La marcha convocada por el gobierno no fue lo que se esperaba

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Las contradicciones suscitadas a última hora sobre los motivos ocultos de la llamada Marcha por la Paz y la falta de un discurso convincente restaron lucidez a la Marcha convocada por el gobierno, a través del Consejo de Seguridad y Convivencia.

El evento que estaba llamado a ser una demostración masiva a favor de la paz se convirtió en un  desfile de estudiantes, padres de familia, personal docente, funcionarios y empleados públicos.

La Asamblea Legislativa decretó cada 26 de marzo como el Día de la Vida, la Paz y la Justicia, para lo cual ordenó asueto para el sector público y privado provocando con ello, según la empresa privada, una pérdida de más de 56 millones de dólares.

Las protestas se hicieron sentir en los diferentes sectores del país especialmente porque se dejó entrever que la marcha estaba vinculada a una cadena de reacciones en otros países en apoyo al gobierno venezolano de Nicolás Maduro.

Además, el ‘hombre de los mil cargos’, Franzi Hato Hasbún, tuvo que declarar en un canal de televisión que era opcional asistir al evento. Hasbún es el hombre que se las sabe de todas, todas; se trata de quien maneja la agenda histórica mejor que nadie por lo que no se explica que haya pasado por alto que la fecha de la marcha iba a coincidir con el “Día Internacional de los Derechos de los Pueblos a la Insurrección Armada” que pregona la Internacional Socialista.

Las “grandes marchas”  siempre fueron utilizadas por los gobiernos populistas de América Latina en momentos de crisis política pero, aunque no siempre dieron los resultados deseados, se hacían de manera más inteligente.

El que crea que las grandes marchas que convocaba en Argentina Evita Perón hace medio siglo se pueden repetir en estos días, está totalmente equivocado, primero porque aquí no existe una gran central de trabajadores como la que había logrado conformar Juan Domingo Perón y segundo porque el pueblo, con las enormes experiencias dejada por los Acuerdos de Paz, ya no cree en pajaritas de papel.

Se equivocan quienes consideran que los trabajadores se pueden manipular como lo hacía la izquierda antes de los Acuerdos. Después que han visto cómo sus dirigentes cambiaron el rumbo político de la nación y lo han sumido en un caos social donde no existe seguridad alguna. De ver cómo los eternos críticos de la clase pudiente del país ahora se ven convertidos en nuevos ricos, qué ricos, millonarios; la clase trabajadora ya no confía en los que preconizaban la riqueza compartida.

Cuando vemos grandes concentraciones en España u otros países de Europa debemos tener presente que se trata en su mayoría de “parados” es decir de los desempleados que a diferencia de los nuestros, gozan de protección social para que sus hijos no mueran de hambre.

Por mal camino llevan al gobierno de Sánchez Cerén quienes le aconsejan que con una marcha adquirirá apoyo popular. Bien harían en abrir los ojos y ver que la magia de Fidel aquí no funciona; sin embargo, deben estar “buzos” porque la próxima marcha podría ser como las que se producen en Venezuela por el alto costo de la vida, por la falta de alimentos y por la inseguridad.