México, por delante de EE UU y Europa contra el cambio climático

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Cambiando la alimentación del ganado se podrían reducir las emisiones de metano. / USDA.GOV

Los distintos usos de la tierra son responsables de una cuarta parte de las emisiones que están cambiando el clima del planeta. Además, una mayor protección de los bosques que quedan y una agricultura y ganadería más sostenibles podrían retirar cantidades ingentes de CO2 de la atmósfera. Sin embargo, un informe sobre las propuestas de grandes emisores como EE UU y la Unión Europea para la cumbre del clima de París muestra que países emergentes y con menos recursos como México están haciendo mejor sus deberes.

En diciembre, París acogerá la cumbre del clima donde se dibujará lo que los países del mundo pueden hacer contra el calentamiento global en los próximos años. Aceptado el origen antropogénico del cambio climático, el único camino para mantener la temperatura por debajo de los 2º en 2100 pasa no solo por reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, sino por tomar medidas para retirar el que ya hay en la atmósfera. La ONU pidió a los gobiernos que plasmaran sus propuestas en las llamadas contribuciones nacionales previstas (INDC, por sus siglas en inglés). El primer plazo acabó en marzo. Ahora un informe analiza lo que han prometido unos y otros.

Por ahora, solo siete países (incluida la Unión Europea como conjunto) han enviado sus INDC. Entre ellos están grandes emisores históricos, como los 28 que forman la Unión, EE UU, Rusia o Noruega. Del otro lado, naciones como México o Gabón, que albergan grandes reservorios de CO2 en sus selvas que podrían tener un gran papel en las emisiones futuras. La Unión de Científicos Sensibilizados (Union of Concerned Scientists, UCS, en inglés) ha analizado las propuestas que han hecho sobre uno de los principales sectores emisores: el uso de la tierra, ya sea en forma de agricultura, ganadería o forestal.

“Dado que las emisiones debidas al sector de uso de la tierra suponen el 25 por ciento de toda la contaminación causante de calentamiento global, es esencial que los países con posibilidades de reducir sus emisiones en este sector, como EE UU, la UE y México, se comprometan claramente a hacerlo en sus INDC”, dice el director de la Iniciativa sobre los bosques tropicales y el clima de la UCS y coautor del informe, Doug Boucher. “Si queremos mantenernos por debajo de dos grados, es necesario que abordemos el problema de las emisiones en todos los frentes, incluido el sector de uso de la tierra”, añadió.

De los países analizados, EE UU es el principal emisor de CO2 y otros gases como el metano o los óxidos de nitrógeno en el uso de la tierra. A pesar de su política conservacionista con los bosques, su agricultura y su ganadería se encuentran entre los mayores emisores relativos del planeta. Sin embargo, como destaca el informe, también albergan las mayores posibilidades de mitigación. Una apuesta por sistemas de producción más sostenibles y, por el lado de la demanda, un consumo más responsable, podría retirar de la atmósfera 2.500 millones de toneladas (2,5 gigatoneladas, o GT) de CO2 y otros gases al año. Para hacerse una idea, los distintos usos de la tierra son responsables de unas 13 GT anuales, del total de 54 GT que estima el Panel Intergubernamental de la ONU sobre el Cambio Climático que emiten los humanos al año.

Sin embargo, EE UU irá a París con medidas concretas sobre la reducción de emisiones de su sector energético o su enorme parque automovilístico, pero ninguna palabra sobre las relacionadas con el uso de la tierra. “Es decepcionante ver que EE UU no aborda adecuadamente el problema de las emisiones causadas por la agricultura y la silvicultura, especialmente cuando hay tantas posibilidades de llevar a cabo reducciones”, afirmó Boucher.

La Unión Europea tampoco supera el examen de la UCS. Aunque las emisiones de su agricultura y ganadería es un orden menor que la de EE UU, aún es significativa. Un reciente informe del Centro Conjunto de Investigación (JRC) de la UE calculó que al menos el 10% de las emisiones europeas tienen que ver con la agricultura y la ganadería, en especial las originadas en la fertilización de los campos con nitratos y el metano generado por vacas y ovejas. El JRC también mostraba algunas alternativas para reducir esas emisiones.

“Estas acciones incluyen la reducción de las emisiones de óxido nitrosos limitando el uso del nitrógeno como fertilizante, reducir el gas metano mejorando el forraje del ganado o aumentando la captura de CO2 de los bosques mediante una mejor gestión forestal, lo que incluye preservar intactos los bosques originales y reforestar zonas no arboladas”, explica el coautor de informe y analista de la UCS, Kalifi Ferretti-Gallon.

Según el informe de la UCS, aplicando esas medidas y con una pequeña reducción del consumo, la UE podría retirar hasta 0,4 GT de CO2. El problema es que, de cara a París, Europa no ha presentado ninguna propuesta en ese sentido. A los más que llega es a prometer que, antes de 2020, la Unión Europea diseñará políticas sobre el uso de la tierra siempre que “las condiciones técnicas” lo permitan. Los científicos de la UCS no han encontrado ninguna aclaración de cuáles son esos factores tecnológicos limitantes.

El ejemplo de México
A pesar de su reducida responsabilidad en las emisiones históricas de CO2 y de sus limitaciones económicas, México apuesta fuerte por París. Según el análisis realizado por los científicos, sus INDC son las más ambiciosas de las comprometidas hasta ahora para la cumbre climática. No solo son transparentes y cuentan con mecanismo claros de rendición de cuentas, es que, a diferencia de EE UU y Europa, México si ofrece medidas concretas.

Entre los compromisos del Gobierno mexicano está conseguir la deforestación cero para 2030 y, en paralelo, impulsar proyectos de reforestación, en especial en las zonas de ribera. Además, quieren aumentar la capacidad de captura de CO2 recuperando ecosistemas marinos y costeros, como manglares y dunas. Además, se compromete a garantizar una gestión integrada del agua, ya sea para usos agrícolas, urbanos e industrial. En conjunto, México podría mitigar así hasta 0,2 GT de emisiones anuales, la mitad que toda la Unión Europea.

“Mientras que las INDC de EE UU y la UE suscitan preocupación, el objetivo de reducción de emisiones de México encara realmente el problema del sector de uso de la tierra”, sostiene Boucher en una nota. Para el científico estadounidense, “México es un verdadero líder en este sentido”. Como otros países sin responsabilidad en las emisiones pasadas y necesitados del progreso, la nación azteca podría seguir emitiendo gases durante unas décadas más, sin embargo, su compromiso es empezar a reducirlas a partir de 2026. Eso sí, dados sus magros recursos financieros, se comprometen a reducir sus emisiones en un 25% y, sin reciben ayuda del exterior, llegar hasta el 40%

Aunque pueda parecer extraño ese tipo de ayudas para la reducción de emisiones será una de las claves de la cumbre de París o COP21. La premisa, establecida en anteriores cumbres climáticas, es sencilla: Aquel país que sea un emisor neto de CO2 y quiera aparecer como reductor, puede incluir en su balance las reducciones de emisiones que se logren en otros países gracias a su ayuda. El informe no se detiene en analizar con detalle al resto de países, pero la menos dos caen en esta categoría. Por un lado está Suiza, emisor neto por el lado de su alto consumo. Para París, se compromete a reducir a la mitad sus emisiones actuales, casi la mitad de esa reducción se producirá en realidad fuera de la confederación helvética, mediante su inversión en proyectos de reforestación.

Pero el caso más sorprendente es el de Noruega. En 2050, será el primer país del mundo sin emisiones de CO2. ¿Cómo uno de los mayores productores de petróleo y con una potente industria maderera puede lograr ser neutral en el carbono? Donando o invirtiendo en países que, como México, quieren luchar contra el calentamiento global, pero necesitan un empujón por parte de los más ricos.

Las INDC no son de obligado cumplimiento, pero tampoco son un brindis al Sol de los políticos. Como dice Ferretti-Gallon, “aunque su cumplimiento es voluntario, una vez que los países anuncian públicamente su compromiso, sus acciones para con ese compromiso serán vigiladas de cerca por los demás participantes y las organizaciones como la UCS”.