Mujeres trabajadoras en la Edad Media

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Las mujeres trabajadoras en la Edad Media, en contra de lo que se piensa, ocuparon puestos laboriosos a la par que los hombres. Si bien es cierto que apenas hubo mujeres en el poder (con las excepciones de Leonor de Aquitania, doña Urraca de Castilla o la propia Isabel la Católica), sí se sabe que entre los siglos XII y XIII las mujeres llegaron casi a igualar a los hombres en el mundo del trabajo.

Así, por ejemplo, en esas fechas se detallan en el “libro de los oficios” de París hasta 150 oficios que ejercían las mujeres, entre ellos el de la construcción, llegando a ser el 30% de los obreros implicados en la construcción de catedrales. Aunque la gran mayoría se dedicaba a tareas de suministros de materiales desde los talleres a la zona de las obras (una tarea remunerada muy pobremente), también se sabe de mujeres que destacaron en oficios de alta especialización como carpinteras o vidrieras y se sospecha que algunas llegaron al cargo de maestros de obra (como Grunnilda, en 1256 en Norwich).

En épocas anteriores, en el siglo X, se conocen mujeres como la maestra de Ende, que dirigía un taller de miniaturas en nada menos  que el monasterio de Salvador de Tábara, en Zamora.

Por desgracia, a partir de finales del siglo XIII la misoginia vuelve a ganar peso por toda Europa, terminando por triunfar en la Baja Edad Media, y acabando por prohibirse la presencia de mujeres en gremios y cofradías.