Claudia Herrera, la mujer que ha huido de la justicia por 20 años

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(DigitalPhoto/DEM)

La mujer que ha sido presentada como “víctima de Enrique Rais” ha tenido un largo pasado criminal: acusada de secuestros, armas sin registro, documentos falsos, amenazas y de violencia intrafamiliar.

Muy temprano en la mañana del domingo 14 de mayo de 1995, Sara Elizabeth Díaz, una acaudalada mujer de 50 años, se preparaba para salir de su casa, una lujosa quinta ubicada en el kilómetro 8 de Los Planes de Renderos. Díaz tomó el carro y manejó acompañada de su hija, Claudia María, una atractiva joven de 19 años y dos acompañantes más: un revólver calibre 38 milímetros y una pistola Pietro Beretta calibre 9, ambas sin registro.

Díaz y su hija cruzaron todo San Salvador y manejaron hasta el pasaje 5 de la residencial Los Álamos, en mejicanos. Eran las 9:30 de la mañana de un día caluroso y soleado. Se bajaron y caminaron por un estrecho pasaje de casas hasta la casa de Carol Yaneth Suárez, quien era agente fiscal del ministerio público, y tocaron a su puerta. Cuando esta abrió, se desató el infierno: Díaz la golpeó en la cara con la pistola, la tiró al suelo y la amenazó con matarla. Claudia hizo la otra parte. Sacó violentamente a Meilyn Denisse, la pequeña hija de Carol, de 6 años de edad, y la introdujo por la fuerza al carro.

El plan había salido a la perfección, excepto por un detalle. Carol Suárez no iba a permitir que se llevaran a su hija sin luchar y, en un acto desesperado, se tiró al vehículo y se agarró del baúl. Díaz maniobró para tratar de botar a Suárez, según la nota publicada por El Diario de Hoy el viernes 19 de mayo, pero no lo logró. A las pocas cuadras, en un semáforo en rojo, había una patrulla de la recién creada Policía Nacional Civil que vio la escena.  Claudia tiró del carro a la menor tratando de escapar. “Un vecino que pasaba por el lugar pudo ver que la niña fue lanzada del vehículo y la levantó para que no fuera golpeado por otro carro”, relata la nota. Las dos huyeron hasta su casa, pero fueron capturadas en flagrancia.

Una semana después, el viernes 19 de mayo, Claudia María Herrera, la mujer secuestradora, escapó por primera vez de la justicia salvadoreña. Claudia se reportó enferma y fue sacada de bartolinas. Tenía 19 años pero sus abogados dijeron que tenía años de padecer de hipertensión y fue llevada a un hospital. Poco después, la madre de Meylin retiró la demanda y ambas mujeres salieron libres.

Los motivos del intento de secuestro nunca estuvieron claros.  La prensa especulaba que fueron “pleitos familiares”, pero lo que sí se sabe es que meses después unos sicarios asesinaron  a la fiscal madre de la niña secuestrada.

Comienza el rosario de violencia

Herrera tuvo una vida tranquila por un poco más de 5 años. Contrajo matrimonio con J. C. S., un acaudalado empresario de ascendencia árabe, pero la pareja no funcionó. Herrera maniobró y drenó el capital de J.C.S y en pocos años se había hecho con una gran cantidad de su fortuna. Herrera tuvo un fuerte aumento patrimonial en esos años, que ella justifica como una herencia. “Yo soy profesional. Trabajé en un banco, pero mi papá me hizo heredera universal de su patrimonio y ahora trabajo en las tierras de café que tenemos”, dijo en una entrevista publicada en La Prensa Gráfica http://www.laprensagrafica.com/2016/08/26/por-que-fui-yo-el-blanco-de-este-problema. Lo cierto es buena parte de los ingresos de Herrera vinieron a costa de desfalcar a su esposo. “Lo dejó literalmente quebrado”, cuenta una amiga de la ex pareja.

J.C.S la demandó en enero de 2013 por violencia intrafamiliar, agresiones y amenazas. La demanda venía respaldada por los dos hijos de la pareja. “Ella no tiene relación con su familia, con sus hijos no hay ningún vínculo. Los hacía sufrir mucho”, cuenta la mujer que los conocía. Ese mismo año fue detenida y procesada por tenencia de documentos falsos, y condenada a 4 años de cárcel.

En su espiral de violencia, en los archivos de la Fiscalía también quedó registrada otra agresión. Según el expediente de la Fiscalía 1146-UMM-2012, en la tarde del 23 de octubre de 2012, Claudia Herrera ingresó a las instalaciones del asilo Dr. Julio Ignacio Díaz, un tranquilo retiro para ancianos ubicado en el sur de la capital, y golpeó y amenazó a su abuelita  María Violeta Sevilla. La fiscalía recibió la denuncia por “lesiones graves” en contra de la anciana,  el objetivo de Herrera era obtener una firma para quedarse con la herencia de su abuelita, cuando esta última se opuso fue agredida. La noticia del caso fue publicada en El Diario El Mundo en el 2015 http://elmundo.sv/matrimonio-suma-nueve-expedientes-en-su-contra/. Meses  después, Sevilla tuvo una “muerte súbita” y el caso fue archivado. A esta altura de su vida, cuando el ex fiscal Luis Martínez, llega de fiscal general  ya Herrera había enfrentado 4 veces a la justicia y había salido bien librada.

Finalmente, el último caso de violencia registrado, fue en la mañana del 23 de septiembre, sobre el Boulevard El Hipódromo. Herrera y 3 hombres armados que no fueron identificados interceptaron el carro donde se transportaba el empresario Enrique Rais y un familiar. Claudia Herrera, acompañada de sus guardaespaldas, les dio la orden de disparar, sin embargo, estos no la cumplieron. Cuando fue interpuesta la demanda y su casa allanada, se descubrió un pequeño arsenal de armas y rastros  de heroína.

Más de 20 años después de su primera detención, pero siempre desde la cama de un hospital para evitar la cárcel, y asesorada por la reconocida abogada de casos en contra de la derecha política, Bertha De León, Claudia Herrera preguntó en una entrevista a La Prensa Gráfica alegando su inocencia: “¿Por qué fui yo el blanco de este problema?”. Las investigaciones determinarán si hay un porqué o si logra nuevamente eludir a la justicia.