Novelas de Gangsters en la Televisión

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Por  Mauricio Eduardo Colorado

Dentro de todo este caos en que vive  El Salvador, he reparado que entre los programas de televisión, es frecuente encontrarnos en las pantallas de los televisores – no uno sino que varios- canales exhibiendo pasajes de la vida de delincuentes narcotraficantes en las cuales de una forma velada, pero de alguna forma admirada, se ofrecen escenas que, con o sin intención de proponer su imitación, de alguna forma, sugieren actitudes que los delincuentes de nuestra sociedad, imitan, y repiten como si fuera eso una escuela del  que se debe seguir y mejorar.

Series como “El señor de los Cielos”, “Sin bustos no hay paraíso”, y una serie de programas, que además de distraer a determinado número de gentes, abonan en perfeccionar muchas formas de cometer delitos que a la larga nada bueno traen a nuestra sociedad salvadoreña.

Creemos –sin tratar de ser moralista-, que la autoridad por medio de su oficina que regula los espectáculos públicos, podría y debería tomar cartas en el asunto, porque es la obligación del estado velar por la salud de sus habitantes.

Recientemente leí un reportaje sobre las pandillas o maras, que me dejó muy sorprendido. En dicho reportaje se describe un submundo que está carcomiendo nuestra sociedad, en una forma inimaginable. Una de las normas que rigen esta forma de vivir, es que quien entra a la pandilla, queda atrapado en ella, de por vida, y solamente puede salir pagando con  su vida.

En ese triste ambiente, es ¡tan fácil! recibir una condena de muerte, como estornudar. La familia no existe tal como la conocemos ya que la estabilidad de familia se reduce a reconocer una pareja en base a la relación de sexo, la pareja que deja a su pareja, califica para ser asesinada. Si alguien fallece o es encarcelado, corre el riesgo de ser asesinado, si la pareja tiene hijos, estos corren el riesgo de ser educados con las normas de las maras, o sea que son candidatos a aprender, desde la cuna, el camino de la delincuencia, para sobrevivir sin trabajar, o sea que deben someterá otros para que los mantenga, todo bajo la contaminación de la amenaza de perder la vida.

Esta estructura de vida se encuentra estructurada de tal forma que existe un andamiaje de poder, dividido en mandos mayores, medios y bajos que rigen todo un sistema actualmente extendido a todo el territorio nacional, que será muy difícil disolverlo.

Lamentablemente, quienes integran esta estructura tienen muy escasas posibilidades de reintegrarse a la sociedad normal, porque como ya dijimos, quien desiste es condenado a muerte.

De ahí que es de considerar la conveniencia o no de permitir la exhibición de las películas que de una forma u otra, fomentan  esa vida fácil, pero impregnada de sangre que se transmite por la televisión gratuitamente.

La acción a tomar va en dos diferentes vías: Por un lado el estado, deberá defender a sus ciudadanos, y prohibir esas exhibiciones que enseñan los “beneficios” de los grandes personajes del mal, que llevan el estilo de vida “grande” pero a costa de sangre, violencia y corrupción.

Por otro lado los patrocinadores de tales series, que con el mismo grado de culpa, hacen llegar a la niñez y juventud salvadoreña esas nefastas enseñanzas para que los restantes miembros de la sociedad, suframos los efectos de lo que en tales circunstancias sufrimos el crimen sin posibilidades de defensa alguna. ¡Dios salve a El Salvador!.