Una nueva Margaret Thatcher… que no se quiere comparar a Margaret Thatcher

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La carrera para suceder a David Cameron ya ha terminado y Theresa May, de 59 años, la que es actualmente la ministra del Interior, se va a convertir en primera ministra británica, teniendo como principal misión capitanear la salida de Reino Unido de la Unión Europea tras el Brexit.

El hecho de ser mujer, de convertirse en la líder de los tories y el llegar al poder en una situación crítica ha hecho que aparezcan las primeras comparaciones con Margaret Thatcher, que gobernó el país con mano de hierro desde 1979 hasta 1990, pero ella prefiere dejar las similitudes ahí. Y es que May ya ha dicho que aunque la admira, quiere hacer su propio camino sin compararse con nadie pese a que sus ideologías son muy cercanas.

La paciencia y la lealtad son dos características que siempre la han definido. Lejos de intentar aprovechar la oportunidad y sacar réditos políticos del Brexit, se mantuvo en un discreto segundo plano y a la sombra de Cameron durante la campaña, apostando por la permanencia en la Unión, aunque ahora le va a tocar lidiar con la aplicación del artículo 50 del Tratado de Lisboa que culmina con la marcha, algo que no tiene vuelta atrás. “Brexit es Brexit”, ha afirmado en los últimos días.

A diferencia de la mayoría de políticos, que proceden de familias ricas y se han educado en elitistas escuelas, May viene de colegios públicos y religiosos y de un entorno humilde en el que su padre era vicario de la iglesia anglicana, lo que la ha hecho más consciente de los problemas sociales. Su educación superior fue en la prestigiosa universidad de Oxford aunque estudió una carrera atípica para un cargo político: ni Derecho, ni Empresariales ni nada por el estilo, la lideresa conservadora eligió Geografía.

Casada desde 1980 con el banquero Philip John May, su salto a la política activa no fue inmediato, ya que trabajó durante un tiempo en la banca y después como asesora financiera hasta que finalmente en 1997 entró en el Parlamento tras un periodo como concejal. No ha podido tener hijos, algo que la ha marcado mucho y a lo que suele hacer referencia a menudo. Y es que su rival por el liderazgo conservador, Andrea Leadsom ha abandonado la carrera tras unos polémicos comentarios sobre la maternidad.

Desde el año 2010 es la ministra del Interior, un cargo de gran trascendencia en el que ha tenido varias controversias sonadas, pero que sorprendentemente no le han pasado factura en su popularidad. Entre los principales asuntos a los que se ha tenido que enfrentar está la amenaza terrorista, los graves disturbios de 2011 o el gestionar la crisis de la inmigración.

Precisamente en este último punto ha sido particularmente inflexible. Ha apostado por reducir el número de personas que entraran en territorio británico y rechazó la cuota asignada por Bruselas. La inmigración ha sido uno de los principales temas de debate durante la campaña del Brexit y ha empujado a mucha gente a votar a favor de la marcha para así conseguir cerrar las fronteras. Una de sus promesas estrella fue la de reducir la inmigración anual neta en el Reino Unido a menos de 100.00 personas, pero no lo consiguió.

Otra de sus polémicas fue la deportación de una lesbiana ugandesa que había pedido protección en el Reino Unido y que fue golpeada y retenida antes de ser entregada a su familia en un estado crítico de salud. Finalmente terminó muriendo.

Hace años que los medios británicos la ven como una potencial primera ministra, pero May ha tardado en cumplir con las expectativas. Siempre junto a Cameron, su marcha la ha puesto delante de los focos, con una larga carrera y experiencia. El encargo no le queda grande, pero ahora deberá afrontar uno de los momentos más complicados en la historia del país.