lactancia porque este rechazo es totalmente cultural”, añade.

“Aunque amamantar en público pueda servir para visibilizarlo, ese no ha sido mi objetivo”, afirma por su parte Irene Iglesias, que nunca se ha planteado no dar el pecho en público ni se ha sentido incómoda por ello a lo largo de los siete años sin interrupción que ha mantenido la lactancia con su segunda hija. “Ha mamado en mi trabajo, en restaurantes, en piscinas, en playas, en iglesias, en el entierro de mi abuelo en el cementerio, en centros comerciales, en autobuses, en aviones, en museos, en casas de amigos y familiares…”, cuenta esta odontóloga afincada en Segovia que considera que el amamantamiento es “algo normal en cualquier lugar y a cualquier edad”.

El papel de los grupos de madres

La presión externa y el cansancio son las quejas más habituales que encuentra Laura Perales en los círculos de familias cuando las madres llevan tiempo amamantando. Especifica que no cree que ese cansancio sea debido a la propia maternidad o al hecho de amamantar, sino a la falta de apoyo en esta etapa vital: “Nuestra sociedad no ayuda y no cuida de las madres; al contrario, las aísla, las critica y las invisibiliza. Y eso tiene que cambiar”.

Precisamente para encontrar ese apoyo perdido muchas madres acuden a grupos de crianza o de lactancia. Ese fue el germen de La Liga de la Leche (LLL), una organización internacional con presencia en más de 80 países que surgió hace 61 años en Estados Unidos de la mano de siete mujeres que descubrieron que simplemente charlando entre ellas sobre sus lactancias, estas eran más fáciles y satisfactorias.

Actualmente LLL Madrid realiza mensualmente 16 reuniones-grupos de apoyo en Madrid, en los que se proponen distintos temas de interés como la lactancia más allá de los seis meses, la lactancia en niños más mayores o el destete. “Muchas veces ocurre que una mujer que amamanta más allá del año acude a una reunión y si busca feedback de otras personas en su situación se encuentra con que no siempre hay madres suficientes para compartir, ya que suele ser mayoritaria la asistencia de personas con bebés más pequeños”, explica García, monitora y coordinadora del grupo de Pirámides de LLL. Fue precisamente detectar que había mujeres y familias que necesitaban un espacio de apoyo para lactancias no interrumpidas lo que llevó a LLL a organizar al menos dos veces al año una reunión especial para “bebotes” de más de un año; unas reuniones que, según Arancha, han demostrado ser muy necesarias tanto por el aumento de afluencia como por el ambiente que se respira en ellas.

La falta de referentes en cuanto a lactancias exitosas, así como la ausencia de apoyo por parte de la pareja, la familia o, incluso, del personal sanitario, pueden ser factores claves para el establecimiento y mantenimiento de la lactancia. Para Arancha García si en nuestro entorno nadie ha amamantado, buscar espacios donde otras mujeres estén en una situación similar a la nuestra puede servirnos para “ganar seguridad, resolver dificultades con menos incertidumbres y ser más libres para tomar decisiones respecto de nuestras lactancias”.

Dice Irene Iglesias que si para ella ha sido “fácil” tener una lactancia tranquila y duradera ha sido gracias no solo a su convicción sino al apoyo de su pareja y a contar en su entorno con madres amigas que amamantaban. A muchas de esas madres las conoció en un grupo de lactancia al que acudió por recomendación de su matrona. “A mi primer hijo le di de mamar un año y no seguí por recomendaciones erróneas de un pediatra que no estaba actualizado y que me decía aquello de “primero que coma y la teta de postre”. En el segundo embarazo empecé a ir al grupo de lactancia antes de tener a la niña y eso fue fundamental ya que, si bien es cierto que no he tenido dificultades en mi lactancia, a los dos meses mi hija pasó por un pequeño catarro que la dificultaba mamar, y la ayuda del grupo fue clave para mantener la confianza porque pensaba que se destetaba. También hemos pasado algunas crisis de lactancia, y aunque la primera vez pensé que la niña “se quedaba con hambre”, igualmente, en el grupo de lactancia me ayudaron mucho a entender lo que sucedía”.

Y no solo de manera presencial, en internet también encontramos apoyo virtual para aquellas madres que amamantan sin tener una fecha de fin marcada en el calendario. En 2015, Diana Sánchez, psicóloga perinatal y madre de dos hijos, abría en Facebook el grupo Lactancia materna prolongada (no interrumpida), que en la actualidad cuenta con más de 5.000 miembros. La idea surgía de su propia experiencia personal con sus lactancias, siete años de amamantamiento ininterrumpido entre los dos niños nacidos con tres años y medio de diferencia. “Pensé que un grupo de Facebook era lo mejor porque podría ser un grupo privado, donde hablar de nuestras lactancias sin miedo a ser juzgadas, donde volcar también nuestras dudas que surgen sobre si queremos seguir o no, donde hablar también de nuestras emociones, y sobre todo no sentir que éramos o hacíamos nada raro”, recuerda Diana Sánchez.

Para su sorpresa el grupo, que es totalmente altruista, no ha parado de crecer. Y no solo con madres de España, sino también de otros países como Perú, México, Colombia o Argentina. Los temas más recurrentes son similares a los grupos presenciales. Cuenta su fundadora que se habla desde las recomendaciones de profesionales sanitarios de abandono de la lactancia por razones médicas que no tienen evidencia científica, hasta la incomprensión social y familiar, pasando por las crisis que se pueden sufrir cuando se siente que se quiere terminar la lactancia pero aparecen sensaciones de culpa o tristeza.

“A veces tenemos la sensación de estar muy solos pese a estar rodeados de gente. La maternidad es un momento vital apasionante pero también es estresante y está muy poco valorado. Si a esto le añadimos el “ir a contracorriente”, el camino se hace más cuesta arriba”, lamenta Sánchez, que reconoce que el apoyo de madre a madre es fundamental, aunque ese apoyo no siempre se encuentre en el círculo más próximo porque “hay temas que no son bien comprendidos”. Por ello, grupos presenciales u online, como el que creó en una red social, pueden servir a las madres a sentirse menos solas en sus maternidades y en sus lactancias no interrumpidas.