Los extravagantes esqueletos llenos de joyas de una abadía alemana

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En la Abadía de Furstenfeld, una capilla bávara cerca de Múnich de más de 700 años de antigüedad, reposan los esqueletos de dos santos cristianos cubiertos de joyas de pie a cabeza.

Son los restos de San Jacinto de Caesarea y San Clemente, que han sido preservados en cajas de vidrio por cientos de años.

San Jacinto es considerado un mártir de Roma, quien tras convertirse en cristiano, decidió morir de hambre antes que nutrirse de comida ofrecida a otros dioses del imperio, lo cual estaba prohibido por la iglesia. Falleció a los doce años en el año 108 d. C. Se estima que San Clemente murió decapitado en Roma en el año 95 d. C. por ser cristiano.

 

A las órdenes del Papa Alejandro IV, la abadía fue construída a mediados del siglo XIII por el duque de Bavaria, Luis II, como castigo por asesinar a su primer esposa.

A pesar de los esqueletos, la iglesia es poco frecuentada y desconocida por muchos turistas.