Zuckerberg, ¿un tramposo o el filántropo salvador?

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Después de presentarse hace unos días como el millonario más generoso del planeta, al anunciar que donaría el 99% de sus acciones como fundador de Facebook (42.000 millones de euros), el mundo financiero se lanzó a ‘destripar’ qué había detrás de ese ataque de generosidad de Mark Zuckerberg y su mujer Priscilla Chan. Las primeras conclusiones descartaron que el ataque de filantropía se debiera a su recién estrenada paternidad.

El debate ha alcanzado tal punto que el propio creador de la gran red social ha optado por explicarse. Y lo ha hecho en su gran invento, faltaría más. Mark (31 años) niega que sea una jugarreta fiscal y asegura que «la transmisión de títulos (a la nueva fundación benéfica Chan Zuckerberg Iniciative) nos ofrece flexibilidad para ejecutar nuestra misión de manera mucho más efectiva».

Pero otros puntos de vista aseguran que lo único que ha creado el ‘rey midas’ de las redes es «un vehículo de inversión». Una sociedad de responsabilidad limitada que ya ha cosechado enormes beneficios como golpe de relaciones públicas. En esencia, que solo ha traslado el dinero de un bolsillo a otro. Pero siempre dentro de sus mismos pantalones. Él les insiste a los malpensados que con una fundación benéfica clásica «habríamos recibido beneficios fiscales de inmediato, lo que no ocurre con nuestra iniciativa».

En su perfil de Facebook, este potentado habla de lograr que su bebé, Max, «crezca en un planeta más justo», de que «pagaremos los impuestos por las ganancias en las ventas». Y filosofa sobre la necesidad de que la filantropía «invierta en zonas importantes que las empresas y los gobiernos no están financiando». Será por su juventud pero Zuckerberg se muestra dispuesto a apoyar las grandes causas del planeta, esas que definirán el futuro a largo plazo, como la lucha contra las enfermedades o la prevención del cambio climático.

Como todo lo que dice está llamado a generar una riada de reacciones, en parte provocadas por sus propias ‘invenciones comunicativas’, incluso hay quien le discute ese nuevo papel de mecenas mundial. «¿Quién debe financiar las necesidades de la sociedad en general y cómo?», se pregunta el ‘New York Times’ en un artículo.