¿Donde corre verdaderamente peligro la vida de Mauricio Funes?

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Centroamérica no ha cambiado tanto desde que, en 1946, Miguel Ángel Asturias público “El señor Presidente”. Una novela en la que el guatemalteco denuncia los abusos de los políticos de su época, como su coterráneo Manuel Estrada, quien inspiró la obra.

Pero mucho antes, a modo de boceto, Asturias publicó un cuento que se convertiría en su máxima obra y cuyo título representa aún mejor lo que han sido y son, en general, los mandatarios centroamericanos: “Los Méndigos Políticos”.

Casi que no hay un país en toda la región que no tenga un expresidente en problemas: desde Otto Pérez Molina, en Guatemala, hasta Ricardo Martinelli, en Panamá. Y, hoy, el izquierdista Mauricio Funes Cartagena.

Funes es el protagonista del novelón de turno en Centroamérica, debido al asilo que le dio el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, por una ficticia persecución política en su contra. En palabras de Nicaragua, porque en El Salvador su vida corre peligro.

En este caso, la supuesta amenaza contra la vida “e integridad física” del ex presidente del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) es el proceso que le adelanta la justicia de El Salvador por enriquecimiento ilícito, corrupción, cohecho, trafico de influencias y otros delitos, civiles y penales.

En febrero de este año, la Corte Suprema de Justicia de El Salvador, con nueve votos a favor y seis en contra, ordenó que se procesara a Funes, debido a que el exmandatario no había podido explicar el origen de unos 728 mil dólares que usó para gastos varios.

El alto tribunal, a su vez, ordenó la congelación de sus cuentas y que no se permitiera la venta de unos ocho carros, de propiedad de Funes y su hijo Diego; igualmente, se ordenaron los allanamientos de la vivienda del expresidente y de un socio suyo, encontrando pruebas del movimiento de varios millones de dólares por parte del, ahora en desgracia, ex mandatario.

Se trata del empresario Miguel Menéndez, conocido como Mecafé por sus nexos con el mundo cafetero. En 2008 creó un grupo que sería conocido como Los Amigos de Mauricio, que “invirtieron” en el entonces candidato a la presidencia de la república, “inversión” que fue muy bien cobrada.

De acuerdo con las investigaciones de la justicia, Funes y Menéndez se tomaron muy a pecho eso de ser amigos y Mecafé se convirtió en el consentido del presidente, quien, durante sus cinco años de gobierno, no hizo sino beneficiarlo.

La caída de Funes inició cuando aparecieron los Papeles de Panamä. Estos documentos revelaron que Menéndez había creado al menos dos empresas off shore con la ayuda de la firma Mossack Fonseca y que una de estas estaba vinculada a la familia Funes. Además, se pudo conectar a la “querida” del expresidente, Ada Mitchell Guzmán Sigüenza, “La Michy”, con al menos dos empresas offshore.

La madeja se fue desenredando. Y, tras los allanamientos, en los que se encontraron 59 armas (una de ellas de esas que se forran en oro, al estilo corrido narco), 79 zapatos Salvatore Ferragamo, de varios cientos de dólares cada uno, botellas vacías de licores de hasta 7000 dólares cada una, ropa con precios prohibitivos y hasta un busto del mismo Funes (al estilo de su líder espiritual, monseñor Romero; los investigadores salieron con 500 cajas llenas de evidencias en contra del ex mandatario.

Además, en uno de los allanamientos a su amigo “Mecafé” se encontró un mútuo de préstamo a favor de Funes por 700 mil dólares.

Funes sabía lo que se venía. Y, antes de que fuera detenido, acudió a un viejo amigo: el presidente nicaragüense Daniel Ortega. Y este lo salvó: le dio asilo político. Y entonces Funes se largó y aseguró, cómo no, que era víctima de una persecución.

“Desde que dejé la Presidencia de la República –escribió Funes en su cuenta de Twitter–, sabía que la derecha oligárquica iba a arreciar la persecución política en mi contra como un acto de venganza por las decisiones que tomé en mis años de gobierno”.

Y dijo, vehemente, que había pedido asilo político porque tenía “fundadas razones que me llevan a pensar que sectores de la extrema derecha salvadoreña están planeando atentar contra mi integridad física. Su intolerancia es extrema”.

Un discurso ya conocido; aunque, en su caso ridículo, pues posee una particularidad y es que El Salvador se encuentra, actualmente, en manos de otro dirigente del FMLN, Salvador Sánchez Cerén, su vice presidente y la Asamblea Legislativa esta en manos también del FMLN, no de la derecha, representada por la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA).

Sin mencionar que hace poco el mismo Sánchez Cerén salió a defender a Funes, lamentando que los medios de comunicación ya lo habían condenado. Y, sin embargo, Funes dice que hay una persecución política en su contra.

Por su parte, el secretario general del FMLN, Medardo González, hasta se atrevió en noticieros televisados a aceptar que fue la misma cúpula del partido de izquierda quien recomendó a Funes de aceptar el asilo en Nicaragua, que ya había sido negociado con el régimen Ortega por la misma presidencia de El Salvador y por el FMLN.

Funes se encuentra en peligro, eso si es indiscutible, pero no en El Salvador.

Su mayor peligro radica en ser “incomodo” para el FMLN, a poco más de un año de elecciones municipales y de diputados en El Salvador y un tanto más de las presidenciales.

Es más, eventualmente será también incómodo, si es que no lo es ya, para el régimen sandinista de Ortega y señora.

No se debe olvidar el asesinato de la comandante Ana María, bajo las narices del poder sandinista en Nicaragua, ni el subsecuente “suicidio” forzado de Cayetano Carpio, hechor del terrible asesinato con docenas de puñaladas de quien fuera su compañera de vida.

No se debe olvidar que el mismo brazo derecho de Funes en su corrupto gobierno, Franzi Hato Hasbún fue uno de los enviados a Managua por la Comandancia General para enjuiciar y condenar a Cayetano, curiosamente, en otra casa ubicada en la carretera que de la capital nicaragüense conduce a Masaya, donde hoy reside suntuosamente el otrora “flamante” primer presidente de la izquierda salvadoreña, Carlos Mauricio Funes Cartagena, un simple delincuente que hoy huye de la justicia y eternamente lo hará de la Historia.

Por Luis Vazquez Becker, Editor Jefe de diariolatino.net; adaptación libre de un reportaje hecho por Juan Sebastián Jiménez Herrera.

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