Polaroid revive la fotografía instantánea en la era digital

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La marca, que estuvo a punto de sucumbir ante el avance tecnológico, lanza una cámara con película y aplicaciones para un “smartphone”.

Polaroid lanzó la I-1 luego de que sus otros modelos han adquirido mucha popularidad en el mundo de la moda.

La fotografía instantánea actualmente tiene su momento. Brooklyn Beckham compartió en su página de Instagram las fotografías Polaroid detrás del escenario que tomó como fotógrafo para la campaña de Burberry. El anuncio de Boss SS 16 de ropa para mujer contó con una instantánea familiar, imágenes con márgenes blancos, y los diseñadores de Londres Marques’Almeida dieron a conocer las piezas de su evento AW16 por medio de una serie de fotografías instantáneas.

Mientras tanto, los paneles de modelos y los collages de ideas tras bastidores todavía cuentan con las películas instantáneas: un formato sencillo para que los diseñadores y estilistas organicen sus colecciones que cambian rápidamente.

A pesar del cambio hacia lo digital, los fotógrafos del mundo de la moda usan desde hace mucho tiempo la Polaroid como herramienta profesional. Paolo Roversi, cuyas Polaroids se mostraron en Hamiltons Gallery en Londres el año pasado, describe el color y el contraste de las imágenes finales como “encantadoras”.

El fotógrafo Nick Knight es un devoto. La próxima semana en la galería Lyndsey Ingram de Londres, la exposición Please Return Polaroid (Por favor regresa, Polaroid), presentará dos décadas de las tomas de prueba de Miles Aldridge.

Sin embargo, el arte de la fotografía instantánea fácilmente se pudo perder. Polaroid dejó de fabricar cámaras y películas en 2008, y sólo gracias a Impossible Project, una compañía con financiamiento de Kickstarter en Berlín se pudo comprar la última fábrica Polaroid que quedaba, lo que aseguró su supervivencia.

Pero en lugar de simplemente conservar el legado Polaroid, la fábrica, que se ubica en un modesto terreno residencial en un encantador suburbio de Enschede, a dos horas de Ámsterdam, se convirtió en un centro de innovación. Esta semana la cámara instantánea entra al siglo 21 con el lanzamiento de un nuevo modelo: I-1 de Impossible Project.

“La I-1 es el primer sistema de cámara nuevo para este formato desde 1981”, dice el director ejecutivo de Impossible, Oskar Smolokowski, de 26 años. “Empezamos con salvar de la extinción a la película instantánea. Pero realmente creemos que el formato análogo tiene sentido en 2016. Queríamos una nueva cámara para darle un empuje al formato y también un futuro”.

La fábrica Impossible, un edificio de bloques de hormigón de la década de 1970, dista mucho de ser glamorosa. Los técnicos del laboratorio con batas blancas perfeccionan la fórmula de los componentes que se usaron para crear los colores en una tira de película instantánea.

Otros que usan máscaras para gas y trajes espaciales al estilo de Ghostbusters vigilan enormes máquinas de reactores que mezcla los compuestos químicos de la pasta en desarrollo. Un piso arriba en el departamento de reparación, seis operadores se sientan en silencio y desmantelan antiguas cámaras Polaroid para limpiarlas y reacondicionarlas, mientras que máquinas operadas por hombres producen paquetes de película compatible con las Polaroids, las ventas alcanzaron un millón el año pasado.

La cámara I-1, que codiseñó el cofundador de Acne Studios, Jesper Kouthoofd, es prima distante de los aparatosos modelos de 1970 que la marca restaura y vuelve a empacar (y que se venden en la aplicación Impossible y en Colette, MoMa y Urban Outfitters en más de 96 libras, alrededor de 140 dólares).

La I-1 es ligera y angular, con un exterior negro mate, visor emergente y flash anular de led que también funciona como contador para el número de fotografías que quedan en el cartucho.

Los desarrolladores trabajaron duro para mejorar la calidad de la cinta; las imágenes son más nítidas, con una mejor saturación de color y tono, sin perder la naturaleza esencial de nostalgia de las fotografías impresas.

La nueva cámara se venderá a un precio de 229 libras (330 dólares) en los mismos puntos de venta, así como en Selfridges.

También cuenta con adornos digitales, que se conectan por medio de Bluetooth a una aplicación de iOS que le permite al usuario experimentar con herramientas de fotografía como el disparador remoto y la doble exposición.

“Tomamos miles de imágenes en nuestros smartphones, pero en realidad nunca las vemos”, dice Steve Herchen director de investigación y desarrollo quien se unió a Polaroid en 1977, y a quien Smolokowski convenció de unirse a Impossible en 2013. “Las imágenes análogas te ofrecen la oportunidad de realmente ver. Las Polaroid existen físicamente en el mundo real, las imágenes digitales en algún momento se pierden en la nube, no se pueden pasar, o entregar, o compartir adecuadamente”, dice.

“En la década de 1990, Polaroid era el mayor proveedor de cámaras, la usaban todas las industrias, desde el FBI y la policía hasta los agentes de modelaje. El formato desapareció, pero cuando los smartphones hicieron que las fotografías fueran tan accesibles, la gente de nuevo se empezó a dar cuenta de que las cámaras instantáneas pueden ofrecer algo más”.

Smolokowski está de acuerdo. “Tengo alrededor de 50 fotografías instantáneas que realmente me importan, y me topo con ellas cada pocas semanas, en mi mochila, en el refrigerador, en mi escritorio, viven en el mundo real. Hace que aprecies más el acto de tomar una foto, gracias a sus limitaciones: pocas fotos significa que te preocupas más de cada una de las que tomas”.

Y, a diferencia de una selfie, solamente tienes una oportunidad para tomar una foto, eso ahora tomará unos 30 minutos desarrollar al utilizar la luz del día si usas la I-1. “Es mágico ver que las fotos empiezan a desarrollarse en la palma de tu mano”, concluye. Sin duda, encantador.
Muestra

El diseño de la nueva I-1 es parecido al de la primera Polaroid, ligera y angular, con un exterior negro mate y flash anular de led.

Muestra
El fotógrafo Nick Knight presentará la exposición Please Return Polaroid en la galería Lyndsey Ingram de Londres.