Mientras no mejore capacidad policial, el Ejército participará en lucha contra pandillas

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2021

Por Luis Vazquez Becker

Aparentemente, hoy por hoy, el ejército no volverá a los cuarteles hasta que haya un mejor desempeño de la Policía Nacional Civil (PNC), lo que poco a poco acrecentará la disconformidad ciudadana por los posibles excesos que puedan cometer los cuerpos militares, que no están realmente preparados para asuntos de Seguridad Pública. Podría tratarse de una bomba de tiempo.

Mientras la corporación policial no esté correctamente capacitada y adiestrada para poder enfrentar a las pandillas, mientras el Organismo de Inteligencia del Estado (OIE), sirva para la persecución política y no colabore eficazmente en el problema de Seguridad, tendremos que ver militares en las calles.

Sin embargo no todo es malo, el aprendizaje, bajo los auspicios del gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica y el apoyo de la Embajada Americana, ha sido importante en el profesionalismo policial, pero los militares no tienen las adaptaciones necesarias para enfrentar a la delincuencia terrorista de las pandillas. Los de antes sí, los de hoy, con el pobre liderazgo que tienen, no.

El Ejército, a pesar del rechazo popular y profesional al actual ministro, ha recibido los mayores puntajes de credibilidad desde la firma de los Acuerdos de Paz y respaldo popular, pero luego de los ataques proferidos por el actual procurador de Derechos Humanos, David Morales, al involucrarlos en ejecuciones sumarias de delincuentes, podría ser “sujeto de críticas”, eso es peligroso para la institucionalidad del país. A pesar de todo, los militares son la ficha de cambio que está reduciendo la violencia pandilleril en el país.

No se puede esperar que el Estado en su función de garantizar la Seguridad Pública se mantenga en un “apagallamas constante”, que solo refleje la ineficiencia manifiesta. Además, no se puede esperar que el gasto y el endeudamiento sigan creciendo de manera rampante con la excusa de “más gasto para más seguridad”.

Otra razón por la que los soldados no querrán regresar a sus cuarteles es porque, a pesar de que todo lo relativo a los salarios, pertrechos, avituallamiento y alimentación de los efectivos militares ya estaba contemplado en el Presupuesto General de la Nación 2016, el gobierno insiste en endeudarse más para sufragar las medidas extraordinarias en su nueva estrategia contra las pandillas, especialmente para atender al batallón de seguridad especial que tiene a su cargo la persecución de los pandilleros.

Las condiciones económicas en que se encuentran los miembros de la policía, dígase lo que se diga, son exponencialmente superiores a las de los soldados y si se quiere efectividad en su accionar deberá dárseles un tratamiento igual; mejor ingreso salarial, mejor alimentación, mejores condiciones de trabajo etc,etc.

Ni los soldados ni los policías de ahora son como los de antes, ahora piensan de forma distinta. Se preguntarán si la supuesta mejoría que experimenten mientras dure la guerra contra las pandillas continuará cuando se les ordene volver a sus cuarteles. Ya veremos entonces qué pasa.

Por ahora lo conveniente es reflexionar si en realidad las instituciones de la policía y el ejército están funcionando; con el descubrimiento en ambas instituciones de estructuras con mando al servicio del crimen organizado nos atreveríamos a decir que no.

No se trata del caso de un policía novato o de un soldado raso, se trata de oficiales con rango, de Comisionados, Inspectores y Subinspectores con una esfera de influencia sumamente peligrosa. Si a esto sumamos la impasividad con que agentes de la institución policial observaban cómo un grupo de vándalos izquierdistas atropellaban periodistas y atacaban sus medios de locomoción, entonces la cosa es peor.

A la fecha, el Gobierno no ha informado el número de reservistas que respondieron al llamado que se les hizo. Según informes, es casi nulo.

La oposición en la Asamblea Legislativa demanda responsabilidad fiscal y la creación de un ente que controle el inacabable “chorro” de dineros que pide el Gobierno, con la excusa de solucionar el problema de las pandillas, esperemos que esa oposición se mantenga y no se negocie con una “tacita de café” en Casa Presidencial.